juanjo brizuela
Martes, 5 de abril 2016, 06:36
La evolución humana ha estado relacionada con el desarrollo de su capacidad de lenguaje. El ser humano se diferencia del animal en la posibilidad de expresar sus ideas, sus inquietudes, sus sentimientos y que estos sean interpretados por otras personas. Se ha investigado y se ... investiga mucho sobre la comunicación verbal pero existe cada vez más análisis de la comunicación no-verbal, ésa que no pronuncia expresamente nada, difícil de estructurar, pero que en cambio transmite emociones y sensaciones hacia la gente que nos rodea. La mirada, la forma de caminar, la postura del cuerpo, la forma de vestir, el gesto nos muestran a menudo multitud de significados que dan información, a veces más relevante que la expresada con la palabra. No en vano, el ser humano lleva más de un millón de años utilizando este tipo de comunicación, según los investigadores.
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El grito, vaya usted a saber si de alegría, rabia, tensión, emoción, pasión, que emitió Davis Bertans tras anotar el triple ganador a falta de dos segundos el pasado viernes frente al Real Madrid en el partido de Euroliga, es el colofón de una trayectoria extraordinaria. Ese grito contenía las amargas lágrimas de la lesión de su rodilla derecha en la temporada pasada, de su paso por el quirófano, de sus interminables sesiones de rehabilitación a miles de kilómetros de Vitoria, de su día a día tratando de recuperar aquello que fue y que quiere seguir siendo, de sus largas sesiones de tiros en velocidad, tras movimiento, desde lejos, soñando e imaginando con anotar uno tras otro, día tras día; de sus entrenamientos donde competía con la duda de si podía, no podía, debía o no debía intentarlo, por si acaso. Ese grito llevaba consigo la confianza y el desafío de su entrenador Perasovic para otorgarle el beneplácito de anotar un triple que convertiría en ganador a su equipo. El bendito grito.
Emoción contenida
Ese grito contenía además aquellos otros partidos donde el Laboral Kutxa ha sufrido en el campo, donde le ha costado entrar en partido y competir contra otros rivales, donde dudaba más que aportaba. Ese grito estaba repleto de ese pellizco de ilusión y sorpresa por una temporada, la actual, donde las expectativas se colocaron un peldaño más abajo que en otras ocasiones. Pero que con ese triple se han situado de nuevo en un peldaño tan alto que posiblemente otros ilustres equipos de esta competición extraordinaria, que es la Euroliga, no serán capaces de llegar a él. De hecho, solo ocho, incluido el Baskonia, pueden hacerlo ya.
Sí. Es cierto que es injusto relacionar un sinfín de emociones a una única canasta, de un jugador concreto, en un partido determinado. La realidad del baloncesto nos debe enseñar a valorar que para llegar a ese tiro decisivo han ocurrido antes decenas y decenas de defensas, otras tantas situaciones de ataque, un montón de rebotes, de asistencias, de pases robados también decenas de balones perdidos, de faltas personales y de situaciones de duda. Centenares de decisiones de juego que han sumado semana tras semana, y han hecho que el Baskonia llegase a ese momento cumbre con la posibilidad de jugarse ese triple decisivo. Es una evidencia, aunque se olvide, que por encima del resultado está el proceso que te ha llevado hasta él. Y ahí sí es justo reconocer que para llegar a esa canasta con tanto simbolismo el equipo se ha preparado a conciencia, ha hecho sus deberes a tiempo y ahora le queda el sensacional reto de mostrar y demostrar que es capaz de seguir subiendo peldaños, cuando muy poca gente lo esperaba.
Muchas de las razones por las que todos gritamos de alegría el pasado viernes tienen que ver con tres aspectos esenciales de este equipo: uno, su capacidad de permanecer en el partido hasta el final, sin venirse abajo y retando al rival en cada posesión a ver quién es capaz de derrotar al contrario. Este carácter no es nuevo en la historia de este proyecto pero sí que es uno de los rasgos más relevantes de este Baskonia. El equipo rival sabe que para ganar ha de hacer muchas cosas bien durante el mayor tiempo posible en el partido. Porque si los vitorianos están a su nivel, al 120% de su rendimiento, es muy complicado ganarle.
