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Metro Bilbao se ha visto obligado a reforzar la seguridad en la estación de Plentzia para evitar nuevos episodios de aglomeraciones. Sus responsables no quieren que se repita lo ocurrido el último fin de semana, cuando la lanzadera que ofrece provisionalmente la conexión con ... Urduliz -la línea del suburbano está suspendida por un corrimiento de tierra- se convirtió en un embudo para la multitud de bañistas que regresaba de la playa a casa. Además de destinar más empleados, la compañía ya había decidido con anterioridad doblar la frecuencia de sus servicios, hasta ahora cada 20 minutos, para poner coto a los hacinamientos de viajeros.
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Las escenas vividas el pasado fin de semana fueron angustiosas. Así lo evidencian varios vídeos tomados por los propios usuarios, conscientes del riesgo que entrañaba la situación. Uno de ellos está grabado segundos antes de que el autobús emprenda la marcha hacia Urduliz. El gentío rebosa en el interior. Sin espacio libre, el pasillo también está hasta arriba. Tanto, que algunos optan incluso por sentarse uno encima del otro. Fuera, un considerable número de jóvenes empuja para conseguir acceder. Nadie quiere quedarse fuera, el toque de queda se presenta como una amenaza. «Prefiero llegar tarde a casa que esto», comenta un chaval, que a diferencia del resto, opta por esperar.
Las condiciones tan extremas provocaron momentos de tensión, con enfrentamientos entre los usuarios que querían acceder y los que trataban de evitar que se produjesen precisamente las aglomeraciones. Eran ellos mismos quienes gestionaban la situación. «Unos se enfrentaron y casi llegan a las manos», recordaba ayer Encarni, vecina de Barakaldo que se desplazó el domingo hasta Plentzia. «Cuando nos montamos, el autobús iba hasta arriba. No había control y varios le protestamos al conductor».
El buen tiempo de los últimos días, sumado a las vacaciones y a que las restricciones aún lo permiten, empujó a muchos vizcaínos a desplazarse a la costa, sobre todo a los arenales de Plentzia y Gorliz. A las caravanas de coches se sumaron las largas colas de usuarios del transporte público. La llegada, más o menos gradual, que se dio durante el día se desbordó al final de la jornada. De ahí que Metro Bilbao reiterara ayer su petición para que los usuarios regresen a casa de forma «escalonada». Más aún teniendo en cuenta que la capacidad del autobús -89 personas, no se reduce el aforo por Covid- que da servicio entre ambas estaciones es más reducida que la del suburbano.
El pasado fin de semana se dio también la circunstancia de que una multitud de chavales volvió a tomar el pinar de Gorliz. Agentes de la Ertzaintza y la guardia urbana tuvieron que desalojar de nuevo esta campa tras recibir el aviso de varios vecinos que alertaban de un botellón. Tras la actuación policial, los jóvenes emprendieron el viaje de vuelta a casa, provocando una de las escenas de aglomeraciones. La situación empeoró en la estación de Larrabasterra, donde se sumaron los bañistas que habían disfrutado de las playas de Sopela.
Ayer por la tarde, un fuerte dispositivo de seguridad evitó que volvieran a producirse las escenas de días pasados. Pese a que la afluencia de bañistas fue considerable, no se dieron grandes aglomeraciones y el servicio funcionó con normalidad.
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