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JOSÉ doMÍNGUEZ
Domingo, 10 de noviembre 2019, 00:42
El rediseño de la mayor torre residencial de Euskadi, que se levantará en Garellano, no solo ha decepcionado a sus compradores, sino que también ha sorprendido a expertos y urbanistas. El boceto inicial del prestigioso arquitecto Richard Rogers ha perdido originalidad y ambición al ... quitar al edificio los miradores y sustituir sus fachadas acristaladas laterales por ventanas normales. También ha cambiado las barandillas de sus terrazas, de inicio también de vidrio, por barrotes y enrejados hasta el techo. De la bautizada como Anboto Dorrea incluso han desaparecido las 'cruces de San Andrés', unas aspas metálicas muy vistosas y señas de identidad de los proyectos del diseñador británico, pero al mismo tiempo una moderna y eficaz solución técnica para reforzar la estabilidad de una construcción. En definitiva, la vanguardista estética que ideó el premio Pritzker -el Nobel de la arquitectura- ha quedado un tanto diluida en un estilo más conservador que, al margen de gustos, invita a hacer una reflexión sobre el modelo de rascacielos que perfila el' skyline' del Bilbao del siglo XXI. Porque los últimos que se han levantado destacan por sus formas cada vez más elevadas, pero al mismo tiempo seguras, eficientes, compactas, acristaladas, cosmopolitas...
Buen ejemplo son las torres Isozaki, las primeras residenciales con el vidrio como único material en sus fachadas. Desde su inauguración en 2007, las dos moles de 22 plantas y 83 metros de altura son un referente en la ciudad. «Es el primer 'muro cortina' en edificios de vivienda -como se denomina a está técnica-, que incorporó ventanas que se abren para dentro», se enorgullece Iñaki Aurrekoetxea, arquitecto que colaboró con el proyectista japonés en su diseño y construcción.
El urbanista bilbaíno asegura que los rascacielos «pueden acoger balcones o terrazas «a cualquier altura». «En Nueva York las hay y bien grandes, incluso en un piso 100», apuntala. Sin embargo, reconoce que en la promoción del Paseo de Uribitarte se renunció a ellos «porque vimos claro que su incorporación iba a ensuciar la 'pureza' de la forma de todos los edificios que completan el conjunto urbanístico».
No tuvo problema en incorporarlos, sin embargo, en las tres primeras torres de Garellano, en cuyo diseño también participó. Aunque en este caso se optó por terrazas «remetidas dentro de la fachada». Sin ningún vuelo que sobresalga de las paredes. Primero, porque el régimen de viviendas protegidas y la normativa de Bilbao exigen que existan «tendederos donde colgar ropa al exterior».
41 plantas tiene la Torre Iberdrola, la más alta de Euskadi, aunque alberga oficinas. El edificio residencial más alto será Anboto Dorrea, en Garellano, con 36 alturas.
Seguridad y resistencia. Los últimos diseños han huido de estructuras y balcones «con vuelo» que sobresalgan de las paredes.
Pero, además, porque así ofrece un mirador al residente con vistas excepcionales de la villa, «más seguro y protegido del viento y la lluvia, tan frecuentes aquí». Argumento, el de la meteorología bilbaína, al que a su juicio también podría haber recurrido Richard Rogers al optar por el enrejado de sus balcones «como pantalla frente a vistas exteriores y quizá también tendedero».
Similar solución sigue la cuarta torre que se levanta en Garellano, con 33 plantas y llamado Bizkaia Dorrea. También el de Bolueta, «el rascacielos sostenible más alto del mundo». Su arquitecto, Germán Velázquez, reconoce que «tiene las terrazas justas para los tendederos». El resto del edificio son 3.000 «escamas de aluminio» y ventanas que no es necesario abrir «nunca» gracias al puntero sistema de renovación interior del aire.
La antigua torre del BBVA, futura Torre Bizkaia y sede del centro de emprendimiento de la Diputación, volverá a relucir en 2021 como hace medio siglo cuando se repongan los 1.116 paneles de vidrio.
