Leyma Coruña 79-100 Bilbao Basket

Rubén Domínguez hace volar al Bilbao Basket en La Coruña

Estaba subrayado en rojo el partido de La Coruña en la agenda de los hombres de negro, quienes decidieron apuntarse a la moda del baloncesto de 'run and gun' –correr y tirar– en la pista gallega. Resulta curioso que lo hiciera un equipo negado desde la línea mágica, menos fiable que una escopeta de feria, pero el Bilbao Basket apostó sin complejos por esta variante y se salió del mapa. Se fue al descanso con un flojísimo 4 de 17 en intentos de tres (23%), pero luego disparó con munición de verdad hasta alcanzar un bestial 20 de 41 (48%). El último de ellos, el de Ali, llegó sobre la bocina y permitió poner al equipo a 100. Una borrachera anotadora que viene de maravilla a los vizcaínos, reforzados en la tabla y en el ánimo, que ahora aguardan el duelo del jueves ante el Andorra con más energía que el conejo de las pilas Duracell.

El capítulo uno del encuentro ante el Leyma arrancó con un triple de De Ridder y el consiguiente parcial de 11-0 rubricado por los locales, en cuyas filas hacían daño Taylor y el exhombre de negro Goran Huskic, con cinco puntos y otros tantos rebotes. El Surne no encontraba la manera de atacar al aro rival, con un Ali más perdido que un pulpo en un garaje. Lo fallaba todo, no se enteraba de nada, a veces ni llegaba al hierro, hasta que entró en trance anotador –seis de diez en triples– que desesperó a los gallegos. Los de Ponsarnau replicaron con un parcial de 0-6, minimizaron los daños y apretaron el marcador. En este cuarto inicial, concluido con el 16-15, el Leyma dispuso de siete tiros libres por ninguno de los vizcaínos y se quedó en dos faltas personales, mientras que la franquicia de Miribilla entró rápido en el bonus.

Fuego en el perímetro

Con un Ali inicial dubitativo, luego rehabilitado con cuatro triples seguidos y 24 puntos finales, la entrada de Rubén Domínguez iluminó al equipo. El chaval asumió responsabilidades, defendió y se marchó al descanso con 10 puntos y excelentes porcentajes. Solo era el aviso de lo que estaba por llegar. Una explosión. El equipo se contagió de la energía del gaditano y tras verse siete abajo (30-23) reaccionó con un 0-9 que le devolvió la ventaja en el marcador. El Bilbao Basket quería correr y corría cada vez que podía, decidido a imprimir ritmo y velocidad al partido. Con un nuevo triple del de Puerto Real se llegó al descanso cinco arriba (33-38) –fue sobre la bocina y revisado por los árbitros– y las sensaciones mejoraron un mundo.

Fue entonces cuando Ali enloqueció, justo después de pasar por la caseta. Hay que comer lo que le dieron de merendar. Se olvidó de las dudas de la primera parte y clavó cuatro triples seguidos que, junto con uno de Frey, puso nueve arriba a los bilbaínos (46-55). Todavía había un problema al otro lado de la cancha que se llamaba Brandon Taylor, un 'killer' al que sujetar era complicado, pero que terminó apagándose eclipsado por el brillo de un chaval de 21 añitos. Rubén Domínguez escupía fuego desde el perímetro –cinco de cinco en triples en el último período–, jugaba con el aplomo de un veterano y sus compañeros le buscaban como las plantas buscan al sol. Era el centro del universo, la mano que mece la cuna, la muñeca que desangraba al Leyma. Luego se sumaron otras, como la de Gielo, y el Bilbao Basket hizo saltar en mil pedazos a los coruñeses en un último cuarto apoteósico en el que anotaron la friolera de 38 puntos.

Con Taylor desactivado, solo Thompkins y Huskic mantenían el tipo. Simples caricias que no movieron ni un centímetro de su sitio al Surne. Un equipo que hasta este sábado era una calamidad en triples y acabó por convertir 20 de 41. Una barbaridad que pide más marcha, rock and roll y continuidad ante el Andorra. Que siga la fiesta.

Comparativa de los equipos