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En segundo lugar, el ritmo. Posiblemente por las características de muchos de sus jugadores y porque el baloncesto actual está evolucionando hacia un deporte más atlético, físico y un basket de bases, son éstos, Adams y James, James y Adams, quienes imponen un ritmo al equipo que se contagia en todas sus líneas. Nuestros bases son nuestros mayores exponentes de esta característica. Pero a ellos se suma Hanga, a un nivel más que extraordinario y Tillie y Blazic como fieles protectores de esta intensidad en el interior y el exterior, especialmente. El ritmo es un factor que resulta de la velocidad, la intensidad y la agresividad. Todo ello suma. Se necesita de todo ello. Y cuando el Baskonia lo ha puesto sobre el tapete, el rival gesticula con cara de agotamiento y cae.
Y finalmente, el equilibrio. El equilibrio entre la pasión del ritmo y la lectura de las mejores situaciones que se deben de dar en cada posesión. El equilibrio que nos da el pase y la generación de espacios en el lado contrario, por encima del abuso del bote y del juego individual. El equilibrio de las mejores y correctas decisiones en cada momento. Y este terreno es sobre todo para Bourousis. El jugador, con mayúsculas, de la temporada (hasta el momento), seguramente la grata sorpresa para muchos. Bourousis une su talento como jugador en ataque, a la lectura de los espacios en defensa. Une su amenaza en el 1x1 desde el poste bajo e incluso desde el exterior a su capacidad de pase. El equilibrio del pívot griego une el paso de la defensa hasta el ataque desde la intimidad interior y el rebote. No en vano, Bourousis sigue acaparando premios semanales y mensules tanto en la Liga Endesa como en la Euroliga, y estamos ya en abril. Este marzo ha sido, por primera vez en su carrera, MVP del mes en la máxima competición continental.
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A Bou se suma un Causeur que, a la espera de su recuperación, suma el sentido de la experiencia en las tomas de decisiones en el campo cuando el partido así lo necesita. El equilibrio total se acaba por definir por las diferentes opciones que el Laboral Kutxa plantea en su juego colectivo. Es capaz de jugar con un quinteto reconocido, pero también lo hace con Bertans de 4, con Hanga de 2, 3 y 4, con dos bases al mismo tiempo, con dos cincos al mismo tiempo, con pequeños o con grandes. Y falta aún por incorporar a los lesionados Causeur y Shengelia, y recuperar definitivamente a Diop, Corbacho y Planinic. Equilibrio es saber que tienes opciones. Y haberlas, haylas.
A punto de comenzar el último trimestre de la temporada llegan esos momentos de la verdad y de la ilusión. Esperando al rival del Top 8 (del que saldrán los cuatro equipos que se disputarán la Final Four de Berlín a mediados de mayo), Laboral Kutxa tiene ante sí su mayor reto: seguir siendo fiel a estos tres rasgos de identidad: ser paciente, alto ritmo de partido y equilibrio en las facetas del juego. Si uno de ellos falla, como está ocurriendo en las últimas jornadas de la ACB, el equipo sufre y pierde. Por eso, el reto de Baskonia será seguir la senda trazada desde inicio de temporada y que sea el rival de turno quien se prepare. En ACB no debe perder la estela, aun sabiendo que quizá ni las piernas ni la mente estén al 100%. Pero no por ello debe dejar de competir cada partido. Y sobre todo, necesita seguir acumulando tantos esfuerzos, tanta pasión y tanta inteligencia para poder gritar de alegría una vez más, como Bertans, como el propio Perasovic, como el resto del equipo y como toda la afición.
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Sólo nos falta unir esa pasión en forma de comunicación no-verbal con la verbalizada, la que utilizó mi hija el viernes pasado: «Aita, nos vamos a Berlín».
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