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Palacio lleva más de dos décadas en la entidad. Ignacio Pérez
Ignacio Palacio | Director-gerente de Fundación Gizakia

«El 50% de los adictos tienen patologías mentales. Eso antes no se veía tanto»

El nuevo responsable de la entidad alerta de la «banalización» de los efectos de las drogas y del adelanto en el inicio del consumo a los 12 o 13 años

Lunes, 15 de enero 2024, 00:50

Ignacio Palacio tomó a finales del pasado año las riendas de la Fundación Gizakia, en la que entró a trabajar hace ya más de dos décadas. El futuro del trabajo con las personas adictas, con la que la entidad trabaja desde hace casi cuatro décadas, ... en sus inicios como Proyecto Hombre, debe pasar, en su opinión, por el desarrollo, por parte de las instituciones, de un «itinerario específico» para este colectivo, algo que en la actualidad «no existe». Pone el foco, además, en el aumento de las enfermedades psiquiátricas asociadas a los consumos, y alerta de que «de una adicción puedes recomponerte, pero de una patología mental no; eso es para toda la vida».

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- ¿Qué retos se marca?

- Infinitos. El principal sería poder mantener una atención de calidad y sostenible en el tiempo, porque las adicciones son multifactoriales y generan problemáticas muy diversas. Tienen que ver con la salud, con la parte social, con la laboral... Nuestra labor engloba todas las áreas, pero las administraciones tienen la actividad parcelada por departamentos con competencias muy definidas, con lo cual nuestra actividad de algún modo se ve fragmentada y es complicado de gestionar.

- ¿Echa en falta algo?

- Lo fundamental sería una visión integral de la adicción como problemática, porque ahora mismo hay una visión que es estrictamente sanitaria y una visión que es estrictamente social. Debería haber un mapa público de recursos con itinerarios específicos para hacer una intervención integral. Si como sociedad no somos conscientes de que la adicción sigue siendo un problema que se está llevando por delante a cantidad de personas, las administraciones tampoco lo van a poner como prioridad.

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- ¿De cuántas personas estamos hablando?

- Tenemos una sobredemanda, que en el último año ha crecido sobre un 23%. Eso no quiere decir que haya más consumo, sino que llega más gente. El año pasado, en adicciones, atendimos a unas 1.700 personas, entre afectados y familiares, y el anterior a unas 1.400. Estamos en máximos.

- ¿Tienen lista de espera?

- Sí. Nosotros no lo medimos en número, sino en tiempo. En la comunidad terapéutica llegamos a tener seis meses. Y hemos reabierto el centro de día hace poco, que lo tuvimos que cerrar porque no teníamos capacidad económica para sostenerlo, y antes de abrir ya se habían llenado las 28 plazas.

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- ¿Y cómo han podido sufragar la atención a 300 personas más en un año?

- Pudimos poner en marcha algún proyecto nuevo, como el aumento de la intervención en calle con el programa Erdu, con el Gobierno vasco, en el que fundamentalmente atendemos a chavales magrebíes que tienen vidas muy complicadas, que están en la calle con consumos y problemas de salud mental. También ha subido mucho la intervención en prisión, porque el año pasado hubo una convocatoria de subvenciones y se ha podido reforzar el equipo. Y también estamos dando más importancia a la atención con mujeres.

Concepto

«La adicción sigue siendo un problema que se está llevando por delante a cantidad de personas»

- ¿Por qué priorizan ahora a las mujeres?

- Se vio que era un colectivo, que supone el 20%, que no estaba siendo atendido de manera específica. En espacios grupales, que haya un porcentaje tan elevado de hombres frente al de mujeres hace que se retraigan.

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- El porcentaje de mujeres atendidas es muy bajo, pero entre los familiares que se acercan son mayoría.

- La adicción supone problemas muy serios, a veces con rupturas de familias, de relaciones, y eso puede hacer que una parte deje de lado a la persona con adicciones. Esa desproporción entre los acompañantes, que haya más mujeres, la explica un poco el vínculo materno.

- ¿Y por qué no acuden más con problemas propios?

- Ahí tenemos un reto. Ocultan su adicción porque socialmente tienen una carga extra. Son víctimas de una adicción y del rol social, que les obliga a mantener una imagen de responsable cuidadora. Les perjudica a la hora de acudir a tratamiento, porque hay miedo al qué dirán, a que te quiten la custodia de los hijos...

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- ¿Cuál es el perfil mayoritario?

- Podría ser un varón de entre 30 y 50 años, el 50% con patología mental asociada al consumo. Es algo que estamos viendo ahora, pero que antes no era tan habitual. Y hay que tener en cuenta que de una adicción puedes recomponerte, pero de una patología mental no; eso es para toda la vida.

- ¿Por qué hay más problemas mentales?

- Por un lado, por los tipos de drogas y los efectos que tienen sobre la bioquímica cerebral. Antes el consumo era básicamente de heroína y ahora hay muchísimas sustancias adulteradas. Otro elemento importante es la edad, que se empieza a los 12 o 13 años, cuando el cerebro no está formado. Y también por la normalización del cannabis.

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- Pero los adolescentes disponen de información.

- Pero los mensajes de la sociedad son de banalización del consumo, que no pasa nada. No somos conscientes de los mensajes que lanzamos.

- Se empieza pronto, pero la edad media de quienes piden ayuda es alta.

- La razón principal es que no llegas al tratamiento hasta que no ves que el consumo te está lastrando la vida. Al principio es maravilloso, hasta que pasa un tiempo y te empieza a afectar. En el caso de los adolescentes, además, la percepción de riesgo es distinta, y quienes acuden solicitando ayuda suelen ser los padres, que ven cambios en sus hijos.

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