Real Madrid 106-100 Baskonia

Alta la frente en un adiós prematuro

Desde luego, hay que ensalzar del equipo vitoriano esa fe visionaria por la que nunca conviene sepultarlo de antemano. Sin duda, una de las mejores contribuciones del mariscal a un conjunto orgulloso y metálico en compromisos de rango mayor. El cuadro alavés despide de forma muy prematura la temporada con la frenta alta. Víctima de sus propias carencias durante siete meses y medio que acabaron resolviéndose en las últimas línea del epílogo. Dos tiros libres de Kotsar, muy sólido en el rebote ofensivo, acercaron el milagro a la categoria de posible realidad después de dos triples encadenados de Marinkovic (96-94 con 150 segundos por jugar).

Apareció entonces el frutero que surte de mandarinas dulces al Real Madrid. Ese Lllull que lo mismo ni acierta con el aro que arruina las más firmes esperanzas ajenas mediante parábolas de su muñeca y letra. Lo lleva haciendo toda la vida y ante el Baskonia volvió a aplicar la norma. Una pena porque el bloque azulgrana mostró su don, al alcance de muy pocos equipos, de recoserse a los duelos tantas veces como lo requiera el guion.

El 60-47 al poco de reanudarse el encuentro dejaba en el paladar el sabor agrio de la presunta fuga local. Pero un Costello incomensurable por esfuerzo y compromiso negó, en alianza con McIntyre, la claudicación vitoriana. El lobo del hombro doliente cuajó ayer una de esas actuaciones que le ratifican como el gran hallazgo del baloncesto europeo a los mandos de una nave. Robos, carreras, penetraciones, castigo exterior a las flotaciones madridistas y conciencia de que el base nutre de comida a los compañeros. Tremendo.

El dúo, respaldado por una labor coral conmovedora en la última bola de partido al resto, contrarrestaba de este modo la aparición momentánea de un Yabusele que siempre deja contra el Baskonia su tarjeta de visita y el talento ofensivo de Musa, grácil anotador de rostro amable. Fue tal la rebeldía azulgrana que el conjunto de Dusko encaró empatado el último acto del ejercicio.

Irrumpieron entonces las pérdidas visitantes como consecuencia de la fatiga y algunas sincronías mejorables. Y la entente cordial entre Poirier, dictador bajo los tableros, y Hezonja, un lujo dentro de una plantilla fastuosa. Quienes ataron el incierto triunfo blanco al que antes tanto había contribuido Rudy Fernández. El vetaranísimo alero que contiene el baloncesto en su cabeza y que se cobró los réditos de la manta corta.

El grupo del mariscal trataba de colapsar la zona ante la superior envergadura de las torres madridistas y concedía, de ese modo, los triples liberados para mayor beneficio del mallorquín. Sin duda, junto al 'cinco ' francés y al alero bosnio, los más firmes argumentos ofensivos para la escuadra de Chus Mateo.

El Baskonia compitió de verdad después de asumir un marcador muy alto. Y, antes de sus empujes voluntariosos y renales del último cuarto, iba cumpliendo el plan lógico ante un oponente que dispone de torres gemelas. La amenaza triplista de Costello extraía a Tavares de sus dominios y debilitaba, de paso, elrebote defensivo local que rentabilizó toda la tarde el equipo alavés. Un grupo altivo en el adiós más cruel. Buscó con entereza y ahínco en el hogar del ogro blanco la victoria con la que hubiera accedido al 'play off' por la derrota del Manresa. Nada que reprochar en el Wizink. Sí a través del espejo retrovisor.