OLATZ ALONSO
Lunes, 11 de abril 2016, 23:09
El presente y el futuro del Baskonia se reunieron en la mañana del pasado sábado en el Buesa Arena para compartir la pasión que, a pesar de la diferencia de edad y experiencia, les une a todos: el baloncesto. «Al principio estábamos un poco nerviosos», ... coincidían los 11 niños de la Escuela de Baloncesto de la Fundación 5+11 que, afortunados, se hicieron una foto con los jugadores del Laboral Kutxa. Sus ídolos. Y no solo sacarse una foto. También pudieron jugar unos minutos a baloncesto con ellos.
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Al final, cuando ya se despedían se declaraban «felices» y «contentos», aunque en los primeros momentos les hubiese dado «un poco de 'cosa'». No es para menos, ya que estos niños y niñas de entre 6 y 13 años que están iniciándose en el mundo del baloncesto compartieron foto, cancha e incluso alguna broma con los jugadores de uno de los mejores equipos de Europa. Justo ahora que enfilan hacia las fases decisivas. Todo apoyo y contacto con la afición es recomendable ante la emocionante serie de cuartos que se avecina ante el Panathinaikos.
Nervios e ilusión
Reinaban los nervios a las puertas del Buesa Arena mientras, acompañados de sus padres y madres, esperaban el momento de pasar un rato con sus referentes. Cuando por fin entraron al pabellón, a pie de pista, las expresiones oscilaban entre el asombro, la incredulidad y, sobre todo, la ilusión. Por que, a pesar de que el graderío se encontraba vacío, la ilusión llenó el Buesa esa mañana. En el lado contrario al de los escolares entrenaban Darko Planinic, Jaka Blazic, Mike James y Kim Tillie, mientras 11 pares de ojos les observaban sin terminar de creerse del todo lo que estaba pasando. El nerviosismo inicial fue disipándose con los primeros pasos en el parqué. La mejor manera de relajarse, correr a por los balones y empezar a jugar. Que para algo estaban ellos allí.
Un pabellón vacío, pero aún así intimidante. Para Hodei fue «alucinante» jugar en esa cancha, mientras su amigo Telmo le restaba importancia alegando que la cancha «solo es un poco más ancha y alta» por las canastas «que en las que solemos jugar». Tiro tras tiro, la timidez fue dando paso a la confianza. Tillie repartió más balones y los pequeños comenzaron a acercarse, todavía con reservas, a la zona en la que practicaban los profesionales.
Dueños de las canastas
Hasta que al final, llenos de energía, les arrebataron la canasta y se hicieron dueños y señores del terreno de juego. Un orgullo que los niños a duras penas podían disimular al finalizar el encuentro. «Al principio nos daba vergüenza», admitieron Mikel y Javier, «pero Jaka Blazic le ha dicho a Telmo que tirase y nos hemos animado el resto también». Entre risas y tiros a canasta se acercaba el momento de la foto, la excusa perfecta para que los pequeños pudiesen estar un poco más cerca de sus referentes.
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La suerte le sonrió a Lucía, que estuvo al lado de su jugador favorito, Hanga, y pudo «abrazar a Adams y James». Bourousis, flanqueado por Iker y Xabier, los alentó, bromista, a que intentasen un tiro a canasta, «y al final ha tirado él», relataban entre risas los chiquillos. Con la labor ya hecha y todos los jugadores a mano, los pequeños no dejaron pasar la oportunidad de sumar nuevas firmas a sus colecciones de autógrafos. Ni el capitán Fabien Causeur, que llegó más tarde, ni Tornike Shengelia, abordado en el párking cuando los niños abandonaban ya el Buesa, se libraron se dejar su rúbrica.
«Poco rato»
«Hemos podido estar con ellos y que nos firmen», resumía Javier, para apostillar sin atisbo de duda que «ha merecido la pena». «Lo bueno, si breve, dos veces bueno», reza el dicho, aunque Eneko no estaba demasiado conforme. «Ha sido poco rato», se quejó cuando tuvieron que abandonar la cancha para que los jugadores pudiesen iniciar el entrenamiento. «Pero ha estado muy bien», admitía. «Son muy majos, muy bromistas», aseguró Mikel. Una de las mayores sorpresas, la estatura. «¡Son gigantes!», se asombró Eneko, mientras Mikel y Javier destacaban la altura del pívot Bourousis, «es muy alto y ¡vaya piernas!». Una mañana inolvidable en la que los más grandes compartieron con los más pequeños su pasión en común, el «basket».
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