Betis 86-78 Bilbao Basket

La fea costumbre de perder fuera

El intercambio de golpes inicial fue bestial. Soltaban zarpazos unos y otros, fuego cruzado, con Emir Sulejmanovic preciso en todas sus acciones y un BJ Johnson más entonado que la Sinfónica de Viena. Casi la mitad de los puntos del Betis en el primer cuarto fueron suyos –10 de 22–, con un tres más uno incluido. El Bilbao Basket aceptó el reto del perímetro y tiraba triples como si no hubiese mañana. Metió cuatro de nueve en este período por los tres de ocho de los andaluces. El ritmo del partido era alto, sin apenas respiro, y los hombres de negro se fueron cuatro arriba después de una canasta desde Suecia de Andersson (16-20). Pero los locales se jugaban literalmente la vida y respondían de inmediato con el objetivo de no perder de vista a los vizcaínos. Los 10 minutos introductorios acabaron sin dueño (22-22).

No iba mal el partido para el Surne, pero más allá del acierto se intuía un problema en la pintura que se agravó sobremanera en el segundo período. No había manera de que los hombres de negro cerraran su espacio aéreo, y eso que por fin reapareció Jeff Withey tras más de dos meses de baja. Ni el californiano, ni Kyser ni Tsalmpouris conseguían blindar los cielos. Tanto es así que el Betis llegó al descanso con 27 capturas –¡11 de ellas ofensivas!– por apenas 9 del Bilbao Basket. Una diferencia abismal que se tradujo en segundas, terceras y enésimas oportunidades para los sevillanos. Así llegó el parcial de 14-3 que endosó el Betis a los de Jaume Ponsarnau, afanado en la búsqueda del mejor quinteto a la hora de proteger el aro. No lo encontró. Tyson Pérez y el veterano Jeremy Pargo –llevaba cuatro de cuatro en triples en la primera parte– destrozaban el aro rival. Dos tiros libros de Gerun dieron la ventaja máxima a los béticos (42-33), reducida a un menos siete gracias a un acierto de Andersson. Los vizcaínos se desangraban en el rebote y resolver este tema en la reanudación era clave para aspirar a ganar fuera tras casi cinco meses.

Reacción y desconexión

Salieron afilados los bilbaínos, decididos a pegar un corte a su rival. Ajustaron las vigilancias en la pintura, apareció Tsalmpouris y un Radicevic vestido de asistente para dar la vuelta al marcador. Un parcial de 2-14 puso cinco arriba al Surne (49-54), que en vez de seguir pegando con el mazo permitió que el Betis se serenara y volviera al partido. Rabaseda tuvo un triple liberado, pero decidió penetrar e hizo falta en ataque. A partir de ahí, los locales fabricaron un 8-0 que les devolvió el color en las mejillas (57-54). El rebote seguía siendo una ruina (40-18) y aún así los hombres de negro aguantaban en el parqué. Cerraron el tercer cuarto empatados (60-60) gracias a dos triples seguidos de un gran Andersson –18 puntos y una caída escalofriante que le obligó a retirarse al final–, quien perdonó un tiro libre con el tiempo agotado. Todo estaba en el aire en el San Pablo.

Hasta que Montero salió de la lámpara y dinamitó el partido con 11 puntos en el último cuarto y 17 en total, apoyado por los 16 de Tyson Pérez. Un parcial de 17-4 iniciado por Cvetkovic –se pasó del 60-61 al 77-65– sepultó a los hombres de negro, que ya no volvieron a ser una amenaza. Otra bala fallada lejos de Miribilla. Y van 10 seguidas.