Baskonia 114 - 75 Valencia Basket
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Baskonia 114 - 75 Valencia Basket
Como Daulton Hommes por su casaOtro partido para colocar en la repisa donde se guardan con mimo los vídeos incunables. Una noche más de pellizcos en el alma con los que asegurarse de que la maravilla pertenece al ámbito de la realidad y no se trata de una bella obra ... de ficción. Queda comprobado que el Baskonia de esta temporada asume en propiedad el viejo dicho que santifica el calor del hogar. En ningún sitio como en casa, debe de pensar la tropa de Joan Peñarroya, la que atropelló de forma inmisericorde, fiereza en los ojos y baloncesto completo a un Valencia desfigurado por la somanta recibida ante el júbilo de una parroquia feliz y entregada.
El equipo vitoriano rescató del garaje su hermosa trituradora, la que arrancaba con frecuencia en el divino mes de diciembre. O alguna tijera de podar naranjos hasta el punto de no mantener a la vista ni un fruto siquiera. El conjunto azulgrana sometió a través del ordeno y mando a su adversario, un grupo de plantilla muy considerable, antes del intermedio mediante un festival ofensivo de los que registra a su nombre esta campaña. Y después, añadiendo al talento de un bloque que lleva los puntos de serie por castigo -igual que los ricos el dinero- el colmillo del depredador que muerde la presa sin ánimo alguno de soltarla. Un ejercicio salvaje y clamoroso de falta de piedad.
Baskonia
Hommes (24), Kotsar (7), Howard (-), Giedraitis (14) y Thompson (16) -cinco titular- Diez (8), Enoch (-), Marinkovic (14), Raieste (4), Costello (15) y Kurucs (6)
114
-
75
Valencia Basket
Jones (9), Radebaugh (5), Arostegui (13), Web III (10) y Dubljevic (1) -cinco titular- Evans (4), Harper (15), Prepelic ()8, Puerto (-), Claver (-) y Rivero (10)
Parciales: 27-24, 30-24 (57-48), 24-26 (81-64), 33-11 (114-75)
Cuesta entender hasta dónde abarcará la frustración enorme del Valencia. Un adversario que de anotarse el triunfo en el Buesa Arena hubiera adelantado al Baskonia hasta dejar al cuadro vitoriano por primera vez fuera de las ocho plazas del privilegio continental. Sobre todo si Álex Mumbrú acude con el plan ya ensayado por otros colegas de extraer a Howard del encuentro. Él, como otro técnicos, procura el mismo tratamiento de choque. Que consiste en atacar a Markus, ayer mediante las penetraciones iniciales de López-Aróstegui, sacarle faltas y subirle el termostato de la impaciencia. Y la idea surtió efecto porque el anotador compulsivo que transita de un tiempo a esta parte por un valle no anotó un solo punto y, efectivamente, cayó en la trampa de las personales.
Pues ni así. Esta versión silvestre del Baskonia -ojo, acompañada de un baloncesto moderno con el que satisfacer paladares exquisitos y apto también para todos los públicos- atropella cuanto se coloque por delante sin detenerse a imaginar un momento el martirio ajeno. En la noche formidable de Hommes y de Thompson, estupendamente secundados por otros actores principales y también intérpretes más habituales de reparto, no hubo sitio para compadecerse del rival tirado en la autopista.
El primer cuarto respondió a la expectación ofensiva de cuanto se espera de aquel Baskonia tan fluido y un Valencia con múltiples frascos de veneno en una temporada ascendente. Un pulso de altos valores en ataque donde rompieron en añicos el techo de cristal, la calidad irrebatible de Thompson a los mandos -revuelto de asistencias para empezar y anotación propia como plato- y la elegancia de Hommes. Un ala-pívot de corte moderno y puntos que se le caen de los bolsillos que obra, en parte, como termómetro azulgrana. Ayer reventó la línea de tiros libres con una verticalidad que aúna el apetito insaciable y la estética impoluta.
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Ángel Resa
No se sintieron solos, desde luego. Porque ya antes de concluir el primer acto pideron turno de palabra Marinkovic -firmante de una gran velada ante su antiguo club en España-, Raieste y Díez, dos componentes del coro que ayer pidieron vela en el entierro deportivo taronja. Los suplentes habituales mantuvieron el tono y ya con Thompson y Giedraitis de vuelta a la pista central, el equipo de Peñarroya se dedicó a la coreografía de los rondos y las triangulaciones hasta bordar el baloncesto.
Nueve puntos de renta en el descanso a cargo de un equipo reconocido de nuevo ante el espejo de su camerino propio, distinto a las dependencias menos cálidas donde se cambia durante los desplazamientos. Si acaso cabía achacar al bloque azulgrana, orfebre de un juego tan bonito de ver en la primera parte, la fiereza defensiva que no mostraba hasta entonces.
Pero el Baskonia parecía dispuesto a que a su actuación no se le escribiese una nimia pega a pie de página. Así que fue elevando el termostato defensivo en el tercer acto para reventar la caldera en el último. A los focos encendidos adelante que recordaban el alumbrado navideño de Vigo sumó la imagen gladiadora de Giedraitis y Kotsar, quienes prestaron sus rostros al póster. Todo ello antes de la pirotecnia asombrosa del último cuarto con Costello desencadenado, sangre del grupo en los ojos, puntería repartida y soberbia y el carácter indómito del carnero. Para brindar con una copa de Rioja Alavesa.
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