«¡Qué ganas tenía de veros!». Juan Mari Aburto ha saltado de nuevo a la cancha. Ha pasado mes y medio en el banquillo, observando todo a distancia, pero en este tiempo el alcalde de Bilbao seguía disputando en la sombra el partido más ... difícil de su vida. Un tercer susto del tumor que le descubrieron hace trece años en el duodeno, una zona del intestino delgado, le volvió a llevar al quirófano a mediados de abril. Pero desde ese mismo momento, pese a todo, en su cabeza ya preparaba el regreso al campo al que ha dedicado los últimos seis años. Arropado por su equipo y concejales de todos los partidos de la oposición, el regidor volvió a pisar este viernes el Ayuntamiento. Y lo hizo para quedarse: «Lo necesitaba».
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Tuvo cierto simbolismo que su primer acto público fuera la recepción oficial que el Consistorio rindió en el Salón Árabe al Bidaideak Bilbao BSR, recién proclamado campeón de la liga de baloncesto en silla de ruedas. Aburto lo aprovechó para hablar de valores como «la constancia, el compromiso y el esfuerzo», al tiempo que el presidente del club, Txema Alonso, le felicitaba de vuelta por haber ganado su «particular liga frente a la adversidad». En una charla posterior con EL CORREO, el mandatario bilbaíno no ocultó que su recuperación ha sido -lo sigue siendo- «dura», pero se ha aferrado a las ganas de volver al trabajo «lo antes posible» para no desesperar.
No han sido ni dos meses de baja, pero se le ha hecho largo y costoso. Especialmente cuando permaneció ingresado en el hospital, «sin poder salir de la habitación ni recibir visitas» por las restricciones contra el coronavirus. «Son momentos que sirven para reforzar lazos con la familia y para hacerte un poco más fuerte», reflexiona. Su mujer, Arantza, y sus dos hijos, Jon y Asier, han sido, en este momento aún más si cabe, los puntales para su recuperación. Pero en estas semanas también ha recibido el calor de propios y extraños por la calle, por el teléfono y por las redes sociales. Hasta la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, a quien le une una gran amistad tras años de trabajo codo con codo, se acercó a interesarse por su estado.
Tanto los médicos como el paciente están satisfechos con los resultados. «Estamos contentos y yo me siento bien de salud», se congratula el alcalde. Dice haber cumplido a rajatabla con todas las recomendaciones que le han hecho los especialistas para no trastocar su convalecencia. Bueno, a decir verdad, todas salvo una... «No estaban muy de acuerdo con que me reincorporara ya, me dijeron que esperara, pero yo necesitaba sentir nuevamente el Ayuntamiento y participar de la vida municipal. Estoy feliz». Es consciente de que todavía tiene que mejorar, pero no quiere que ese proceso se convierta en un obstáculo marmóreo para ejercer el cargo: «Seré disciplinado con mi salud, pero vuelvo para ser alcalde con todas las de la ley, si me permite la expresión».
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La vuelta, en todo caso, está siendo paulatina. Su equipo ha diseñado una agenda oficial más despejada de lo habitual -este viernes solo tuvo un acto; el lunes asistirá a la reunión del Comité Asesor del LABI en Vitoria- y se enfrenta ahora al reto de encontrar huecos para incluir algunas de las actividades que los médicos le han recetado: «Me han dicho que tengo que andar, hay que hacer espacio en la agenda». Cabe recordar que en noviembre también fue intervenido de la cadera. Menos tiempo dedicará a empaparse de la actualidad municipal porque, en realidad, poco detalle ha perdido durante su ausencia. «Ayer (por el jueves), en cuanto salí del médico, me puse a seguir el Pleno. Es raro verlo desde fuera, sin estar ahí», apunta.
El contacto con su equipo ha sido permanente. «Amaia (Arregi) ha ejercido de alcaldesa a las mil maravillas», asevera. Pero el regidor titular no oculta que por mucho avance tecnológico, pese a la infinidad de videollamadas y 'guasaps' que haya podido intercambiar con sus colaboradores, «no es lo mismo» que el contacto cara a cara, el de toda la vida. Aun así, ha estado informado en todo momento sobre cualquier movimiento en la actividad municipal. Y, sobre todo, muy atento a la evolución de la pandemia, «un mal sueño que esperemos podamos dejar atrás lo antes posible». Para eso, dice, hay que extremar las precauciones justo ahora que, tal y como comparte con el lehendakari, «estamos viendo algo de luz al final del túnel».
