Entre el gafe del viejo Madrigal, sólidamente acreditado, y la intrascendencia objetiva del partido, lo cierto es que había que escarbar mucho para encontrarle al Villarreal-Athletic algo de interés. En realidad, era necesario que el aficionado profundizara en su interior hasta encontrar el primer vestigio del alma rojiblanca para sentarse delante del televisor a presenciarlo. Y no digamos para desplazarse hasta tierras de Castellón y vivirlo en directo, animando a la tropa de Ziganda desde las gradas. Para eso se requería un acto heroico digno de ser recompensado por parte del club. Pero esto, la presunción de un nuevo aburrimiento solemne más, era solo la teoría; justo lo que saltó por los aires en el estadio de La Cerámica. Contra todo pronóstico, el Athletic firmó el mejor partido de la temporada y se dio un paseo en un campo maldito en el que no ganaba desde hace catorce años.
Fue, sin duda,
Villarreal
Asenjo, Rukavina, Álvaro, Bonera (Pau Francisco, m.46), Jaume Costa, Javi Fuego, Trigueros (Cheryshev, m.61), Rodri, Fornals (Soriano, m. 8), Bacca y Ünal.
1
-
3
Athletic
Kepa, De Marcos, Núñez, Íñigo Martínez, Balenziaga (Lekue, m.62), San José, Iturraspe, Susaeta (Muniaín, m. 76), Raúl García, Córdoba (Mikel Rico, m.89) y Williams.
Goles 0-1, m.5: Cordoba. 0-2, m.51: Williams. 1-2, m.67; Bacca. 1-3, m.87: Muniain.
Árbitro Iglesias Villanueva (comité gallego). Amonestó por el Villarreal a Bonera, Asenjo y Bacca y por el Athletic a Íñigo Martínez, De Marcos, Iturraspe, Williams, Kepa y Núñez. Expulsó por doble amonestación al local Álvaro (m.89)
Incidencias: partido disputado en La Cerámica ante 14.900 espectadores. El defensa del Villarreal Víctor Ruiz causó baja una hora antes del encuentro por una gastroenteritis y fue sustituido en la convocatoria por Pau Francisco.
Frente a tantos caretos lúgubres que se le han visto en estos siete meses de penitencia, el Athletic tuvo buena cara desde el principio. Salió al campo tranquilo, airoso y despreocupado. Todo lo contrario que su rival, que venía de perder con el Málaga en La Rosaleda y se había complicado el pasaporte para Europa.
Viendo jugar al Athletic, que presionaba arriba con mucha eficacia y combinaba el balón con autoridad y solvencia, fueron inevitables algunas bromas e ironías sobre el retraso con el que se ha hecho presente esta bonita versión del equipo.
Lejos de sentirlo como una tortura, como una desgracia más de la vida, se divertían con él. Lejos de desear que el partido fuese lo más corto posible, a ser posible de cinco o diez minutos y con anestesia, su ilusión parecía ser que durase mucho y se prolongara lo máximo posible. Porque lo cierto es que el Villarreal, que perdió a Fornals por un desmayo nada más empezar, no daba ningún miedo.
Quedaba la duda de cómo reaccionarían los dos equipos tras el descanso. Era lógico esperar un Villarreal más pujante y un Athletic quizás más especulativo. Esta era la teoría y de nuevo saltó por los aires.
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