Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Miren ustedes que llevábamos días hablando del partido de Zorrilla y escribiendo sobre las claves de la cita. Sólo nos ha faltado organizar un ciclo de conferencias sobre encuentros decisivos contra rivales castellanos. O regalar con el periódico un libro de instrucciones para ser feliz ... un fin de semana en Valladolid. Pues bien, el Athletic compareció con más de media hora de retraso y lo acabó pagando con una derrota que escuece más a medida que uno se pone a hacer cuentas. No sólo le impide depender de sí mismo para entrar en la Europa League como quinto o sexto, lo cual le libraría de las temidas previas de verano, sino que compromete el séptimo puesto, a tiro de tres puntos para la Real, el Espanyol y el Alavés.
Valladolid
Masip; Moyano, Kiko Olivas, Calero, Nacho; Waldo (Toni, m.76), Alcaraz, Míchel, Óscar Plano (Antoñito, m.65); Ünal y Guardiola (Joaquín, m.82).
1
-
0
Athletic
Iago Herrerín; Capa (Aduriz, m.59), Unai Núñez, Yerai, Yuri; Dani García, San José; De Marcos, Muniain (Ibai, m.68), Córdoba (Raúl García, m.46); Williams.
Goles: 1-0, m.21: Waldo.
Árbitro: Mateu Lahoz (Comité valenciano). Mostró cartulina amarilla a Óscar Plano (m.10), Míchel (m.35), Alcaraz (m.41), Borja (m.50), Toni (m.84), del Real Valladolid, y a Capa (m.30), Dani García (m.31), San José (m.55), del Athletic
La verdad es que no es fácil de entender -ni de aceptar- lo que sucedió. El partido era a la seis y media y los rojiblancos aparecieron pasadas las siete, vaya usted a saber por qué. Hasta entonces, llegado el minuto 33, cuando Muniain pifió un gol cantado rematando con el hombro en lugar de con la cabeza, fueron una presencia fantasmal, un grupo gaseoso y despistado a merced del Valladolid. Animosos y explorando muy bien las bandas, los pucelanos se adelantaron con un golazo de Waldo en el minuto 20. Impresionó cómo sus rivales le dejaron irse desde su campo y cómo San José le acompañó en su carrera final, trotando a su lado como si fuera un colega que le dieras ánimos. Sólo le faltó felicitarle al final y decirle «vaya chicharro tío». El gol hizo justicia a un Valladolid que tuvo ocasiones para ampliar esa renta. Que no supiera hacerlo le acabó condenando a una segunda parte angustiosa en la que el Athletic pudo empatar.
¿Que el 1-1 hubiera sido más justo? Puede ser. Pero eso no significa que a los pupilos de Garitano se les pueda perdonar su indolencia inicial. Con su falta de claridad en las llegadas y su pegada de peso mosca, estos chicos no pueden permitirse ningún lujo. Y menos ante unos rivales que se estaban jugando el pan de sus hijos. La verdad es que fue muy desalentador ver cómo eran incapaces de marcarle un gol a un Valladolid cuyo estado de nervios hizo que infundiera lástima en todo el tramo final. En esos momentos críticos de tensión, con una electricidad estática en el José Zorrilla que hubiera iluminado una gran ciudad china, hasta desear un gol postrero del Athletic se antojó por momentos una maldad, una ambición cruel. Y es que uno llegó a preocuparse por la salud de esa buena gente castellana que tan bien recibe a los hinchas del Athletic y les agasaja con sus vinos y lechales. Qué miedo pasaron.
Por fortuna, el aficionado del Athletic dejó esos miedos cervales meses atrás. Ahora piensa en Europa, sí, pero también se preocupa por el porvenir. Sobre todo, en lo que se refiere al potencial ofensivo de su equipo. Salvo Raúl García, cuya suplencia nadie entendió, ya no parece quedar un futbolista más o menos fiable de cara a gol. Williams lleva unos últimos partidos de inoperancia, como si se le estuviera haciendo larga la temporada. Lo de Muniain empieza a ser una broma muy pesada y Aduriz ni está ni se le espera ya. Salió en el minuto 60 en lugar de Capa y lo único que se supo de él es que se ganó una tarjeta amarilla por protestar. En fin, que sin un En-Nesyri de por medio para que se la metiera en propia portería, como sucedió en Leganés, el equipo de Garitano se quedó sin marcar y dejó nuevas señales, por si hacían falta más, de que una hipotética clasificación para Europa sólo sería aconsejable si el club acomete un serio plan de renovación y refuerzo de la plantilla.
El arranque del partido ratificó dos sospechas. La primera, que sobre el césped de Pucela podía notarse la diferencia de mentalidad entre unos futbolistas que se estaban jugando la categoría y otros que aspiraban a un simple premio. Y la segunda, que esta diferencia podía ser un serio problema para el Athletic de Garitano, un equipo muy básico e impetuoso que si no iguala o supera a sus rivales en actitud es carne de cañón. De ahí, por supuesto, que se hiciera tan difícil de entender la actuación de los rojiblancos durante la primera media hora. Iba a decir que fueron de los peores primeros treinta minutos de la temporada pero como me da miedo ponerme a recordar cosas tan feas nos limitaremos a decir que fueron inaceptables para un equipo con aspiraciones.
La superioridad del Valladolid concluyó en el minuto 57, cuando Unal estuvo a punto de marcar el 2-0 tras el saque de una falta. Su volea se fue por muy poco y supuso un cambio absoluto de decorado. Los nervios atenazaron a los locales y el Athletic lo aprovechó para hacerse el dueño del partido. Un cabezazo de San José en el minuto 58 heló las gradas de Zorrilla, donde el gentío estuvo a punto de entregar la cuchara viendo cómo el Athletic se descolgaba una y otra vez en el área de Masip y los centros de Ibai, que había entrado por Muniain, se iban cargando de dinamita. La mala suerte que han tenido otras veces los jugadores de Sergio González se compensó con una ración de fortuna en un remate de Raúl García y en un cabezazo de Núñez al poste.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.