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nahikari cayado
Viernes, 30 de julio 2021, 01:36
Alexandru Andrei Ioniță es un joven de 23 años «trabajador, tranquilo y muy buena persona». Faltan manos para contar las palabras de cariño con las que su círculo de amigos le describe. La víctima de la brutal agresión que tuvo lugar en las campas de ... Jauregibarria, en Amorebieta, es muy conocida en Lemoa, localidad en la que reside desde los últimos tres años. «Nunca se ha metido en líos. Siempre busca la paz y si ve una pelea se va lejos, escapa. Lo que le han hecho no tiene nombre, eso no se le hace a nadie, ni a un animal», expresa con la voz entrecortada un allegado de la familia a este periódico.
Alex, como le llaman sus amigos, vino de Rumanía a España hace aproximadamente cinco años junto a su padre, Eugenio, cuando este se divorció de su madre. Después de pasar un breve periodo de tiempo en Madrid, ambos se mudaron a Amorebieta, donde permanecieron varios meses. De ahí se trasladaron a Lemoa, donde residen actualmente. El chico que se debate entre la vida y la muerte en la Unidad de Reanimación de Cruces tiene una relación muy estrecha con su padre. «Son uña y carne. Él está destrozado. ¿Cómo va a estar? ¿Cómo va a levantar cabeza con lo que le han hecho a su hijo? ¡Es su sangre, es su vida!», se duelen.
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El joven trabaja en la construcción con su padre. EL CORREO ha podido saber que Alex tenía previsto cambiar de actividad y comenzar una nueva etapa profesional en otra empresa del sector a finales de julio, pero sus planes de futuro se truncaron la madrugada del pasado domingo. Sus amigos más íntimos aseguran que es «súper trabajador». «Se ha buscado la vida desde pequeño; tanto él como su padre son unos currantes, no se merecen para nada lo que está pasando».
También destacan su «generosisad». «Siempre está dispuesto a ayudar en lo que sea -cuentan-. Es muy atento y tiene muchísimos amigos. Vaya donde vaya, encuentra a alguien conocido. El que le ha tratado en profundidad sabe lo bueno que es».
Alex ocupa ahora titulares y debates en medios de comunicación de todo el país. Los vídeos que muestran la descarnada paliza también han corrido como la pólvora. Algo que su grupo de amigos 'agradece'. «En parte», matizan, porque, aunque sean «terribles» -su padre no ha sido capaz de verlos, «rompe a llorar nada más darle al play»-, «está bien que se vean los rostros de los autores para identificarlos». Al tiempo, cuestionan a los que «se están sumando al carro sin saber de qué va el tema». Se refieren a que en estos últimos días proliferan «bulos» y fotos de «falsos agresores» que la gente está compartiendo en las redes sociales.
Al ser preguntado por los detenidos que machacaron a Alex, un amigo de la familia lanza un mensaje tajante: «Me da igual que sean menores o no. Si no pagan ellos, que lo hagan sus padres por no saber educar a sus hijos».
Todos sus allegados confían en la fortaleza del joven para salir adelante. Aseguran que «no van a poder con él; si hubiesen ido de uno en uno hubiera podido con todos. Pero, como son unos cobardes que van en grupo, no le dieron opción. En el vídeo se puede ver cómo cae al suelo y se levanta. Le dan con una botella en la cabeza y no se rompe. Eso no lo hace cualquiera. Es un tío fuerte y esperamos que pueda superarlo».
El padre del joven que recibió la brutal paliza en Amorebieta expresó ayer su desolación a las puertas del hospital de Cruces, donde su hijo seguía ingresado en estado crítico. «Me lo han matado, es mi hijo... seis, siete hombres, un hijo... lo han matado». La víctima permanecía en coma tras ser operada de un grave traumatismo craneoencefálico, entre otras lesiones. El padre, totalmente abatido, confesaba: «El médico me ha dicho que si no se recupera esta semana lo van a desconectar del aparato... estoy muerto yo».
De origen rumano, el padre de Alex declaró que no ha dormido desde el día de la agresión. «No puedo dormir, no puedo comer, no puedo nada». También se refirió al linchamiento de su hijo, desatado al parecer cuando intentaba defender a dos amigas del hostigamiento de la banda: «¿Por qué le han dado en la cabeza? ¿Por qué no le han dicho: 'vete a casa'?». Con lágrimas, pidió justicia: «Mañana es tu hijo, pasado es tu hijo y tu hija, ¿y qué?».
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