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Que el uso intensivo del móvil y las redes sociales está detrás del aumento de los problemas de salud mental es 'vox populi'. Y que pasamos demasiadas horas al día con el aparatito, también. Pero, ¿cuánto? ¿Hasta qué punto? Maddi Pérez de Arenaza y Martín ... Zubizarreta tienen 15 años y acaban de caer en la cuenta de todo esto. «Nos hemos dado cuenta de que tenemos un problema. A partir de ahora vamos a intentar no estar tanto con el móvil y hacer otras cosas».
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Iñigo Fernández de Lucio
No han recibido una iluminación. Simplemente han estado una semana entera sin el teléfono. «Hasta que no lo haces, no te das cuenta de todo el tiempo que pasas con el móvil. Muchas veces mis padres me dicen, 'Maddi', llevas dos horas con el móvil. Y yo, 'qué va'. Pero es verdad», cuenta ella.
Maddi y Martín son alumnos de la ikastola Kurutziaga de Durango y han participado en un programa impulsado por el Departamento de Salud del Gobierno vasco para combatir el efecto del teléfono inteligente en la salud mental. El programa ZEOS busca implicar a familias, centros educativos y a los propios adolescentes mediante una serie de sesiones de formación. Pero lo más disruptivo llega al final, cuando los alumnos -los que quieran, es voluntario; en Kurutziaga han participado 40 de los 70 alumnos de 4º de ESO, de 15 años- y algunos profesores hacen un experimento: están cinco días completos, de lunes a viernes, sin el móvil.
A Martín y Maddi el síndrome de abstinencia les duró dos días. «Al principio era difícil, era como si te faltase algo. Lo más difícil era comunicarse con la familia y los amigos. Durante el tiempo libre o cuando veías una película sí lo echabas en falta», exponen. «Luego empiezas a organizarte y a llenar el tiempo que antes pasabas con el móvil con otras cosas», cuentan. ¿Por ejemplo? «Leer, estudiar, ver una peli en familia, quedar con los amigos, hablar...». Al igual que la inmensa mayoría de su entorno, ambos tuvieron su primer teléfono con 12 años, así que es parte indispensable de su proceso de socialización. ¿Cómo lo han hecho para quedar con sus amigos durante esa semana sin el teléfono entre sus manos? «Pues en la propia ikastola decíamos de quedar a las cinco», dice Maddi. «Y todo el mundo llegaba a tiempo. Aunque también hablábamos con el móvil de nuestros padres, desde el teléfono fijo, tocábamos el timbre...».
- ¡El teléfono fijo! Pero eso es la prehistoria.
- «Pues sí, pero funcionaba», dice, y se parte de risa.
El experimento parece haber hecho su efecto. Iñaki Valle, profesor, coordinador de bienestar en la ikastola, y uno de los tres docentes que también ha estado una semana sin teléfono lo explica así: «El proyecto es interesante porque no trata sólo del móvil, sino de la dependencia. Queremos hacerles ver que hay que hacer un consumo responsable del móvil. Tienen 15-16 años y, queramos o no, en breve probarán el alcohol, el tabaco... Sustancias que crean dependencia».
A su juicio, «el tema de la salud mental está encima de la mesa desde hace años, pero de una forma muy teórica. Este programa te da la oportunidad de llevarlo a la práctica y ver el impacto real de las redes sociales en las vidas de los adolescentes». Asegura que ha visto «bien» a sus alumnos durante los días que han estado privados de sus dispositivos. «Creo que ahora son conscientes del uso que hacen de él».
Los dos estudiantes que participan en el reportaje han aprendido cosas durante su experiencia. Por ejemplo, que usan el móvil de forma muy distinta a sus padres. «Hablo mucho por Whatsapp o Instagram y ellos en cambio igual hacen una llamada y ya está», aprecia él. «Soy la que peor usa el móvil de la casa», admite ella.
Según diversos estudios, un tercio de los menores de entre 12 y 17 años pasa más de seis horas al día con el móvil. No es el caso de ninguno de los dos, aunque sí confiesan que en su entorno hay gente -«no todos»- que sí tiene una cierta «dependencia» del aparato.
El experimento para estar una semana sin móvil era voluntario; lo hicieron 40 de 70 alumnos de 15 años
«No se trata sólo del móvil, sino que abordamos la dependencia en general y el consumo responsable»
«Los primeros dos días sí echabas en falta el móvil, luego ves todas las cosas que puedes hacer para llenar ese tiempo»
«Aunque alguna vez una amiga me ha enviado mensajes a las cuatro de la mañana», cuenta Maddi. «Y claro, la ves al día siguiente por la mañana y dices ¿pero en serio te has quedado hasta tan tarde con el móvil?». También son conscientes de la gravedad del cyberbulling, que, explica Iñaki, ya está relacionado con la mitad de los problemas de convivencia en el centro.
La iniciativa ZEOS ('zentzuzko erabilera eta osasuna saretzen', en castellano 'tejiendo salud y bienestar digital') se ha puesto en marcha como experiencia piloto en dos colegios guipuzcoanos, además de en la ikastola Kurutziaga. El centro durangarra ya tenía mucho camino recorrido porque aquí nació 'Gure aukera, guk 16', un movimiento de familias que buscaba fórmulas para retrasar la edad de acceso de sus hijos al móvil. Pero tiene que ser algo coordinado. «Todos tienen móvil; creemos que es necesario, también para sentirte incluido y que formas parte del grupo», reflexionan Maddi y Martín.
- ¿Repetiríais la experiencia de estar unos días sin móvil?
- «Sí, pero en un tiempo, igual después del verano», salta Martín.
Según explica Maitane Ormazabal, responsable del programa, la idea es que los ayuntamientos y las mancomunidades también se adhieran a la iniciativa, de forma que sea una responsabilidad de toda la sociedad y no sólo de los colegios o de los chavales. «Cuando son pequeños, tenemos muy claro qué les conviene y qué no para su desarrollo. Pero cuando llegan a la ESO y Bachillerato les decimos, 'búscate la vida'. Y eso no puede ser».
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