Baskonia 80-79 Fenerbache
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Baskonia 80-79 Fenerbache
La justicia divina del extraterrestreEsa excusa de que no hay palabras para definir emociones y fenómenos inauditos suena perezosa como renuncia a explicar ciertos acontecimientos. Pero cuando se trata de Howard le faltan a uno teclas en el ordenador. Dorsey, rebelde con o sin causa, había clavado un rejón ... de castigo cruel con su tiro a media distancia (77-79) y apenas ocho segundos hasta la alarma final. Dusko Ivanovic llama a consultas a sus hombres, embajadores de la competitividad y de la fe. Y en ese tiempo de silencio inicial y luego mucho más vivo que muerto dibuja la jugada del casino. Todo o nada en las manos del tirador legendario. El evangelista San Markus levita mediante esa suspensión con muelles frontalmente desde ocho metros y convoca a la justicia divina. Triplazo y aún tiempo para la adrenalina desatada.
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El extraterreste falla el adicional porque los genios también guardan sitio a las imperfecciones y el muy talentoso Guduric, que había asomado al Fenerbahce a las puertas del cielo con dos canastas de enorme temple y clase a nada del desenlace, sube la pelota, se levanta también desde la lejanía y la pelota bicolor tropieza con el aro local. De pronto, el matrimonio perfecto entre la épica de un Baskonia irredento hasta en las mayores adversidades y la lírica de un tipo que toca el arpa como los mismísimos ángeles. O solos de batería si atendemos a la bendita locura que envía del parqué a las grada.
ICE IN THOSE VEINS 🥶 @markushoward11 wins it 🚨 #MagicMoment I @Baskonia pic.twitter.com/sNKPZnNW1b
— Turkish Airlines EuroLeague (@EuroLeague) December 6, 2023
Dusko Ivanovic ya se puede recrear en el set tenístico continental. Desde su llegada, el equipo vitoriano presenta un balance de 6-1 y avanza seriamente sobre el alambre de la Euroliga. Con el de ayer ya es la tercera vez que sus soldados abandonan el campo de batalla con triunfos tan escuálidos, un punto, como enormemente valiosos por la jerarquía de los rivales. Otros clubes le precederán en talonario y brillo cegador de sus plantillas, pero el carácter del carnero parece tan propio como intransferible.
Al conjunto azulgrana le va la marcha un tanto masoquista. Se asoma al abismo, siente el cosquilleo del vértigo y entiende las consecuencias de la previsible caída al vacío. Entonces se rebela como un volcán desde dentro, protesta lenguas de fuego y lo revierte todo. Porque el muy desalentador 16-31 del minuto 13 incitaba a pensar en una velada angustiosa. Pero, claro, tratándose del Baskonia siempre existe margen para los milagros. Trabajados con el pico y la pala, eso sí.
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Hasta divisar tan de cerca el precipicio, el cuadro vitoriano condensaba todos sus males durante una puesta en escena prolongada -nada menos que un tercio de la cita- y profundamente insatisfactoria. En la noche que faltaba Costello, el pívot de confianza del mariscal que, muy a su pesar, hacía pira por primera vez en la temporada. De nuevo un ataque de cemento sin generar ventajas porque el admirable McIntyre no dispone de relevos fiables cuando reposa toda su desbordante energía en el banquillo. A punto por minuto al término de un primer cuarto con un 66% de desaciertos y una mísera asistencia. Datos tan elocuentes como preocupantes.
Entonces de fiaba todo a una defensa que lideraba el capitán Sedekerskis, pero lógicamente castigada por talentos visitantes como Guduric y el infrautilizado Wilbekin más el daño que antes del descanso provocaba Sanli en el centro de la zona tras os cambios de asignación automáticos. Hasta que Ivanovic se cobró entera su razón de que la soltura adelante parte de las tuercas apretadas atrás.
Los progresos defensivos con la agresividad del irreprochable McIntyre y, cómo no, las letanías religiosas que encomiendan a Howard el alma azulgrana se juntaban para meter por la fuerza al Baskonia en el choque. El menudo escolta fallará lanzamientos, por supuesto, pero su vida baloncestística no tendría sentido sin su afán de perforar la canasta adversaria. Ayer el conjunto como tal se merece los parabienes porque cuesta ver a otro con la capacidad de imponerse a un 'Fener' de plantel imponente sin Costello y un Diop muy lejos aún del nivel físico que proclama su exuberancia atlética.
Que la victoria se quedara en el santuario de Zurbano era un acto de justicia divina por el don local de revertir un arranque desolador y mostrar, como tantas noches, mayor alma que la de los rivales. Aunque sin aspectos puros del juego no hay manera de derrotar a rivales de, al menos presuntamente, tanto tronío. Y, desde luego, Howard resultó determinante para sostener casi todo el segundo tiempo las ventajas pese al recital del visitante Hayes-Davis. Pero también otros dos miembros de la Santísima Trinidad, el guarda pretoriano McIntyre -inmenso en compromiso y derroche- y el sobresaliente Kotsar. Un jugador listo e implicado que se reivindicó donde lo hacen los tipos cabales.
Otra de las buenas noticias del partido de este miércoles fue el regreso a la acción de Nikos Rogkavopoulos. El alero griego, de baja desde el 22 de octubre, recibió el alta médica la semana pasada pero Ivanovic no le vio preparado para competir hasta anoche. El montenegrino recurrió al prometedor jugador heleno desde el primer cuarto. Fue parte del quinteto al que el Fenerbahce le endosó un parcial que pudo comprometer la victoria. Sin embargo, el técnico azulgrana volvió a confiar en Rogkavopoulos tras el descanso y este cumplió con lo que se espera de él. Aportó cinco puntos (un triple en su único intento) y capturó cuatro rebotes, uno en ataque. Dispuso de 17 minutos, dejando esta vez a Dani Díez en solo cinco.
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