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A todo el mundo le gusta la energía verde y las cosas sostenibles, pero nadie quiere que un parque eólico le estropee las vistas. Con las terrazas de los bares pasa algo parecido: se está muy bien en ellas, pero nadie quiere tener una debajo ... de casa. Este tema, lo de conjugar el derecho al ocio y al descanso, es recurrente y difícilmente resoluble a gusto de todos. Pero Bilbao va intentar nuevamente darle una vuelta al asunto.
6.349 metros cuadrados
ocupan las 471 terrazas autorizadas en los barrios de Abando e Indautxu, según datos ofrecidos por la asociación vecinal Uribitarte Anaitasuna en base a la información facilitada por el Ayuntamiento de Bilbao. Es un metro cuadrado por cada ocho habitantes.
6.687 sillas
hay en todos esos veladores, junto a 2.377 mesas. Los vecinos denuncian que con el buen tiempo incluso se incrementan estas cifras, que son las autorizadas.
Para ello va a elaborar una ordenanza sobre terrazas, que es una asignatura pendiente desde hace mucho tiempo. Ya en 2018 el Ayuntamiento de Bilbao anunció que iba a desarrollar una normativa para reducir el espacio público que ocupaban estas instalaciones. Sobre todo, en el centro de la ciudad. En aquellos momentos en los barrios de Abando e Indautxu había 437 terrazas y desde el gobierno municipal se apuntaba la sobresaturación que se sufría, sobre todo, en calles como Ledesma y Licenciado Poza (también en puntos del Casco Viejo como Jardines y Plaza Nueva).
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Aquellos planes sufrieron los retrasos habituales, luego llegó la pandemia y todo se quedó en papel mojado. Ahora se reactiva de un modo muy embrionario. El Consistorio ya ha llevado a cabo una consulta previa para la elaboración de la nueva ordenanza. Luego llegará la redacción de la norma, se someterá a alegaciones por parte de los grupos políticos municipales, se aprobará inicialmente, saldará a información pública, habrá más alegaciones, y finalmente se publicará y entrará en vigor. Vamos, que por delante aún que queda mucha tramitación, o sea, tiempo.
Vecinos piden menos bares y más servicios Según los cálculos vecinales hay una terraza en el centro por cada 108,65 habitantes. Mientras, solo hay un aseo público por cada 6.396, una zona de juegos por cada 4.652 y una biblioteca por cada 10.234.
Pero ahora se está marcando el campo de juego y ya hay un dibujo de la situación actual. Según información facilitada por el Ayuntamiento a la asociación vecinal Uribitarte Anaitasuna, Abando e Indautxu tienen 471 terrazas. Es decir, un 8% más que en 2018, cuando la situación ya merecía adoptar medidas para reducir su impacto en el espacio público. «Hace seis años ya existía un problema y ahora, lejos de solucionarse, ha empeorado», se duele Marisa Fernández, secretaria de Uribitarte Anaitasuna.
A juicio de este colectivo vecinal, muy activo a la hora de liderar iniciativas para preservar el derecho al descanso ya sea frente al botellón o a las terrazas, el problema no es sólo la profusión de veladores en las calles del centro. Es que, además, «es habitual que incumplan los horarios y que se pongan más mesas y sillas de las que corresponden». Así que la asociación ha presentado una batería de «sugerencias» de cara a la redacción de la futura ordenanza en la recién finalizada fase de consulta pública.
Lo que reclama es lo lógico y previsible en atención a sus intereses: desde adelantar el cierre de los veladores a las diez de la noche entre semana (una hora antes que en estos momentos), hasta la señalización del espacio autorizado para que los abusos sean bien visibles. Pero, sobre todo, requieren poner fin a «la existencia abusiva de terrazas» limitando su número en función de ciertos criterios como la densidad por habitante o por tramos de calle.
Matiza Marisa Fernández que esto no pretende ser un ataque a la hostelería. «Los hosteleros no son los culpables de que esto esté ocurriendo», ya que se limitan a aprovecharse para su negocio de las facilidades que les otorga la normativa. «La culpa es del Ayuntamiento» por tener una regulación a su juicio muy permisiva y por «no vigilar» que se cumpla de manera eficiente.
Héctor Sánchez, gerente de la asociación de Hostelería de Bizkaia, ve las cosas de un modo muy diferente. El sector al que representa no ha enviado propuestas previas para la nueva ordenanza porque se trata únicamente de un «proceso participativo, de escucha, y el Ayuntamiento ya sabe muy bien lo que pensamos, nos tiene muy escuchados». Así que se reservan para trabajar «sobre un texto» ya elaborado, es decir, sobre el proyecto de ordenanza una vez que conozcan por qué lado va a tirar el gobierno municipal. Ahí presentarán sus alegaciones.
En todo caso, los hosteleros mantienen, igual que los vecinos, su postura tradicional. Recuerda Sánchez que con el clima más benigno que ha traído el cambio climático y los nuevos usos impulsados por la pandemia del covid «las terrazas han pasado a ser una parte muy importante del negocio en muchos locales». De hecho, asegura que sin ellas peligraría la subsistencia de parte del sector. «Luego nos quejaremos de que hay calles vacías, lonjas cerradas, de que eso crea entornos más inseguros».
En cuanto a los incumplimientos que denuncian los vecinos (que se vulneran los horarios y que se ponen más mesas y sillas de las debidas) el gerente de la patronal hostelera dice que «tienen toda la razón: las autorizaciones son las que son, y quien incumple tendrá que tener una sanción económica. Lo mismo que si alguien va a 160 kilómetros por hora por la autopista».
Luego está el tema del civismo. Es decir, si hay grupos que beben de pie y obstaculizan el tránsito en las aceras estamos ante un problema «de educación», no de normativa reguladora de las terrazas. Sánchez defiende que los veladores «no son malos; lo malo es cuando se hace un uso incorrecto e incívico del espacio público». En todo caso, llama a hacer una reflexión sobre «qué ciudad queremos» y si es compatible quejarse por lo mustio que está Bilbao al tiempo que se impulsan más restricciones para la hostelería. Por descontado, lo que el sector busca es aprovechar en la medida de los posible el espacio público «siempre con un equilibrio lógico» porque es bueno para el negocio y da vida a la calle y a la ciudad en general.
El Ayuntamiento va a tener que mediar y hacer algo que le gusta poco: no satisfacer a todos. La futura ordenanza pondrá coto a las terrazas, pero está por ver de qué manera porque desde el equipo de gobierno, que ha impulsado el proceso, no avanzan la intensidad de sus planes. Lo que se pretende es «la mejora de la convivencia de usos en el espacio público así como el control del espacio utilizado por la hostelería en calles y plazas, entre otras cuestiones», explican fuentes municipales.
En 2018 las cosas estaban más claras y el Ayuntamiento incluso había diseñado un modelo matemático en el que se tomaban en cuenta desde las características de los locales (metros de fachada, interiores...) hasta las de la calle (anchura de acera, si es peatonal, si pasa transporte público, si hay más locales hosteleros o comerciales, cuántas personas pasan al día por ahí...). En función de esas variables se determinaba cuántos metros cuadrados podían ser utilizados por terrazas. Y ya se avanzaba que eran menos de los ocupados actualmente en muchos lugares. ¿Sigue vigente este modelo? Parece que no porque desde el equipo de gobierno señalan que para la nueva ordenanza se está empezando la reflexión desde cero.
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