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En Euskadi faltan profesionales de Atención Primaria. De las 200 plazas vacantes de médicos y pediatras ofertadas este año, Osakidetza solo ha conseguido cubrir la mitad con los especialistas que han acabado la residencia y los que estaban en la bolsa de empleo. Pero previsiblemente ... cuando acabe este 2022 en los listados de Salud vuelva a haber 200 o más plazas libres, una vez se contabilicen las que han quedado desocupadas por jubilaciones, bajas y traslados.
A corto y medio plazo este problema va a ir a más. Según el último informe del Ministerio de Sanidad, el 29% de los 1.718 médicos de familia que ejercen en Euskadi tienen 60 años o más. Esto es que 500 de ellos llegarán a la edad de jubilación en 5 años y, vista la tendencia, serán bastantes menos los jóvenes facultativos que se incorporen a estos puestos. Todas las entidades y sindicatos sanitarios coinciden en señalar que las más afectadas por esta falta de facultativos van a ser «en mayor o menor medida, todas las localidades pequeñas y las rurales», en las que en Bizkaia viven más de 100.000 personas.
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Por eso el futuro que dibujó el miércoles la consejera Gotzone Sagardui para la Atención Primaria es, cuanto menos, descorazonador. Lejos de ofrecer ideas imaginativas para recuperar el prestigio de esta especialidad y proponer incentivos que puedan revertir la cada vez mayor falta de facultativos de familia en los centros de salud, como le reclaman los colegios y las asociaciones profesionales, la solución planteada sonó «derrotista, a que han tirado la toalla». Quizás lo que hizo Sagardui fue un ejercicio de realismo crudo de difícil digestión.
«No podemos obviar que, tanto la especialización derivada de la innovación en técnicas y tecnologías, como la escasez de profesionales de Familia apuntan a un horizonte de mayor movilidad de la ciudadanía para recibir atención», dijo en un foro en el que estaban presentes la cúpula de Osakidetza, representantes políticos y miembros de la industria farmacéutica. Traducido al lenguaje llano, tendremos que movernos más de lo que lo hacemos ahora para recibir algunas prestaciones sanitarias. Sagardui habló de «un cambio cultural en el uso de los recursos sanitarios». Algo que será necesario tanto para determinados procesos complejos que se desarrollarán solo en unos pocos hospitales -ocurre en la actualidad y que la población comprende-, pero también para ir al médico de cabecera fruto de la cada vez mayor falta de doctores prevista en los próximos años.
Es más, Sagardui avanzó dónde se dejará sentir este problema, si bien ayer matizó que «no habrá cambios» en el modelo de Atención Primaria. «Habrá consultorios atendidos por servicios de enfermería o, incluso cerrados en épocas como las que se avecinan: las vacacionales». Y consultorios en Euskadi solo hay en las zonas rurales. Los habitantes de los pueblos se arriesgan, por tanto, a poder quedarse sin médico de familia en los próximos años y tener que desplazarse más para ser atendidos.
En Bizkaia hay 89 consultorios que dan servicio sanitario a más de 100.000 personas. Cada uno está atendido por un médico y una enfermera y no en todos los casos permanecen abiertos de lunes a viernes ni durante toda la mañana. Hay 37 despachos con horario reducido o que solo abren algunos días de la semana, porque los sanitarios que los atienden también se encargan de la cobertura de otros pueblos cercanos.
SATSE, el Sindicato médico, ELA y LAB coinciden en señalar que todos los dispensarios, en mayor o menor medida, tienen «riesgo» de perder a su médico en los próximos años por la falta de profesionales. Comparte esta reflexión la asociación profesional Médicos Unidos por sus Derechos (MUD). Uno de sus portavoces en Bizkaia, Ricardo Martín, facultativo en Zalla, explica que el escenario futuro dibujado por la consejera es el que ya se vive en verano en muchas comarcas rurales.
«Los consultorios dependen de las Unidades de Atención Primaria. Todas ellas tienen un centro de salud de referencia. Cuando faltan médicos lo que se hace es ocupar primero los puestos del ambulatorio grande y, una vez la mayoría están cubiertos, se atienden los consultorios», explica Martín. En Euskadi es habitual que, sobre todo en verano, cuando los titulares están de vacaciones, sus consultorios permanezcan cerrados o se abran solo unos días si tienen la suerte de ser atendidos por un facultativo que dobla su zona para cubrir a su compañero durante unas semanas.
Martín teme que las soluciones de emergencia que se aplican en verano -reducción de horarios en todos los ambulatorios y cierres en las localidades pequeñas- comiencen a extenderse al resto del año, reflexión que comparten en SATSE y LAB. «A este paso acabaremos con el mismo modelo que tienen en zonas rurales de Palencia, donde el médico acude al pueblo una vez a la semana o cada 15 días», valora este galeno de Zalla.
En Bizkaia las localidades pequeñas de las comarcas de Barrualde, Lea Artibai y Enkarterri son, en opinión de SATSE, las que más riesgo tienen de comenzar a perder a sus médicos y pediatras por las dificultades para reponer las jubilaciones previstas en los próximos años o los posibles traslados. En algunas de ellas ya faltan facultativos y sus vecinos han protagonizado diferentes movilizaciones en los últimos años, como es el caso de Abadiño, Elorrio, Amoroto o Mendexa.
Desde el Sindicato Médico recuerdan que, además de ser «zonas desfavorecidas», la población que reside en ellas es «gente mayor». Obligarles a desplazarse más para ver al médico implica que, en muchas ocasiones, un familiar o vecino le lleve en coche al ambulatorio situado en la localidad cabecera de esa comarca. El diputado general de Álava, el jeltzale Ramiro González, rechazó el jueves el plan de Sagardui para la Primaria y recordó que «la permanencia de la población en las zonas rurales depende de la calidad de sus servicios públicos». Y uno de los más esenciales es la cobertura sanitaria.
Sagardui y su equipo han culpado estos días de la situación a la «mala planificación» de anteriores administraciones, al límite de plazas de las facultades de Medicina y a las restricciones del sistema MIR como causantes de la falta actual de médicos de cabecera. También han indicado que una parte de los facultativos que acaban la residencia en Primaria no se incorporan porque «tenía previsto cogerse unos meses sabáticos», explicó Martín. Otros quieren cooperar con una ONG en el extranjero. Como parche a la falta de facultativos el Departamento de Salud prevé que haya consultorios atendidos únicamente por enfermeras.
Tanto el análisis de las razones que han llevado a Euskadi al actual escenario, como la posibilidad de que no haya médicos en algunos despachos y esos puestos sean ocupados por enfermeras se ha encontrado con el rotundo rechazo del Consejo de Colegios de Médicos de Euskadi. Sostienen que medidas como las propuestas por Sagardui «devalúan» la sanidad pública y recuerdan que llevan años reclamando a las administraciones una mejor planificación para evitar escenarios como el dibujado por la consejera. La propia Osakidetza, en un informe interno de 2007, reconocía la necesidad de formar a más facultativos para evitar las «verdaderas dificultades» que generará la escasez de estos profesionales.
De las 76 plazas de pediatra y médico de familia vacantes en Bizkaia que Salud ha intentado cubrir con contratos de 3.000 euros al mes y una duración mínima de seis meses, 39 siguen sin ocupar. De ellas 25 están en Barrualde (Busturia y Lea-Artibai), según la información de LAB. La mayoría son de tarde, un horario que no atrae a un colectivo muy feminizado y con hijos pequeños.
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