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Pocos retos de mayor dificultad que el de ganar en el pabellón de las dos mentiras, el de la Paz y la Amistad, se ha encontrado el Baskonia desde que come con asiduidad en la mesa de los grandes. No vence en El Pireo desde ... unos play offs del año 2007. La entonces tropa de Maljković, con nombres como Prigioni, Scola, Splitter o Rakocevic, fue la última en atracar su nave con éxito en el puerto de Atenas. Trece años y quince enfrentamientos después, los baskonistas ven como el resto de intentos han acabado en naufragio. Aunque hubo algunos momentos para soñar. Hace apenas un par de temporadas el encuentro se decidió en la prórroga.
El Baskonia lo volverá a intentar hoy. Y el bravo oleaje en forma de pandemia que sacude el deporte de la canasta ha dejado un buen puñado de secuelas en las naves del Olympiacos que le pueden facilitar la tarea. El coronavirus se ha colado entre las rendijas del barco ateniense y ha dejado a un buen número de grumetes fuera de combate. Cuatro jugadores del Olympiacos no estarán esta noche para medirse al Baskonia. Vasilis Charalampopoulos, Sasha Vezenkov, Livio Jean-Charles y Octavius Ellis verán desde su aislamiento el partido. Ninguno, salvo el búlgaro, es una de las primeras espadas de Bartzokas. Pero el técnico se queda, de golpe, sin cuatro figuras que oxigenen su mermada rotación. Con el lesionado Aaron Harrison también fuera de combate, apenas tiene nueve jugadores de la primera plantilla disponibles. Entre ellos, dos perfiles muy secundarios como Koniaris -sin minutos esta temporada- y Larentzakis -apenas 10-. Su abanico es tan escaso que ha tenido que llamar a dos jóvenes como Nikolaidis y Christidis.
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El Baskonia llega entero, sin percances físico y víricos. Sus únicas cuitas se quedan dentro de la cancha y la pizarra. Tampoco es pelea menor. Tras ganar a dos rivales heridos como el Fenerbahce y el Panathinaikos, los azulgranas dieron un paso atrás ante el Zenit en el partido aplazado que se jugó el pasado lunes. Un retroceso que el Olympiacos calibrará. Tropiezo sin mayor alcance o frenazo que haga arreciar el sonido de las alarmas.
Frente al cuadro petersburgués, el Baskonia perdió la fluidez que caracteriza su juego. Vildoza incidió tras la derrota en la que para él fue la clave del choque: el ritmo. «Ellos marcaron el ritmo todo el partido. Jugamos muy lento para el ritmo al que veníamos acostumbrado», señaló. Los azulgranas saben que, cuanto menos margen dejen para la pausa y la reflexión, mayor es su fuerza.
A partir de ahí, su abanico de recursos es notable. Algunos azulgranas llegan, con el lunar del partido del lunes, en un momento notable de forma. Peters, una vez olvidados sus problemas físicos, exhibe una muñeca letal. Henry, más generoso que nunca, registró ante el Panathinaikos su récord de asistencias. Aunque sin olvidar que nunca es fácil medirse a Sloukas, Spanoulis, Printezis y compañía.
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