Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Dusko Ivanovic definió ayer el momento del Baskonia con una creencia que se mueve entre la realidad objetiva y el orgullo emocional. «Estamos donde queríamos. Jugamos el partido por el que hemos luchado toda la temporada. En nuestra casa, con nuestro público y para conseguir ... la victoria. Esto es algo muy, muy grande». Seis meses y medio de un torneo salvaje concentrados en una píldora de cuarenta minutos que requerirá abundante agua para tragarla. El equipo vitoriano se juega a una sola carta la campaña continental frente a un adversario recurrente (2-1 a favor del grupo alavés) con el ánimo de rematar su muy notable fase regular en la Euroliga de la canasta.
Noticia relacionada
Ocurra lo que suceda a eso de las diez y media de la noche, la campaña transfronteriza del conjunto vitoriano se merecerá una calificación alta. No hay más que ver la nómina de poderosos clubes que concluirán el ejercicio por detrás del Baskonia para convalidar semejante pensamiento. Apenas caben debates en torno a que los siete que le preceden tenían la obligación de mostrar la popa al rebelde bloque alavés. Y que éste, clasificación en la mano, mira por encima del hombro a entidades como Anadolu Efes, Armani Milán y el mismísimo Valencia de plantel aparentemente redondo. Claro que, llegado a este punto cercano a la temperatura de la ebullición, el buen guiso depararía un retrogusto amargo de no acceder a los 'play off' con el Fernando Buesa rendido a la causa.
Las características propias de los dos contendientes incitan a pensar en distintos modos de interpretar la música. Ligera y de compás rápido en el caso local, más clásica según la tradición italiana para el club de Bolonia. Y Dusko participa en parte de este razonamiento, en el que mezcla los violines del ataque azulgrana con la percusión defensiva que en ningún momento sonó el martes durante la caída a plomo contra el Maccabi en Belgrado.
2-1 Balance
El balance entre ambos equipos a favor del azulgrana tras el reciente 91-95 en Bolonia.
Los marcadores de hace tres días enseñan, en buena parte, las tendencias del Baskonia y Virtus. Registros altísimos en el exilio serbio del equipo israelí y cartilla de racionamiento adelante en el duelo a primera sangre que albergó Estambul. La ineludible necesidad vitoriana de avivar el ritmo para fomentar las transiciones y eludir el ajedrez del tablero doblado por la mitad. Enfrente, la calma de un oponente de hombres veteranos que cultivan el oficio con el que resolver compromisos de rango mayor.
Noticia relacionada
«Para ganar no podemos recibir cien puntos. Tenemos que jugar una buena defensa», reclamó Ivanovic antes del último entrenamiento con vistas al duelo capitular de hoy. «Los partidos importantes se juegan entre sesenta y setenta puntos. Va a ser un encuentro muy duro en el que tenemos que estar preparados para jugar con muchos contactos, como hace el Virtus. Y tener paciencia». Otro de los mantras del mariscal cuando se trata de encarar el aro adversario.
Sin embargo, Dusko apuesta por un híbrido entre la imprescindible consistencia atrás de un grupo con vocación alegre y el estilo desenvuelto en ataque que distingue al Baskonia. «Necesitamos ser agresivos en defensa e intentar jugar rápido, como hemos hecho en nuestros mejores partidos. Ahora no podemos ni queremos cambiar nuestra manera de jugar. Como equipo, somos lo que somos». Es decir, un grupo que abraza la verticalidad con el lanzamiento triple como aliado estratégico.
El técnico montenegrino combina la fe en sus hombres y el elogio a un rival que viajaba como víctima a Estambul y regresó de allí con la posibilidad de acceder al cruce de cuartos esta noche en el Fernando Buesa Arena. «Después de ganar nosotros en Bolonia -hace una semana- ya dije que los dos equipos hemos hecho una Euroliga muy buena. El Virtus ha jugado muy bien y ha estado todo el año dentro de los ocho primeros. Últimamente había tenido algunas derrotas -siere consecutivas hasta el martes-, pero ha demostrado carácter y ha jugado un gran partido en Estambul».
Ivanovic entiende en primera persona que sus discípulos son los responsables de avanzar otro paso para disputarle al Madrid la primera eliminatoria, pero envía un guiñoa la grada. «La afición nos tiene que dar un plus. Y hemos llegado aquí gracias a ella. Mañana -por hoy- tenemos que ganar juntos». El discurso que ojalá preceda a una de esas veladas que nutren la leyenda de Zurbano. «Estamos donde queríamos, delante de nuestro público», insiste el mariscal en víspera de fiesta mayor.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.