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Villarreal 0-0 Athletic
Al Athletic le salen las cuentasHa llegado la Liga a esa recta final en la que la contabilidad se convierte ya en la prioridad absoluta. Todo lo demás es secundario. ... En este sentido, el Athletic puede decir que salió satisfecho de su visita a La Cerámica, contento con un empate que le permite mantener la distancia de seguridad con el Villarreal y superarle ya en el gol-average. El cuarto puesto, en fin, está más cerca para el equipo de Valverde, asentado cada vez más en su consistencia defensiva. El Athletic, que ya es junto al Atlético el equipo menos goleado de la Liga, está tirando cada vez con más convicción de esta vertiente rocosa. No es una casualidad, por ejemplo, que en sus cinco últimos encuentros ligueros sólo haya recibido dos goles. Como tampoco lo es que sólo haya marcado otros dos.
No es una propuesta muy atractiva, la verdad, pero es la que hay y da resultados. El partido de ayer, por ejemplo, fue un recital de buen hacer defensivo de los rojiblancos mientras que su juego ofensivo resultó de una pobreza extrema, incluso durante el cuarto de hora –los siete últimos minutos reglamentarios más los ocho de descuento– en los que jugó en superioridad por la expulsión de Pape Gueye. Pero como decíamos estos sacrificados ejercicios de contención dan resultados y Valverde parece confiar mucho en ellos. De hecho, si algo se puede decir del choque, visto lo visto, es que al técnico rojiblanco le salió bien su plan. Quería la victoria, por supuesto, pero sobre todo quería no perder y lo consiguió.
Villarreal
Júnior, Foyth, Costa (Kambwala, m.77), Cardona (Pedraza, m.76), Kiko Femenía, Comesaña, Baena, Buchanan (Yeremy m.56), Parejo (Gueye, m.62), Ayoze (Gerard, m.56) y Barry.
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Athletic
Simón, Gorosabel, Vivián, Paredes (Nuñez, m.72), Yuri (Adama, m.34), Jauregizar, Prados, Iñaki Williams, Nico (Sancet, m.62), Unai (Berenguer m.63), Guruzeta (Maroan, m.72).
Árbitro: Melero López. Amonestó a Gorosael y expulsó a Gueye.
Incidencias: 19.158 espectadores en La Cerámica
Esta voluntad se constató en el propio once inicial, que incluyó una ausencia sorprendente: la de Oihan Sancet. Cuando todos los aficionados rojiblancos esperaban su regreso casi con ansiedad, el navarro se quedó en el banquillo de cara a un partido que era una final. Teniendo en cuenta que Valverde dijo el sábado que estaba en perfectas condiciones, su suplencia no era fácil de entender, como no lo fue que ante Osasuna ni siquiera saliera a calentar con 0-0 en el marcador. En realidad, sólo se entiende si se lee el partido a partir de un cálculo previo de Valverde: cerrar espacios, aguantar con firmeza y percutir todo lo que sea posible –ingrato trabajo estajanovista en el que se está especializando Unai Gómez– para intentar golpear en la segunda parte con Sancet a un rival más desgastado por el esfuerzo.
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El peligro de este plan es que no responde del todo a la naturaleza de este Athletic, un equipo que no es precisamente calculador. Que su retaguardia sea una de las más sólidas tiene que ver mucho más con su magnífico trabajo colectivo sin balón que con las típicas artes y los oficios de los equipos a los que les gustan los cerrojos. Cuando no salen en busca de aventuras desde el pitido inicial, los leones se sienten raros; de ahí, quizá, que ayer comenzaron el partido perdiendo dos balones tontos en el centro del campo, uno Jauregizar y otro Prados, y cometiendo una falta muy peligrosa cerca del área, en este caso de Berchiche a Buchanan.
La primera impresión de los rojiblancos, por tanto, fue bastante alarmante; un mal presagio que se confirmó durante toda la primera parte. Sometido por un Villarreal superior, muy cortante con su presión adelantada, los pupilos de Valverde jugaron una primera mitad de lo más deficiente. Ahora bien, pese a la pobreza recalcitrante de su juego y la absoluta nulidad de su frente de ataque, se puede decir que llegaron al descanso con dos buenas noticias.
La primera es que el 'submarino amarillo', pese a su dominio constante, no logró adelantarse. Tuvo tres o cuatro llegadas con mucho peligro, sobre todo una de Cardona en el minuto 17 y justo después otra de Ayoze, pero Unai Simón estuvo muy seguro, también para desviar alto un misil que le lanzó Buchanan. La segunda noticia alentadora fue que, a poco que el Athletic apretó arriba al equipo de Marcelino, le creó serios problemas. De hecho, la ocasión más clara de toda la primera parte la tuvo Iñaki Williams en el minuto 40, tras un robo de Guruzeta a Foyth y un centro de Nico. El capitán rojiblanco ni le dio al balón. Poco después, desperdició una contra con un golpeo que ni fue remate ni fue pase. Vamos, que fue un engendro.
No tuvieron su día los Williams –a Nico lo cambiaron en el minuto 63–, y eso siempre es un grave problema. Si a esto se añade que Unai Gómez y Guruzeta se dedicaron a perseguir rivales –salvó en un buen cabezazo del donostiarra en el minuto 14– queda claro lo que dio de sí el frente de ataque del once titular. Nada. Era obligado confiar en que cambiaran las tornas con los cambios, pero el panorama siguió siendo más o menos el mismo con las entradas de Berenguer, Sancet y más tarde Maroan.
El Athletic ni siquiera aprovechó la suerte de quedarse en ventaja numérica. Y decimos suerte porque, de la misma manera que Pape Gueye se ganó la roja con una entrada durísima a Maroan, Prados debió ser expulsado 20 minutos antes por otra entrada que lesionó a Buchanan y que el árbitro no vio y el VAR tampoco. El caso es que el partido acabó languideciendo hacia un empate que los dos equipos recibieron con una cierta conformidad.
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