El Bilbao Basket ha sobrevivido este miércoles en Oporto a otro ejercicio de funambulismo extremo y se anotó una nueva victoria agónica que le permite seguir invicto en la FIBA Europe Cup con ocho triunfos en otros tantos partidos. Pasó de la nada al todo, ... de una primera parte que hería la vista a una segunda en la que subió sus prestaciones defensivas, detuvo el frenesí anotador de los portugueses y a lomos de Adam Smith (18 puntos), Killeya-Jones (14 y 10 rebotes) y Alex Renfroe (11 puntos, 8 asistencias y 6 capturas) superó a un rival que ganó tres de los cuatro cuartos pero fue desmontado en el tercero. No completaron un buen encuentro los vizcaínos, aunque al menos tiraron de orgullo y actitud tras el paso por los vestuarios para arreglar un duelo que pintaba peor que la cena de Nochebuena en la casa de los Del Nido Carrasco.
Porque el partido nació más torcido que la Torre de Pisa. El Bilbao Basket proponía poco, transmitía menos y encestaba a cuentagotas, como si una fuerza invisible sujetara las muñecas de los hombres de negro y las retorciera para que vieran el aro del tamaño de un botón. El Oporto jugaba más duro, más físico, con hambre, pegaba palos cuando había que pegarlos y metía con una facilidad pasmosa. Hubo un momento en el que acreditaban más de un 70% en lanzamientos de campo. Barber, quien salía de una lesión, Melvin, Kloof y Harrison eran un problema irresoluble para la porosa y anémica defensa visitante. Les llovía plomo a los vizcaínos y estaban a descubierrto, vulnerables, dudosos y con la confianza por los suelos. Las caras devolvían una imagen de incertidumbre y desconcierto, incompatible con un aspirante a todo. Había que cambiar de guion y rebelarse, algo que se hizo esperar.
El Surne no tardó nada en ser doblado en el marcador por los portugueses, que abrieron la velada con un 4-0 y se colocaron ocho arriba tras una canasta de Harrison (16-8). Apareció Smith para minimizar los daños y dar algo de aire a los suyos, que duró poco en los pulmones de los bilbaínos. Kloof –espectacular con 22 puntos– y de nuevo Harrison pegaron con el mazo y abrieron la brecha hasta menos nueve (23-14), que suturó un poco Kullamae con un triple para cerrar el primer cuarto seis abajo (23-17).
No solo era el resultado, adverso, sino la confusión que transmitía el equipo. Tsalmpouris se ha convertido en un jugador absolutamente inofensivo, blando, que está perdido en la pista. Reyes necesita resetearse ya porque ni él mismo se reconoce en el espejo. Tuvo un tiro a dos metros del aro y apenas llegó a rozar el hierro. Urge que recupere la confianza en sí mismo y que lo haga ya porque el equipo le necesita. El caso es que el Bilbao Basket no terminaba de encajar en el partido y el Oporto sacaba chispas de su indefinición. Una tímida reacción en forma de un parcial de 2-8 acercó a los de negro a seis (33-27), pero con un Barber 'on fire' los lusos se fueron 15 arriba (42-27). Visto lo visto, la mejor noticia fue irse al descanso solo diez abajo.
Transformación
Uno daría un duro que no tiene por haber podido escuchar a Jaume Ponsarnau en el descanso. La charla tuvo que ser deliciosa porque el Surne salió con otro brío y una actitud defensiva adecuada. Los hombres de negro apretaron, el Oporto ya no anotaba fácil y los vizcaínos empezaban a acertar. Andersson arrimó el hombro y Smith por fin escupía fuego. De aquel 42-27 se pasó al empate a 48; es decir, un parcial acumulado de 6-21. El Bilbao Basket se puso por delante por primera vez a falta de 1'20 para el final del tercer cuarto. El entrenador local vio una técnica, la 'mano invisible' metió el tiro libre y luego otra canasta de dos seguida de un par de puntos de Rabaseda. Ganó su único cuarto (12-27) y le bastó.
Los hombres de negro por fin parecían estar cómodos en la cancha. Una serie de canastas de De Ridder y Pantzar dispararon al Surne hasta su máxima ventaja en el partido (58-71). El Oporto estaba en el desierto y sin agua, pero el Surne se la acercó en su infinita torpeza y le dio vida. Atacó fatal en los momentos de la verdad –el tiro de Andersson no tocó el aro a falta de 18 segundos para el final con el 72-75 en el marcador– y Barber perdonó un triple que olía a prórroga. A Killeya-Jones le dio tiempo a fallar dos tiros libres y Harrison amagó con repetir lo de Feliz en Badalona. No fue nada. Solo miedo. Justo la sensación de la que tiene que liberarse ya el equipo.
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