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Armentia y Sautu escoltan al Celedón azulgrana. Detrás, Argote, Díaz de Argote (con el balón) y Ubis. Delante, Viteri y Pinedo. Igor Martín
Los cimientos de la grandeza actual

Los cimientos de la grandeza actual

Hace medio siglo que doce 'chicos de Vitoria' lograron el ascenso del entonces Vasconia hasta la Primera División

Viernes, 18 de marzo 2022, 01:56

En términos humanos nada surge por generación espontánea. Tampoco dentro del universo naranja que tanto ha cambiado en medio siglo. De aquel juego entusiasta donde apenas se reparaba en las estrategias del rival hasta este baloncesto de físicos descomunales y preparaciones milimétricas median cinco décadas. Las que han transcurrido desde que el entonces Vasconia ascendió a Primera División, categoría que sólo ha abandonado una vez a comienzos de los ochenta.

Para entender la grandeza del Baskonia actual, el que dispone de asiento fijo en el consejo de seguridad de la Euroliga, es precepto de obligado cumplimiento mirar a través del retrovisor. Y rendir el tributo que se merece aquella docena de vitorianos que en tres años llevó al club desde las divisiones provinciales hasta la máxima categoría. Quizá sin aquel bendito ascenso, cuatro años después de la traumática fuga del Kas a Bilbao, no hablaríamos ahora en Vitoria de las cestas y de los puntos con la naturalidad del sitio que lleva el baloncesto tatuado en las entrañas. Es hora, diez lustros después, de rendir el homenaje debido a aquellos doce hombres sin piedad. De los adversarios, digo, que concluyeron la Liga de Segunda después de veintiún triunfos y tres derrotas.

Un año antes, en plena escalada metórica, esa plantilla de 'caseros' se había quedado a una sola canasta de lograr el objetivo prematuramente. Los dos puntos que le separaron del Breogán en aquella fase de ascenso a ida y vuelta.

Pepe Laso entrenaba al grupo que metió a la capital alavesa en la cima del baloncesto nacional. El sabio que aún imparte técnica individual acababa de retirarse en el Águilas y ahora, con la memoria puesta a rebobinar, envía reverencias virtuales a sus pupilos de entonces. «Nunca se terminará de agradecer el mérito de aquellos chicos vitorianos. No te puedes imaginar qué manera de entrenar. Los equipos son seres humanos en los que no siempre se consigue la unión y yo siento una admiración brutal por aquel grupo».

El veterano preparador que ascendió dos veces al Baskonia en tres campañas y lo mantuvo en la elite admite la importancia de hollar la cumbre en marzo del 72. «Aquel fue el bebé recién nacido con chicos de casa que llegaron a debutar en Primera División. A la ciudad le había quedado un poso baloncestístico del Frontón Vitoriano que luego llena Mendizorroza». Y Laso recuerda el fichaje de Luquero. «Lo trajimos del Kas y era realmente un refuerzo. Él y los hermanos Pinedo eran los más importantes dentro de un grupo admirable».

Forma el equipo de doce integrantes antes de un partido en el ensalzado pabellón de Mendizorroza con el entrenador, Pepe Laso, en el centro de la fila superior. archivo municipal

El «profesional» del Kas

Hoy es el día en que los reunidos por motivo de la efemérides se confiesan un «grupo de amigos». Pero entonces la jerarquía empezaba por el único profesional del plantel azulgrana. aquel 'cuatro' y 'cinco' que se hubiera inflado aún más a meter puntos como alero. «El ascenso supuso el comienzo de lo que hoy es el Baskonia. Y ahora es un equipo importante en Europa. No está mal, ¿no?», dice Luquero.

El fichaje estelar cuenta cómo se coció su advemiento a Vitoria con intereses al más alto nivel directivo de por medio. «Llegué aquí por una norma que se sacó Raimundo Saporta por la que un jugador de Primera no podía ir a otro equipo de la misma categoría en dos años. Lo hizo para que el Kas no se llevase a Luyk a Bilbao. Y yo me aproveché porque cambiaba de Primera a Segunda». El anotador por excelencia de ese bloque añade otro matiz curioso. «Mendizorroza, que para mí era el mejor pabellón de España, se hizo para el Kas. No hay más que ver los colores amarillo y azul de afuera», dice quien se define como «un jugador que no movía mal los pies y tiraba bien».

Según el escalafón que dicta Pepe Laso, Juan Antonio Ortiz de Pinedo formaba con su hermano José Luis y el hombre incorporado desde la capital vizcaína la santísima trinidad de un conjunto local, ilusionante y ambicioso. Y el base de aquella época, entrenador del intratable San Viator juvenil y después del cuadro azulgrana devuelve la pelota en forma de asistencia al técnico y al presidente del ascenso.

«Desde luego que aquello fue el germen de lo que es hoy el Baskonia. Uno de los motores, como luego se encendió otro con el paso de equipo medio a competir en Europa». El hecho de subir a Primera le parece fundamental al timonel de ese equipo. «Muy importante para que el club no se viniese abajo, como por desgracia hemos visto en otras ciudades». Un aspecto que también resalta Amado Ubis. «No hay más que ver la historia. Mira los equipos que había entonces y los que ahora permanecen en ACB o LEB Oro. Muy pocos».

El técnico imparte explicaciones a sus jugadores durante un tiempo muerto. Juan Antonio Ortiz de Pinedo de espaldas, Txema Arana y Carlos Luquero frente a él y Pichu Ibáñez atienden junto a otro hombre al que tapa el prepador las consignas en un duelo de aquella temporada tan relevante para el porvenir del club azulgrana. archivo municipal

Reivindicando a Santamaría

Y vuelve Juan Pinedo con su vena reivindicativa en favor de gente imprescindible para que ese proyecto cuajara a lo grande. «Sin aquella era no podría Josean (Qurerejeta) haber lanzado al equipo a Europa». En este sentido subraya la tarea de José Antonio Santamaría al mando de la entidad. «Fue clave para el club tirase hacia arriba. Era un hombre que se desvivía por el equipo. Como luego lo hicieron Sanchón, Aránguiz y Apráiz».

Y tampoco olvida el papel tan relevante de Pepe Laso desde la banda. «Nos decía que teníamos que ser capaces de llenar Mendizorroza y lo hicimos un año antes, en la fase de ascenso con el Breogán. Para mí es el recinto más bonito por cálido y acogedor». Palabras de una delegación representiva de doce hombres sin piedad, De los rivales, claro.

LAS FRASES

Pepe Laso

«El mérito de esos jugadores no se terminará de agradecer nunca. Profeso una admiración brutal por aquel grupo»

Carlos Luquero

«Pude venir porque me aproveché de una norma de Saporta para que a Clifford Luyk no se lo llevara el Kas a Bilbao»

Juan Antonio Ortiz de Pinedo

«Santamaría fue clave para que el club tirase hacia arriba. Era un presidente que se desvivía por el equipo»

José Antonio Argote

«Para nosotros fue una gran alegría y para el club, sin lugar a dudas, una semilla de su futuro crecimiento»

José María López de Armentia

«Quiero subrayar la importancia de Pepe Laso en un grupo al que le gustaba el baloncesto y le sigue gustando»

Pichu Ibáñez

«Era una época en la que nosotros montábamos y desmontábamos las canastas en el Frontón Vitoriano»

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