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El debate baskonista en torno a los bases se centra en conocer qué piloto lidera la parrilla de salida a los ojos de Pablo Laso. Sí, el técnico que sobre el puesto sabe hasta latín después de pasarse la vida en pantalón corto repartiendo la ... correspondencia para mayor gloria de sus entonces compañeros. Y flotan las sensaciones de que la fuerte carrocería del cada vez más asentado Trent Forrest cobra ventaja sobre la más liviana de Kamar Baldwin. El hombre físico que fundamenta su poderío en las penetraciones frente a la mejor mano zurda que gasta el segundo en las lejanías del aro. Mientras que Ongjen Jaramaz dispone de menor papel en la representación de la obra azulgrana.
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Pues resulta que el serbio reclamó ayer y por la fuerza de los hechos el libreto del equipo a la vuelta de los vestuarios. Cierto que ya había pisado el parqué antes del intermedio, pero en esos dos primeros actos la tarea de conducir al equipo recaía sobre todo en sus compañeros de demarcación. Como era previsible, Forrest arrancó el coche y dejó el volante bien avanzado el primer cuarto al estadounidense que aguarda su pasaporte de conveniencia. Para él y en beneficio del conjunto alavés, desde luego.
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Pero el mérito propio de Jaramaz y el rendimiento de los otros bases en el cuadro vitoriano elevó la cotización del 'uno' procedente del Partizan. Forrest comenzó a buen tono en lo suyo, el veneno potente de sus irrupciones hacia el aro y los tiros de corta distancia. Pero su brillo fue decayendo en la ciudad de la luz pese a la velada reñida del pequeño Shorts con la anotación. Y Baldwin debió de pensar que hay días en que es mejor no levantarse de la cama. Como el de ayer en su caso. Puntería extraviada, a tono con el equipo, y ninguna claridad en la creación.
Muy atrás quedaron los tiempos en los que el quinteto inicial se metía una minutada de escándalo entre el pecho y la espalda mientras sus simpáticos aliados del banquillo enarbolaban las toallas. Ahora los protagonistas han de rendir al máximo de revoluciones jueguen mucho o sellen la cartilla de racionamiento que les concede el entrenador. Y Jaramaz, terciario más que secundario teóricamente, se saltó la cadena de mando porque él lo vale. De hecho, sobre su tenaz labor defensiva validada con cuatro robos quiso edificar el Baskonia el primer triunfo continental del curso lejos del Fernando Buesa Arena.
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Los hombres interiores habían sostenido al bloque azulgrana antes del descanso junto a algunas cucharadas soperas de Forrest. Moneke toda la noche, Hall más al principio que al final y Diop en minutos clarividentes del segundo cuarto se juntaron para contener la peligrosa fuga local del minuto 16 (33-22). Pero fue Jaramaz el máximo responsable de acercar el propósito vitoriano de volver de la capital francesa con una victoria en la mano.
El base serbio alcanzó los doce créditos de valoración en diecinueve minutos y medio con sólo tres puntos anotados. Las cuatro asistencias, otras tantas recuperaciones y el mismo número de faltas recibidas acercaron esa victoria foránea que se resiste, por la que Moneke trabajó desde el alba hasta el ocaso.
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