El jardín de un chalet de Arizona vio florecer el baloncesto de Markus Howard. Surgió de forma natural, con la simple competencia de su hermano mediano Jordan, con el que mantuvo duelos interminables, los consejos del mayor Desbond, y la preparación física de su padre ... Chuck. Sin un equipo de técnicos detrás ni un plan de entrenamientos minucioso, pero con la especialidad de la casa. Llamado a marcar la diferencia. «Su talento era innato y estaba destinado a tener éxito», cuenta para EL CORREO el inseparable rival fraternal de la mejor baza del Baskonia para ganar la Copa en Badalona.
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El ahora jugador del Nápoles, tres años mayor, fue compinche de trastadas del astro baskonista, referente por sus fundamentos técnicos y rival en innumerables enfrentamientos uno contra uno. Ambos crecieron y se hicieron mejores sobre la cancha que construyó su padre en el jardín de casa en Chandler, a las afueras de Phoenix (Arizona). Cuando Markus cumplió diez años, se instaló la iluminación de la media pista de cemento. Los focos alumbraron los partidillos que se alargaban hasta bien entrada la noche mientras las quejas por el ruido llegaban desde las viviendas vecinas.
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C. Pérez de Arrilucea (Texto) y Rafa Gutiérrez (Fotos)
A su madre Noemí no le quedó otro remedio que apaciguar los ánimos y actuar como severa gendarme. Acotó las horas de juego y prohibió el baloncesto en periodo de exámenes. Jordan, que ahora promedia 14,1 puntos en la Lega, ríe al recordar las advertencias maternas a su «inquieto» hermano cada vez que le mandaba a tirar la basura y pasear al perro después de que una noche se entretuviera practicando el tiro. Y eso que era «buen estudiante». «Todo se le daba bien porque le ponía mucha dedicación». Un buen chico, sin manchas graves en su expediente. «Siempre estuvo muy unido a nosotros. Pero al ser el más pequeño, algunas cosas eran arriesgadas y se llevaba la bronca de mamá», repasa Jordan.
Por encima de ellos estaba Desbond, cinco años mayor y padre de los dos sobrinos del jugador azulgrana, a los que ve crecer a través de videollamadas casi diarias. También jugaba al baloncesto, pero enseguida quedó eclipsado por el talento de 'J' y 'Little bro'. Ambos afilaron el carácter competitivo. «Lo de Markus era innato. Era el más pequeño, pero enseguida nos empezó a ganar. Siempre lograba levantar el tiro», rememora el mediano.
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Sus pulsos tenían una exigencia de Euroliga. Porque además de técnica, desarrollaron un carácter competitivo exuberante. «Cada uno quería patear el trasero al otro. Nos picábamos mucho y alguno se iba llorando». Ese pequeño que entonces se tragaba las lágrimas lleva ahora el número cero del Baskonia. Enemigos inseparables, la guerra podía extenderse a los piques con la Playstation. El instinto asesino de Markus comenzó a despertar liquidando zombies en el Call of Duty.
Aquella casa en Chandler que tantas sonrisas extrae a los Howard no presenció sus primeros pasos. Su ciudad de nacimiento es Morristown (Nueva Jersey), donde su único recuerdo es acudir los domingos a una pequeña iglesia. En ella rezaba toda la familia hasta poco después del 11 de septiembre de 2001. Su padre Chuck viajaba entonces con regularidad a Nueva York para impartir conferencias y dar clases de preparación física. En aquella fecha fatídica tenía una cita cerca del World Trade Center que finalmente fue pospuesta. «Sintió que si hubiera tenido que ir, quizás hoy no estaríamos aquí», relata Jordan con el corazón en la boca.
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Consternados por el '11S', en Chandler no tardaron en encontrar la felicidad y el amor. Markus lleva la contraria a estos tiempos en los que las relaciones sentimentales parecen durar poco más que un suspiro. Se enamoró de Peighton Gumm a los ocho años. Su compañera de pupitre en tercero de Primaria, rubia, de mediana altura, que se convirtió en su mujer el verano pasado. No hay muchos detalles de la despedida de soltero en un resort en la que hubo alcohol, puros y bailes. Nada excesivo. El matrimonio disfrutó de una luna de miel express antes de llegar a Vitoria con la pretemporada empezada.
El día de nupcias fue el último en el que el único jugador de la Euroliga que ha metido un triple en todos los partidos que ha disputado vio a sus padres y al resto de familia y amigos. Jordan no pudo ir a verle jugar a Milán y tampoco lo podrá hacer la próxima semana en Bolonia. «Estaré en Brasil con la selección de Puerto Rico». Internacional con el país de nacimiento de sus abuelos, no tiene dudas de que acabará formando el perímetro con su inseparable hermano pequeño.
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4.738 puntos
anotaron entre Markus y Jordan en la Liga Universitaria, superando así el récord de los hermanos Curry.
3 mascotas
en su vida. Un gato al que llamó Micheal Jordan, un pastor alemán familiar y el perro adoptado con su mujer.