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Aburto confía en que su regreso a la actividad municipal coincida en el tiempo con «un antes y un después» en el escenario pandémico. De sus palabras se desprende que tiene ganas de empezar a hablar al fin de otros temas que no sean restricciones, cierres, incidencia acumulada o el número reproductivo básico. «Necesitamos buenas noticias», sintetiza. Es por eso que no desaprovecha la ocasión para enumerar algunos de los retos que encara la villa una vez que la pandemia sea cosa del pasado. De cómo Bilbao debe volver a mirar hacia fuera, al mundo, y hacia dentro, a sus barrios.
El objetivo, resume, es que la capital vizcaína siga siendo «atractiva». Pero no solo para inversores y turistas, sino también para que quienes nacen, estudian o trabajan aquí tengan oportunidades para desarrollar sus proyectos vitales sin tener que irse. Y para eso, insiste, hay que salir ya de esta pesadilla que tanto a la sociedad como a él en particular les ha enseñado una valiosa lección para el futuro: «La salud nos marca el camino de nuestras vidas».
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Aburto cree que, a estas alturas, estamos ante un momento de la pandemia «que ya nos hace ver las cosas de otra manera». Se refiere al descenso de la incidencia acumulada y, sobre todo, al creciente ritmo de vacunación, que «en junio va a dar un importante salto cuantitativo». Sin embargo, advierte de que aún no es hora de relajar las protecciones individuales y colectivas contra la Covid-19, máxime cuando la bajada de casos muestra ya claros signos de ralentización en Euskadi tras semanas de notable bajada. «Es necesario extremar las medidas. Hemos hecho un gran esfuerzo, hemos sido responsables, y no podemos tirar todo ese trabajo por la borda», avisa. El alcalde comprende que la sociedad esté necesitada de buenas noticias -«queremos salir y encontrarnos con gente»-, pero pide un último esfuerzo para «ganar la batalla» y no volver a escuchar del virus. «Que la mejora que estamos viviendo no nos haga caer en un optimismo exagerado ni nos haga olvidar la responsabilidad que debemos seguir manteniendo», recuerda.
El regidor bilbaíno asistirá a la reunión del LABI del lunes, en la que se debatirá la flexibilización de los horarios de la hostelería. «Si se pueden tomar nuevas medidas se hará, pero siempre con los informes técnicos en la mano», asegura. Se compromete a seguir ayudando al sector; en los próximos días, con la concesión de «un 70%» de las 110 solicitudes de terrazas presentadas de cara al verano.
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El alcalde confía en que el verano suponga «un punto de inflexión» para la recuperación económica y llama a confiar en ello. «Debemos estar preparados para volver a ser atractivos para los turistas», anima. Asume que el periodo estival no será tan bueno como hace dos años, pero considera que será el momento decisivo para impulsar los sectores «que tan mal lo están pasando», como la hostelería, el comercio y la cultura.
Aburto asegura que el Ayuntamiento ha trabajado «de manera decidida, honesta y con ilusión» para seguir siendo sede de la Eurocopa, pero recuerda la situación sanitaria: «¿Qué se habría dicho si no hubiéramos cumplido con las medidas?». El alcalde dice mantener el contacto con la UEFA «para seguir trabajando con ellos en el futuro». ¿Tal vez una final de Europa League? «No quiero anticipar cuestiones», zanja.
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Por mucho que mejore la situación sanitaria, este verano tampoco habrá una Aste Nagusia de multitudes. «Tenemos que trabajar con la Comisión Mixta para decidir qué podemos hacer. Lo que vislumbro es que realicemos actos que fundamentalmente tengan que ver con la cultura». Al mismo tiempo, llama a «poner el foco desde ya en 2022» para recuperar «el evento internacional más importante que tiene Bilbao».
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