Suspenso histórico del Baskonia en las labores del hogar

Por supuesto que para entender el noveno puesto, «un desastre» según lo definía Tadas Sedekerskis en la rueda de prensa de su renovación, hay que reparar en un calendario abrumador. Llevadero para entidades como las dos de fútbol con potentes y deficitarias secciones de baloncesto; todo un ochomil en el caso alavés. El cuadro de Dusko Ivanovic termina por pagar el caro peaje de semanas estresantes con hasta tres compromisos que acababan ante un adversario dispuesto a abatirle después de una gira continental. Porque los rivales de cierto rango ajenos a la Euroliga afrontaban en los días de labor compromisos menos arduos que un Baskonia quebrado de piernas y con algún cable de la mentalidad desconectado. Claro que semejante tunda ya se conoce antes de arrancar cada campaña y bien que el club vitoriano defiende su estatus de propietario en el torneo de las líneas aéreas turcas.

Al mariscal montenegrino se le reprocha su empeño por acortar un plantel que no va sobrado de piezas. Y reclaman aquí su hueco el famoso refrán sobre la pescadilla que se muerde la cola o la teoría de la retroalimentación. Cierto que Dusko acude a las batallas deportivas importantes con media docena de soldados, pero quizá también influya el hecho de que al observar el banquillo no encuentre soluciones más eficaces. El resultado entre su modo de entender el baloncesto a través de un reducido núcleo duro y la falta de jugadores con mayores aportaciones desde la retaguardia para estirar una rotación de habas contadas.

Por si todo ello fuera poco, Ivanovic ha adiestrado este curso un equipo a contraestilo. Él quiere edificar a través de la destrucción del oponente y este Baskonia lidera el deshonor de recibir más tantos que ningún otro participante en la ACB. Heredó un bloque que el ejercicio anterior, con Peñarroya, descorchó el cava ofensivo en veladas de bohemia y de ilusión. Y ha debido de manejar un grupo de tiradores con tan abundantes puntos en las manos como carencias relevantes al otro lado de la pista. Los 88 puntos pasados que le meten de promedio los contrarios deben de representar para el preparador de Bijelo Polje algo semejante a una imagen diabólica.

La dirección deportiva azulgrana fichó cinco hombres el último verano con resultados muy dispares. Creía acertar el clásico eje base-pívot mediante las contrataciones de Nico Mannion y Khalifa Diop. Elecciones fallidas porque el base italiano, muy decepcionante aquí, nunca llegó a adaptarse con el entrenador catalán y tampoco a la vera del montenegrino. Y el 'cinco' senegalés, cupo formativo y gran apuesta del club por desembolso económico y años de vínculo, apenas mostró algo de cuanto se esperaba de él antes de lesionarse sin alcanzar la mitad de la temporada. A partir de estas carencias han crecido los problemas del bloque alavés.

El Baskonia volvió a clavar el dardo en el centro de la diana con Codi Miller-McIntyre, un presunto 'combo' entre las posiciones de base y escolta que ha cuajado una campaña espléndida. Físico demoledor, verticalidad y compromiso intachable del rey de las asistencias europeas, gran hallazgo azulgrana un año después de propulsar a Darius Thompson. Venía medio oculto y, junto a los versos sueltos (Howard y Moneke), se ha mostrado como el valor bursátil más sólido del cuadro azulgrana. Pero, detrás de él y en su demarcación, apenas alguien.

El equipo llevaba el veneno exterior de serie por la producción ofensiva casi incontenible del evangelista 'San Markus', un anotador inaudito que añade a su enorme rango de tiro triple el arma letal de sus penetraciones. El tipo que no destacaría por altura en la fila del pan quiebra los ánimos adversarios con sus hipnóticos botes cruzados, parada repentina y paso atrás o adentrándose en la selva que protegen los árboles de ramas muy altas. El grupo vitoriano ha dispuesto del monarca de los pases decisivos en la Euroliga y del máximo 'goleador' en los dos torneos.

Difícil leer una partitura mejor. Pero también hay que interpretarla desde una vertiente menos positiva. El Baskonia ha dependido tanto de la labor redentora de Howard que ha terminado por entregarse al monocultivo agrario. Entre la facilidad ofensiva sobrenatural del fenómeno más los dones de Marinkovic, Rogkavopoulos y Costello, el equipo de Betoño buscaba el triunfo a través de un ataque predecible. Nada se conoce del baloncesto en el poste bajo dentro de un conjunto que ha sufrido ante los Nebo o Lessort europeos, pero también frente a pívots superiores en la ACB. Pese al muro atlético del consolidado Sedekerskis y los tapones de Matt, escasa intimidación y demasiadas concesiones bajo los tableros.

¿Consecuencias? El hiriente hecho histórico de un suspenso en el boletín académico de los torneos españoles. Tras su incomparecencia a la Copa del Rey, el noveno puesto liguero que aparta a la entidad de Zurbano por primera vez en cuatro décadas de los 'play off'. El resultado de un equipo sin batería cuya imagen representa McIntyre. El gran descubrimiento a quien se vio falto de energía en la fatal derrota ante el Girona. La caída doméstica de un cuadro exprimido en su notable participación continental. Todo apunta a la necesidad de un plantel largo en el que haya vida más allá del octavo pasajero.