Los Howard confían en volver a unir fuerzas en el combinado caribeño de la misma forma que ya lo hicieron en su época de instituto en el Perry High School. Pocos años más tarde llegaría el partido más especial de Markus. Fue el que disputó contra Dakota del Norte en la Liga Universitaria el 21 de diciembre de 2019. Anotó 38 puntos, lo que significó que él y Jordan se convertían en el dúo de hermanos más anotador de la historia de la NCAA (4.738 tantos) superando el récord de Stephen y Seth Curry. Lo primero que hizo fue hacer una videollamada con Jordan, que estaba en Corea, y lo celebró en la más estricta intimidad.
La familia Howard se reúne cada verano, época en la que Markus exprime cada minuto para estar con los suyos y se pone en sus manos para mejorar físico. Su padre Chuck creció en Indiana, donde el baloncesto es el credo. Sin embargo, se dedicó al fútbol americano durante los 80 para después montar un centro de entrenamiento personal. El padre lleva a los dos hermanos a esprintar cuesta arriba en una de las pocas pendientes de Chandler. Para el aspecto técnico queda Desbond, ahora entrenador. Mientras, la madre Noemí Santana, de raíces puertorriqueñas, es administrativa de la Universidad Grand Canyon (Arizona). Los cinco se conectan cada domingo por la mañana para participar en una misa online. Sus progenitores lo hacen desde un nuevo hogar, «a cinco minutos» de las casas en propiedad que tienen los dos hijos baloncestistas. «Se mudaron el año pasado porque la otra era muy grande para ellos solos».
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Atrás queda aquel chalet con cancha de baloncesto incorporada que, a juzgar por la descripción, se ciñe al de series americanas como El príncipe de Bel-Air. Disponía de un salón enorme con chimenea, un sofá igual de largo que un banquillo, ideal para «echarse la siesta» o juntarse y ver películas de 'Rocky Balboa', 'Space Jam', 'Like Mike' o cualquier otra de temática deportiva.
Las habitaciones eran para dormir, estudiar y leer. En la suya, Markus devoró las páginas de 'Las Reglas de Jordan', donde el periodista Sam Smith describe el perfil tirano y ultracompetitivo del mejor jugador de la historia. El azulgrana llamó a su gato 'MJ', aunque su mascota favorita son los perros (tuvieron un pastor alemán, Nahla, y luego adoptó un cachorro con su mujer) y su jugador preferido, otro Jordan, su hermano. Le gustaba salir con sus amigos Tyler Stokes y Brayden, inseparables desde el instituto. «Íbamos mucho a la pizzería Venezia», cuenta el segundo, que se decantó por el béisbol.
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Markus también desarrolló su gusto por la tecnología, la fotografía y la edición de vídeo. En los desplazamientos del equipo azulgrana no es extraño verle cámara en mano. Félix Fernández acompaña a la expedición azulgrana por Europa y está encantado con su actitud y cercanía. «Tenía muy claro venir a Europa y por esto acordó un contrato de dos años garantizados. Es la diferencia con Larkin, que firmó un año para ver cómo podían ser las cosas. Por eso su impronta no fue inmediata como la de Howard». El director deportivo azulgrana asegura del estadounidense que «entrena como si estuviera jugando» y muestra mucho interés por integrarse en Vitoria. «Estos días me ha preguntado cuántos aficionados suelen viajar a la Copa y cómo es el ambiente del pabellón».
El dirigente baskonista alaba el trabajo de los agentes de Howard para guiar carrera. A su actual representante americano lo conoció en su etapa universitaria. «Yo vivía a una una hora en coche y escuchaba maravillas de él», recuerda Josh Beauregard. Se quedó prendado de su juego y le invitó a cenar para tratar de captarle. «Tuvimos una conexión mutua. Los dos somos muy religiosos y uno de mis mejores amigos vive cerca de Chandler. Fue una señal divina». Pero Markus, «extrovertido, amable, educado, humilde y honesto» continuó con su agencia Priority Sports, que le llevó dos años a los Nuggets y con la que rompería a finales de 2021 por la falta de minutos.
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La fama en Estados Unidos, donde todas las fuentes consultadas coinciden en que le llegarán ofertas de la NBA, le viene a Howard de la Universidad de Marquette. En el pequeño campus de Milwaukee se acostumbró al frío del que ahora no se queja, logró su récord de 53 puntos o cuando se convirtió en el máximo anotador de su historia (2.761), superando a Dwyane Wade o Jimmy Butler. «Era difícil superar lo que hizo aquí, pero sigue haciéndolo», dice el director de comunicación del campus, Scott Kuykendall.
Con una adolescencia celestial, la cancha es el único lugar donde es un diablo de sonrisa perversa e impermeable al miedo. «Si fallas un tiro, lanzarás mejor el siguiente», le aconsejaba Desbond durante sus interminables series de tiro. Howard quiere revivir en la Copa el placer más puro del baloncesto. Retar uno a uno a sus rivales y ganarles. Es el dueño de su abismo, el ángel exterminador azulgrana.
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