Metro Bilbao vivió ayer una de las jornadas más complicadas de su historia. Sobre las diez de la mañana, una grúa que realizaba trabajos de ... obra en Lutxana golpeó un cable de alta tensión, lo que desencadenó un carrusel de incidencias que no se solventaron hasta las dos y cuarto de la tarde. En esas cuatro horas en las que el sistema eléctrico del suburbano sufrió problemas, decenas de miles de vizcaínos vieron su jornada trastocada.
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El impacto con la red de suministro provocó una caída de la tensión en la red eléctrica que afectó, en mayor o menor medida, a todas las estaciones de las Líneas 1 y 2, las gestionadas directamente por Metro Bilbao -el resto corresponden a Euskotren-. Las consecuencias se hicieron notar al de pocos minutos. A las 10.40 horas en las paradas entre San Ignacio y Basarrate se sucedieron fallos poco habituales. De forma aleatoria y sin obedecer a ningún patrón aparente, algunas escaleras mecánicas y ascensores dejaron de funcionar, lo que obligó a muchos viajeros a superar a pie los peldaños para salir a la superficie. La iluminación también comenzó a apagarse en los andenes, lo que implicó que las pantallas que muestran a qué hora llega cada unidad dejaron de estar activas. El desconcierto se apoderó de los usuarios.
La caída de la red eléctrica también implicó que la bomba de achique que hay en el túnel entre San Ignacio y Cruces dejara de trabajar. Al no poder realizar su labor, el agua invadió la vía, lo que aumenta el riesgo de accidente e imposibilita la circulación de los trenes. Todo ello supuso que el servicio entre estas dos paradas se mantuviera cortado una hora a partir de las once y media de la mañana.
En el tiempo en el que el problema estuvo activo, los trenes entre Kabiezes y Cruces funcionaron con normalidad, aunque al llegar al barrio baracaldés los usuarios que querían acceder a la capital vizcaína tuvieron que hacerlo por su propios medios. Metro Bilbao no ofreció -ni en esta ni en otras incidencias que surgieron durante la mañana- la opción de completar el trayecto con un transporte alternativo. Esta situación tuvo una consecuencia lógica: los viajeros, en función de la urgencia o posibilidades que tuvieran, echaron mano de taxis y bizkaibuses que hacían recorridos similares a los del suburbano.
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La avería entre San Ignacio y Cruces se solventó a las 12.40. Sin embargo, treinta minutos después de restablecerse el servicio en toda la red, los problemas se repitieron en las estaciones de la Margen Derecha y obligaron a cancelar todos los trayectos entre San Ignacio y Leioa. Esta incidencia coincidió con uno de los momentos en los que el metro tiene mayor afluencia -cuando miles de vizcaínos salen de trabajar y regresan a sus casas-, lo que aumentó la frustración entre los viajeros habituales. El enfado se hizo aún mayor cuando Metro Bilbao decidió desalojar algunas estaciones en las que centenares de personas se agolpaban en sus andenes. La compañía justificó esta medida porque desconocía cuánto iba a tardar en solucionar el problema y para evitar caídas a las vías o posibles arrollamientos.
La situación, en vez de ir a mejor, empeoró hacia las 13.34 horas. La empresa pública cortó la circulación en toda la línea, un recurso apenas empleado en los casi 30 años de historia del suburbano. Todas las unidades pararon en la estación que tenían más próxima y evacuaron a los pasajeros. Según portavoces de la compañía, la interrupción, que se prolongó durante trece minutos, fue necesaria para restablecer todos los sistemas.
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Con todo ello, a las 13.47 horas se restauró la movilidad en la Margen Izquierda y el tronco común. En cambio, los trenes no pasaron por el tramo comprendido entre San Ignacio y Leioa hasta media hora después. Fue a las 14.15 cuando el servicio se reanudó en todo el recorrido del suburbano, aunque a los convoyes les costó recuperar las frecuencias habituales. Los retrasos fueron la tónica general hasta bien entrada la tarde. La multitudinaria manifestación del 25-N en Bilbao, a la que miles de personas se acercaron en metro, también influyó en el desbarajuste generalizado que marcó una de las jornadas más caóticas que se recuerdan.
Metro Bilbao se esforzó ayer en señalar en todas sus comunicaciones que el incidente se debió a «una caída en la tensión eléctrica ajena al propio servicio». De hecho, precisan portavoces oficiales, los motivos del cierre de estaciones no estuvieron relacionados con el funcionamiento de los trenes, cuyo arranque depende del buen estado de la catenaria y de una subestación eléctrica de tracción independiente. Es decir, que se abastecen de energía de forma diferente a como lo hace el resto del sistema. Fueron las inundaciones derivadas de los problemas de achique de agua y la falta de electricidad en las estaciones lo que causaron la supresión de los servicios.
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La avería que ayer sufrió el suburbano es de las peores que se recuerdan en sus casi 30 años de historia. En realidad, hay que remontarse a finales de 2008 para encontrar un incidente que supusiera una perturbación similar. En aquella época hubo varios fallos seguidos en el suministro de energía provocados por un cortocircuito causado por un gato que se coló en una subestación y por un pico o sobretensión que desató un apagón generalizado que afectó a buena parte de Bilbao.
El otro accidente de una gravedad similar tuvo lugar en septiembre del año pasado. La rotura parcial de la catenaria cerca del Casco Viejo obligó a cortar el servicio durante cerca de cinco horas entre Bolueta e Indautxu. Este tipo de averías no suelen ser frecuentes pero sí resultan muy problemáticas. El motivo tiene que ver con que hay que cortar tanto el paso de energía como la circulación de los convoyes en un tramo amplio para que los operarios puedan ocupar la vía y ejecutar la reparación en condiciones de seguridad.
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