Aunque para abrigo de cristal el de la Torre Iberdrola: «5.000 piezas instaladas según modelos matemáticos», resalta la directora del edificio, Elena Lázaro. Incluso una réplica a escala se testó en el túnel del viento «para demostrar que soporta los peores vendavales». «Es una fachada muy aerodinámica, sin duda», confirma Carlos Iturriaga, colaborador de César Pelli en el diseño de su estructura. Y en un edificio de oficinas de estas características, destaca el criterio de sostenibilidad, «porque son 60.000 metros cuadrados que, en inmuebles de cinco alturas, ocuparían ocho bloques».
Aunque el arquitecto reconoce que, al final, el concepto de «confort» es el que acaba primando al diseñar un rascacielos, diferencia entre el uso empresarial y el residencial. En este último caso, explica Iturriaga, «los balcones no son un problema de estabilidad, por mucha altura que haya».
Bien lo sabe Eugenio Aguinaga, también partícipe del boceto del rascacielos de Iberdrola e hijo del autor de las primeras torres de viviendas de Bilbao: las de Zabalburu y las de Etxe Zuri, en Sabino Arana, a inicios de los 70. Y remarca que las dos tienen balcones que no afectan «para nada» a su estabilidad. «Las primeras están preciosas tras su reforma y las segundas han envejecido peor y se ven feas por fuera, pero poco más».
También de aquellos años son las torres de La Casilla, de 20 alturas y con muchas terrazas cerradas hoy por cristaleras. «Quizá salir al balcón a esas alturas resulta hasta incómodo», confiesa Carlos Iturriaga. Es más, en algunos pisos que siguen abiertos se observan protecciones anticaída porque incluso una inocente pinza o canica puede convertirse en un proyectil sobre un peatón.
Materiales: la base del edificio será un núcleo rígido de hormigón armado en el centro, donde se ubicarán las escaleras de las 36 alturas. Incluirá muros pantalla, también de hormigón armado.
Diseño: las fachadas norte y sur tendrán terrazas. En principio, sus barandillas eran paneles de vidrio, pero su rediseño contempla barras de acero y enrejados. También se cambian los laterales acristalados por paredes con cuatro ventanas de 90 centímetros.
Materiales: fachada con revestimiento exterior discontinuo, con cámara de aire ventilada y aislamiento por el interior y hoja de ladrillo. Acabado mediante dos franjas de losas blancas y negras.
Diseño: bautizada Bizkaia Dorrea, consta de un bloque de 11 plantas con 36 viviendas, al que está adosada una torre de 33 plantas con otros 116 pisos. Esta última altura se convertirá en una preciosa terraza panorámica comunitaria.
Materiales: la ingeniería Idom ha diseñado un proyecto de rehabilitación que supondrá la sustitución de cada uno de los 1.116 vidrios que recubren sus fachadas, de 88 metros.
Originalidad: ha sido imposible restaurar todos los cristales, por lo que se encargó a una empresa belga con la tecnología necesaria su reproducción tal y como lucían en la inauguración de la torre en 1969. Ahora además, el edificio será energéticamente eficiente.
Materiales: la fachada son 5.000 piezas de vidrio colocadas como «un mecano» capaz de absorber dilataciones y presiones de vendavales. La estructura, de gran desarrollo tecnológico, fue testada a escala en un túnel del viento.
Diseño: es el octavo rascacielos más alto de España. Su forma es aerodinámica, un triángulo isósceles con los lados curvos. No se puede abrir ninguna ventana, pero el aire interior se renueva «seis veces por encima de lo exigido por ley».
Materiales: su fachada es un 'muro cortina' de cristales sostenidos por una estructura de aluminio interior, todo unido con «silicona estructural» preparada para soportar las condiciones climáticas de Bilbao.
Diseño: las dos torres coronan una estructura que incluye un total de cinco edificios, «que se anclan unos con otros». Los más bajos sustituyen el cristal por acabados de piedra e incluso de ladrillo.
Materiales:3.000 'escamas' de aluminio, cada una de cuatro metros de largo y 80 centímetros de ancho, abrigan su fachada de hormigón. Esta piel esta aislada con fibra de «lana de mineral de roca».
Diseño: es un guiño al pasado industrial del terreno, a las lascas de carbón y mineral que usaba la fábrica Santa Ana de Bolueta, la primera de Bilbao. Su irregular distribución quiebra la estética lineal y hace pasar desapercibidas hasta las ventanas.
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