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Nunca olvidaré de mi ya lejano tiempo de jugador la sensación de iniciar una rueda de calentamiento con evidentes síntomas de cansancio físico. El cuerpo se niega y en lo más íntimo de la mente anida una impotencia difícil de combatir en la cancha. Observar ... el lenguaje corporal de los componentes del Baskonia ya avisa de cierta impotencia, como se vio, por ejemplo, ante el Joventut. En el enfrentamiento del domingo en el Buesa Arena y muy en especial al final, el propio Dusko Ivanovic mostraba esa misma sensación de impotencia.
La plantilla alavesa no da para dos competiciones tan exigentes como la Euroliga y la Liga ACB, como tampoco da la del Valencia, vapuleada por el Bilbao Basket en la reciente jornada. En cambio, el Real Madrid y el Barcelona aguantan pero ganaron con dificultad en Lugo y Manresa, respectivamente. En el ánimo de no ser repetitivo respecto a lo que le puede faltar al equipo azulgrana y aceptando las deficiencias que esta pueda tener, quiero destacar el mérito de los que están sacando adelante una campaña que considero digna hasta el momento.
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Ángel Resa
Contemplando la clasificación en las dos competiciones, tanto los valencianos como los alaveses se comportan con más brillantez en la europea. Se sienten más cómodos. Porque los jugadores son conscientes de que su futuro depende más de su rendimiento en la Euroliga que en el campeonato doméstico. Para recordárselo ya están, supongo, los agentes que se mueven con dedicación al respecto. Los clubes y los entrenadores son muy sensibles a lo que los baloncestistas contrarios hacen y archivan el recuerdo para el futuro.
Otro factor determinante tiene que ver con las diferencias en ambas competiciones. Así, en la Euroliga no existe el terror al descenso porque no lo hay, mientras que en la ACB hasta siete conjuntos miran al precipicio. Los partidos son para ellos decisivos. El Breogán, por ejemplo, penúltimo clasificado en el campeonato español, solo cedió ante el Madrid en el último minuto de la contienda. Resulta que cuando los europeos visitan una cancha menor les espera una batalla encarnizada para la que, por regla general, no están mentalizados debidamente. Todo mal. Desde lo anímico son demasiadas diferencias entre una competición y la otra.
El Baskonia no va a la Copa del Rey de Málaga. Es una pena perderse tan puntual acontecimiento baloncestístico. Seguro que por tradición, carácter del entrenador, conocimiento de la cita y apoyo de la bulliciosa afición su concurso habría sido brillante. Ahora no queda más que recuperar fuerzas y entrenar para encarar la parte final de la temporada, que sigue presentándose apasionante. La más determinante. Basta con revivir los acontecimientos de la pasada edición, tan excitantes en su primera parte como traumáticos en su desenlace.
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