![Profetas en su tierra baskonista](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/06/29/gif-entrenadores.gif)
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Cuando el ideario popular afirma que nadie es profeta en su tierra es porque no ha puesto la lupa en Vitoria, ese punto del mapa empeñado en desafiar a todos los dogmas del mundo del baloncesto. Que se lo pregunten a Xabier Añúa, Pepe Laso, ... Juan Pinedo, Iñaki Iriarte... Pablo Laso recoge ahora el testigo de aquellos pioneros, el que en la época moderna solo ha portado Ibon Navarro, para retornar a la esencia de aquel Baskonia fundado en 1959 (entonces con 'v' y 'c') que se apoyaba en los pilares de casa antes de explorar las corrientes alternativas con Zeljko Pavlicevic o Herb Brown en los albores de los 90.
Álava es tierra de entrenadores. Desde los tiempos del inolvidables tiempos del Kas y el Frontón Vitoriano. También de la mano del Baskonia, que ha escrito su historia sobre las pizarras de grandes técnicos locales que esculpieron el famoso carácter azulgrana. La de Pepe Laso, el entrenador que con dos ascensos guió la transición al profesionalismo de aquella aventura que había ideado Vicente Elejalde a finales de los 50.
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David González
El director de orquesta de aquel equipo era Juan Ortiz de Pinedo, que sucedería a su mentor en el banquillo azulgrana en 1977. Todo quedaba en casa. Era costumbre en aquella época. Si salía Pinedo entraba Iñaki Iriarte, que después haría carrera en la ACB, con otra parada en Vitoria, antes de afanarse en pulir a jóvenes talentos azulgranas como Tiago Splitter. Si se iba 'el Iri' reaparecían en escena Pepe Laso –segunda etapa entre 1985 y 1987, con su hijo Pablo en el plantel– o Xabier Añúa (1984-85), el precursor, que ya había dirigido al Barcelona.
Fue éste quien hizo debutar a Pablo Laso cuando el nuevo entrenador baskonista aún no había cumplido los 17 años. Eran los primeros pasos de la Liga ACB tal como es hoy –se fundó en 1983–. La semilla de un baloncesto moderno que cambió a todos los niveles. El equipo azulgrana aún tuvo otro hombre de la casa, Manu Moreno (1987-89), que había vestido la camiseta baskonista como jugador y ya había asomado antes como entrenador azulgrana. Un camino, el de la cancha al banquillo que también hizo en su momento Txema Capetillo (1983-84).
Es tras la destitución del donostiarra cuando las altas exigencias de ese nuevo baloncesto demandan soluciones diferentes. Primero Pavlicevic, el fundador de la vía balcánica que después afincarían Ivanovic o Perasovic. Después, Herb Brown, que representó el ingreso en la modernidad del club vitoriano. Manel Comas, Sergio Scariolo, Julio Lamas, Neven Spahija, Pedro Martínez... El gen local había perdido peso en el Baskonia, más allá del período de interinidad de Natxo Lezcano en 2006, tras el problema cardíaco que apartó a Velimir Perasovic del banquillo vitoriano.
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Solo Ibon Navarro se salió del nuevo molde en la temporada 2014-15, cuando, estando como ayudante, tomó el relevo del destituido Marco Crespi. Una oportunidad por sorpresa que el técnico vitoriano agarró por las solapas para empezar una sólida carrera de entrenador profesional, aunque fuera lejos de la capital alavesa, en una trayectoria que le ha llevado a ser ídolo en Manresa, Andorra o, a día de hoy, en Málaga.
«Otra maravilla de entrenador. Aquí tenemos la suerte de tener una cantera de técnicos buenísima», subraya Xabier Añúa, que no puede evitar acordarse también de figuras de primer nivel del baloncesto femenino como Roberto Íñiguez de Heredia, compañero de colegio de Pablo Laso, o Made Urieta. Tierra de entrenadores, aunque haya costado tres décadas recuperar al hijo pródigo, a aquel eléctrico base que dibujaba asistencias imposibles con la misma maestría que ahora diseña jugadas desde el banquillo.
«Pablo lo llevaba en la sangre por su padre, ya de jugador buscaba siempre muchas explicaciones a cada situación del partido», recordaba el mítico Ramón Rivas cuando recibió la noticia de su retorno al Buesa Arena. Los Laso, padre e hijo, son la primera saga de entrenadores en los 65 años de historia que tiene el club azulgrana. Con cuarenta años de diferencia. En 1985 Pepe entrenó a Pablo y ahora éste recoge el testigo de aquellos que, como quiere hacer él, fueron profetas en su tierra.
«Bienvenido a casa», rezaba el anuncio del fichaje por parte del Baskonia. La suya y la de una estirpe de entrenadores, los alaveses –de nacimiento o adopción–, que contribuyeron a escribir el fulgurante ascenso del equipo vitoriano a la elite del baloncesto continental.
Madrileño de nacimiento, vitoriano de adopción. Txema Capetillo jugó en el KAS y en el Baskonia; y dirigió al equipo azulgrana en la temporada 1983-84, en la primera Liga ACB. «Yo trabajaba a la mañana en una entidad bancaria y a la tarde iba a entrenar», apunta para contextualizar lo que era el baloncesto en aquella época. El embrión de lo que es ahora el Baskonia, aunque él lo busca mucho antes. «El germen es anterior, en la época de Xabier (Añúa)». Aunque matiza: el núcleo de todo es «Vitoria en sí misma».
«Xabier fue un motor importante, pero Vitoria siempre ha sido un caldo de cultivo magnifico para el baloncesto. En aquella época estaba bastante por encima del fútbol en aceptación social», reflexiona Capetillo, que en ese punto no puede evitar acordarse de las colas que hacía la gente «hasta la calle Dato» para ver jugar al Kas en el Frontón Vitoriano. «Aquellos años fueron tremendos».
Y «ese ambiente que se crea, ese apoyo que notabas en la calle», es clave para la «camada de entrenadores» alaveses que se han ido expandiendo por el baloncesto español. Los Manu Moreno, Iñaki Iriarte, Roberto Íñiguez de Heredia, Ibon Navarro, Made Urieta... El más laureado, Pablo Laso, vuelve casa. «Me ha sorprendido. Inesperado totalmente», reconoce el exjugador azulgrana. Porque el técnico vitoriano «podría ir al equipo que quisiera cuando quisiera». Eso sí, «el Baskonia es un equipo atractivo también». Que, está seguro, será relanzado por el de San Viator. «Si hay alguien capaz es él».
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