![Los socios de oro lo ven posible](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202104/14/media/cortadas/socios1-14-kslB-U14046072398ewG-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Fue un día especial para ellos. Ojos clavados en San Mamés, en la Ría, dos símbolos que confluyen en uno. Han visto al Athletic campeón, la gabarra, han conocido la felicidad. El club rojiblanco entregó ayer y el lunes insignias de oro a 126 ... socios con 50 y 75 años de antigüedad. Colores rojo y blanco tatuados en el corazón. Les cuesta hablar de la pureza de su fe porque las emociones no se cuentan, simplemente se llevan por dentro y asoman en las miradas. Con la boca tapada por las mascarillas, hablan por los ojos. Unos son más optimistas y otros tendentes al pesimismo, heridos por la derrota contra la Real Sociedad y la proximidad del Barcelona, pero lo que les une a todos es un profundo amor por el Athletic.
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Hubo socios que llegaron pronto, encantados de esperar al lado de San Mamés. Otros fueron con el tiempo justo, pero todos hablaban de «honor» y «orgullo» por sus bodas de oro con el club. Matrimonio perfecto, irrompible. Lo que ha unido el Athletic que no lo separe nadie. Unos se hicieron con el carnet por ellos mismos, otros lo heredaron de sus familiares y algunos consiguieron que se lo cediera un vecino. El caso es que lo llevan medio siglo en el bolsillo, toda una vida, que esperan les sonría el sábado en La Cartuja. «Nos lo merecemos», coinciden. Y sueñan. Bizi Ametsa.
A José María Martínez le cuesta recordar algunas cosas, pero el Athletic vive fresco en su memoria. Natural de Bilbao, amable y cercano, se sacó el carnet de socio a los «27 años», poco después del nacimiento de su tercera hija. «Lo hizo para evadirse», interviene bromeando su mujer, Alicia Gerrikagoitia, con la que lleva casado 53 años. «Más otros cinco de novios», puntualiza ella. Es la que disfruta de la localidad de su marido, en la Tribuna Oeste, porque a él le cuesta ir. Da igual, el Athletic es un sentimiento compartido. «Es un honor recibir esta distinción, un orgullo», admite Txema, quien a diferencia de su esposa ve «jodida» la final contra el Barcelona. «Esperanza hay, pero el Barça es el Barça», acota.
Ella se rebela. «Esta final nos lo va a dar todo: título y Europa». «Es hora de ganar. Antes lo hacíamos con frecuencia, cada pocos años», recuerda él. Enseguida sacan a colación la Copa de 1984 y el recibimiento. Estuvieron allí, muy cerca donde ayer celebraron sus segundas bodas de oro. Rojiblancas.
Acompañada, Almudena Salazar aguardaba la entrada a San Mamés por la puerta 11. Llevaba tiempo esperando este momento, demasiado, trabajando la paciencia. Hasta perdió la cuenta de los años de relación con su club. «He llamado varias veces para preguntar cuándo me toca. El año pasado me dijeron que este. Es una emoción enorme. Para mí esta insignia vale más que un Oscar», afirma. Sus padres le hicieron socia en 1970. «Tenía 20 años, pero iba al campo desde los 14». Toda una vida en la grada de San Mamés, su segunda casa, el lugar en el que los sueños se renuevan temporada a temporada, semana a semana.
Confiesa que estuvo «tristísima» después de la derrota contra la Real Sociedad. Un golpe duro que aún siente en el estómago. «Confío en ganar ahora al Barcelona. Sé que esta final es más importante, que da más cosas, pero hubiera preferido llevarme la otra». Sinceridad. Piensa en el sábado y visualiza una alegría, que si por ella fuera llevaría la firma de Óscar de Marcos. «Es mi jugador preferido». Sabe reconocer a buena gente.
Josu Peña tenía un vecino que por motivos de trabajo se tuvo que trasladar a Madrid. Era socio del Athletic y le ofreció cederle el carnet a este getxotarra, quien ama el fútbol y desdeña el VAR. «¿Lo quieres?», le dijo un día el hombre, que se iba a quedar sin su localidad. 50 años después, la insignia está en poder de este aficionado que siente «emoción y orgullo» por cumplir las bodas de oro con el club de su vida.
No pierde la esperanza de cara al compromiso con el Barcelona. Confía en la naturaleza imprevisible de un deporte en el que los milagros ocurren a veces. «En el fútbol, el dos más dos no son siempre cuatro. En enero -recuerda Peña- ganamos a dos de los mejores equipos del mundo». Cayeron el Madrid y el Barça y se levantó la Supercopa. Por qué no repetir. «Es posible, claro que sí, sabiendo que será complicado. A veces son detalles los que deciden un partido, el VAR. El VAR no me gusta, quita la emoción al juego». Sintió la derrota ante la Real. «No fuimos nosotros». Esta vez espera ver al Athletic de verdad.
Kepa Cabareda mantiene una fe ciega en las posibilidades de su equipo. Como es lógico, tragó bilis con la derrota ante la Real Sociedad, pero su amargor no le impide saborear el dulzor de la oportunidad que se presenta el sábado. «Si el Athletic juega a su nivel puede gana a cualquiera», sostiene sobre el choque ante el Barça. En el momento de recoger su insignia -lo hizo el lunes-, este hombre de fútbol y de negocios se acordó de su «aita y del esfuerzo que supuso hacerme socio con 12 años. Cuando me la entregaron pensé en todo lo que significa este club. Llevarla es un honor. Es un orgullo decir en cualquier sitio al que voy que (el distintivo) representa a un club diferente en un montón de cosas que son difíciles de entender salvo que formes parte de él».
Cabareda quiere ver al Athletic de siempre contra el Barça. «Lo que hay que dominar es la responsabilidad y la ilusión por ganar, que no se nos vuelvan en contra. En un partido intervienen cantidad de factores, acciones de juego, mil aspectos. Respeto al Barça, pero si el Athletic está a su nivel... Lo veo posible».
El padre de Jaime Ruiz sufrió un infarto en San Mamés. Tranquilidad, salió adelante. Corazón de león. Su hijo mencionó ayer este episodio mientras guardaba cola para entrar al campo, donde le fue entregada la insignia por sus 50 años de fidelidad. «Para mí esto es todo, ilusión, satisfacción». Sentimiento compartido por todos los asistentes, aferrados a un matrimonio eterno.
Este aficionado no las tiene todas consigo antes de la final frente al Barça, pero recalca que «no hay que perder la esperanza. Merecemos la Copa. A ver si esta vez...», no termina la frase. No hace falta. El título sobrevuela el imaginario colectivo. Ruiz solo ve un modo de levantarlo. «Ser valientes y salir con muchas ganas». Dos ingredientes que no pueden faltar el sábado. Nunca.
Como ya sucedió en la final ante la Real Sociedad, el Athletic estará acompañado en La Cartuja por personas representativas del club como expresidentes y exjugadores. Esta vez, además, al grupo se incorporarán familiares de futbolistas, según reveló Aitor Elizegi. Se trata de una novedad con respecto a las anteriores finales. En ninguna de ellas hubo personas con parentesco con la plantilla. Sin embargo, la Real sí invitó a las parejas de sus jugadores.
La decisión, recalcó Elizegi, es del «club» y no se puede, por tanto, personalizar en Marcelino. El objetivo es crear un ambiente en el que los jugadores se sientan más arropados después de que el diagnóstico de la entidad y del entrenador es que el exceso de responsabilidad les bloqueó ante la Real Sociedad.
«Pensamos que es importante, que es un momento clave. Creemos que nos puede ayudar a gestionar las emociones antes y después», señaló el presidente.
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