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Hace ocho años, el arquitecto danés Jan Gehl vino a Bilbao para participar en un congreso sobre la transformación de la capital vizcaína. El urbanista ... vivió un episodio entre anecdótico y milagroso. Cuentan que caminaba absorto por la calle Ercilla, ya peatonal entonces, junto a varios técnicos municipales que se habían ofrecido a mostrarle la ciudad. La comitiva llegó a Moyua. Para sorpresa de todos, Gehl no se detuvo, sino que siguió andando, bajó el bordillo y se metió de lleno en la calzada. Entonces, uno de sus acompañantes tiró de él hacia la acera para evitar que fuera atropellado por un coche. Tras el susto, comentó que su mente de urbanista no podía concebir un espacio tan capital para Bilbao dominado por los vehículos.
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Gehl ya puede estar tranquilo. El Ayuntamiento va a peatonalizar Moyua. Será el año que viene. No hay vuelta atrás. 2021 será el momento de un gran salto. El Consistorio materializará un proyecto que transformará para siempre la movilidad en el corazón de la villa: la consecución de un gran kilómetro peatonal, un eje que vertebrará el Ensanche y devolverá al viandante y al ciclista el poder sobre la trama urbana que separa precisamente Moyua de El Arenal. Para ello habrá también que vetar los coches en el tramo de la Gran Vía que enlaza la Plaza Circular y la Alameda de Urquijo, donde se ubican la Torre Bizkaia y El Corte Inglés. Se conseguirán entonces, exactamente, 1.040 metros lineales y consecutivos para disfrutar a pie o en bicicleta del entorno.
¿Por qué ahora, en plena desescalada del Covid-19, cuando las arcas públicas van a estar en una delicada situación? «El plan llevaba tiempo en estudio y lo íbamos a llevar a cabo en cualquier caso. Ahora hemos recibido los informes técnicos que lo avalan», sostiene el concejal de Circulación y Movilidad, Alfonso Gil. Además, si algo ha demostrado la pandemia es que el ciudadano demanda su espacio en la ciudad. Un paso hacia adelante así tiene más sentido que nunca porque el confinamiento ha mostrado el camino hacia algo que se consideraba utópico, pero que puede ser real. Al mismo tiempo se está produciendo un «peligroso» fenómeno de desafección del transporte público y un trasvase hacia el vehículo privado por temor a un contagio. Una tendencia que amenaza con sumir a las metrópolis en un caos de atascos y humo. «La sociedad ya no puede permitirse algo así», insiste Gil. «Detrás del duro golpe del Covid-19 que aún estamos encajando viene el tsunami del cambio climático y es el momento de actuar». Sobre todo también porque la ley aprobada para frenar esta amenaza fija como fecha tope 2023 para el establecimiento de zonas urbanas de bajas emisiones. Este posicionamiento a favor de la peatonalización y la movilidad sostenible también es compartido por el alcalde, Juan María Aburto. En una reciente entrevista con EL CORREO, el regidor aseguró que el Ayuntamiento «va a apostar por el peatón, dificultando el acceso del vehículo privado». La idea es mantener e incluso mejorar ese mix de movilidad que Bilbao luce con orgullo: 65% de los movimientos se hacen a pie o en bicicleta, 24% en transporte público y un 11% en turismo privado.
¿Cómo se va a conquistar al coche el espacio de Moyua? El plan pasa por poner coto a los 25.000 automóviles que pasan cada jornada laboral por allí. En hora punta, sobre todo entre las 17.00 y las 18.00, circunvalan su glorieta 1.900 vehículos. Una cantidad de tráfico ingente. La transformación de la plaza conllevará también la peatonalización del inicio de las ocho arterías que confluyen en este punto. De esta forma se conseguirá una gran cuadrícula (280 x 250 metros) vedada al tráfico, en la que sólo podrán entrar los ciclistas y los autobuses (los estudios dicen que 1.200 bilbobuses y 460 de Bizkaibus al día).
plan reversible
Aún no se ha determinado cómo se va a urbanizar. En realidad, desde el área de Circulación tienen claro (y más en este momento por la escasez de recursos públicos disponibles) que va a ser necesario un periodo de transición reversible. Es decir, durante un tiempo, antes de meter las máquinas, se probará cómo digiere la ciudad este colosal cambio. Como paso previo a ensanchar aceras, se ganará el terreno con pintura y jardineras. Algo provisional y barato. Después, si las cosas resultan como prevén los informes que los expertos de la ingeniería Leber han analizado, ya se procedería a realizar la transformación urbanística del entorno. El aspecto positivo es que este carácter transitorio (seguramente marcado por la necesidad de invertir de manera eficiente) tiene vuelta atrás e implica un gasto contenido de dinero. Es un salto mortal, pero con red.
Peatonalizar Moyua permitirá redescubrir un espacio que está acorralado por los coches, como identificó el arquitecto danés. «Es evidente que los jardines centrales se usan poco», afirma Gil. Pero también tiene otras implicaciones. Complicará la vida de aquellos conductores que 'abusan' de su automóvil para desplazamientos internos de muy corto recorrido. «Lo que no puede ser es que vayamos de San Mamés a Abando al volante», insiste el concejal. «Para estos casos debemos apostar por caminar, bicicleta o transporte público. No hay otra», valora.
El cambio en esta encrucijada de la villa obligará también a las personas que vienen en coche desde fuera a pensar la mejor ruta para alcanzar determinado punto de la ciudad de la manera más eficiente, puesto que atravesar esta trama urbana ya no será tan sencillo. No será la mismo acceder por la A-8 para ir a Abando que hacerlo desde Enekuri, por ejemplo.
Respecto al segmento a peatonalizar en la Gran Vía, la solución adoptada es clara e implica un ligero rodeo. Los coches que ahora giran a la izquierda en la Plaza Circular tendrán que bajar por Buenos Aires hacia Venezuela para incorporarse luego a Urquijo a través de la calle Ibañez. Es una idea que ya manejó Iñaki Azkuna pero que no gustó al sector comercial de la Gran Vía. Por esa zona pasan a diario unos 3.500 coches, cerca de 300 en hora punta.
Las peatonalizaciones, como la que se está desarrollando en Iparraguirre, conllevan la pérdida de plazas de aparcamiento. Para paliar este déficit el Ayuntamiento está ultimando una nueva ordenanza de parkings. En el área de Circulación están convencidos de que hay parcelas suficientes, pero que el sistema existente (rotación más régimen concesional) hace que buena parte de las plazas disponibles estén infrautilizadas. La nueva normativa «pondrá en valor los recursos existentes» y también es posible que abra la puerta a que se puedan estacionar bicicletas en condiciones de seguridad.
Otro cambio inminente será la modificación de la plaza Euskadi provocada por la ampliación del Museo de Bellas Artes. Lo que ahora es una rotonda se convertirá en una herradura para darle fuerza y presencia a la pinacoteca y sus accesos peatonales. Este cambio no ha gustado a algunos vecinos del entorno, que temen un colapso de la circulación por este 'mordisco'. Alfonso Gil es consciente de que las transformaciones en la ciudad generan resistencias. El edil apuesta por el diálogo con los diferentes agentes: residentes, comerciantes, hosteleros... «Tenemos que seducir», insiste. «Porque una ciudad más peatonal es más amable y adecuada para todos, así como también genera salud y oportunidades».
25.000 coches circulan al día por la plaza Moyua. En hora punta son 1.900.
3.500 vehículos pasan por el tramo de Gran Vía de El Corte Inglés. En hora punta son 300.
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