Bomberos de Bilbao ven peligroso el adorno de luz previsto en Iparraguirre

La aspiración de convertir esta céntrica vía en un eje comercial y hostelero que una el Guggenheim con el Azkuna Zentroa ha estado rodeada de cierta polémica desde el principio. Los residentes han ido analizando con lupa cada paso del proyecto por su temor a verse invadidos por terrazas de hostelería, tal y como ocurrió en la calle Ledesma. Finalmente consiguieron que se mantenga el tráfico rodado y que el Ayuntamiento se comprometa a no ceder ni un metro más para veladores. Sin embargo, cuando se presentó el diseño hace menos de un mes, ya avisaron de que la nueva iluminación era «un mero ornamento». De hecho, han enviado un documento al Consistorio con sus alegaciones al proyecto por la «preocupación» que ha suscitado la cuestión sobre la seguridad del tendido de luces.

Los bomberos advierten de que el cableado en suspensión limitará su campo de acción, especialmente si necesitan desplegar la escala del camión para acceder a alguna de las viviendas. «Hay que entender que esto no es una simple escalera que se puede poner libremente aquí y allá. Necesita unas distancias, un espacio libre de obstáculos y unas mínimas medidas de seguridad», señalan. Así, sostienen que deberán hacer equilibrismos para esquivar el tendido en zig-zag, que se prolongará a lo largo de los aproximadamente 800 metros del tramo. Además, en la plaza San José y en la intersección con Mazarredo y Lersundi se creará una especie de telaraña con cables cruzados entre sí.

Las escalas que llevan incorporadas los camiones de bomberos de Bilbao pueden alcanzar hasta 50 metros de altura, dependiendo del vehículo utilizado. Por lo tanto, son capaces de llegar hasta el último piso en todos los portales de Iparraguirre. Las edificaciones más altas, en las esquinas con Barraincua y Juan de Ajuriaguerra, tienen ocho plantas. No obstante, antes de desplegarlas, se necesita estabilizar el vehículo. Para ello, se sacan cuatro patas que exigen como mínimo un metro libre de anchura en cada lateral y, por ende, separarse de la fachada, lo cual limita la operación. «Cuanto más nos distanciamos, más tenemos que inclinar la escala. Reducir la verticalidad significa también que pierda altura y soporte menos peso. Es pura física», indican.

Esas limitaciones complican no solo las tareas de rescate en un eventual incendio, sino también otras operaciones habituales como la retirada de un trozo de cornisa y el desplazamiento de una persona con problemas de movilidad; por ejemplo, un paciente con obesidad mórbida. «Hay que sumar su peso al de los bomberos que acudan a auxiliarlo. Estamos hablando de muchos kilos que la escala no soportaría si la ponemos en diagonal», avisan. Algo parecido ocurriría si hay que sacar a cualquier otro vecino por la ventana en caso de que se propague el fuego en el interior de la vivienda.

El techo de luz de Iparraguirre supondría un riesgo para la seguridad de los vecinos, pero también para la integridad de los propios bomberos. A las limitaciones en la movilidad de la escala hay que añadir el peligro de la instalación eléctrica, máxime en operaciones en las que se trabaja con agua. La combinación puede provocar cortocircuitos y grandes sustos. Las compañías eléctricas les recomiendan que guarden hasta seis metros de distancia en caso de tendidos de alta tensión. «Aun así, procuramos alejarnos lo máximo posible, pero a veces es una misión imposible», puntualizan.

Con todos estos ingredientes, los bomberos no dan crédito al proyecto planteado por el Ayuntamiento, ya que consideran que la seguridad debe ser «un elemento central» en cualquier actuación urbanística por delante de otro tipo de planteamientos estéticos. «En otros países sería impensable que un diseño así se aceptara sin preguntar primero a los servicios de emergencias. Al final conocemos de primera mano los obstáculos que hay en las calles en las situaciones de mayor riesgo», zanjan para que el Consistorio tenga en cuenta su preocupación y redefina el proyecto para reducir riesgos.