No se puede jugar al fútbol de rodillas

Es muy difícil jugar al fútbol de rodillas, y el Athletic que saltó ayer al Camp Nou fue un equipo genuflexo, acomplejado y cobardón. Los rojiblancos salieron aconejados, y como un conejo deslumbrado por las luces de un coche se quedaron antes de la media hora. Pusieron la alfombra roja al Barcelona y se llevaron tres sopapos en diez minutos que liquidaron el partido y dejaron la imagen del Athletic por los suelos.

Este año tampoco será el del triunfo rojiblanco en el Camp Nou, y ya van veintidós, porque encarando el partido con ese talante es imposible ganar, no ya en el coliseo blaugrana, sino en cualquier escenario. Nos quedamos sin saber lo que pretendió Valverde con los cambios en la alineación porque el equipo no tuvo opción de desarrollar nada parecido a una estrategia de juego. Se limitó a esperar, a protegerse y vivir pendiente de lo que hacía el rival renunciando a cualquier posibilidad de asustarle, de obligarle a guardar sus espaldas. El primer remate rojiblanco corrió a cargo de Berenguer, desde lejos, en el minuto 48. Ter Stegen lo neutralizó tirándose al suelo como si estuviera jugando en la playa con los niños.

La de anoche fue una historia repetida, un déjà vu que el aficionado rojiblanco ya ha interiorizado como parte del calendario de cada temporada. A fuerza de repetir fracasos, el Athletic ha desarrollado un evidente complejo de inferioridad que se manifiesta cada vez que comparece en el Camp Nou. Da igual el rendimiento que esté acreditando el equipo, que esté más arriba o más abajo en la clasificación, que juegue de una o de otra manera; es llegar al campo del Barcelona y salir del vestuario agitando bandera blanca.

Siempre había un blaugrana presionando a Simón cuando el portero trataba de jugar con el pie; los rojiblancos necesitaban prismáticos para vislumbrar a Ter Stegen. El Athletic valiente que habíamos celebrado hasta ahora no compareció anoche. El Athletic sólido que cerraba todos los caminos a los rivales fue un queso de gruyere. Valverde apostó por Yuri y el lateral apareció en la foto en los cuatro goles. Dembelé pasó una de las noches más divertidas de su carrera. Berenguer no salió retratado sencillamente porque no bajó a ayudar a su compañero ni siquiera cuando su teórico marcador, Sergi Roberto, se fue de excursión para marcar el segundo de la noche.

Tampoco es cuestión de señalar a éste o a aquel, porque fue un fracaso coral, empezando por el director y terminando en el último suplente. Lesionado Herrera a los veinte minutos, cuando el Athletic ya perdía por dos goles, Valverde lo sustituyó por Dani García, lo que puede considerarse como una enmienda a la totalidad de su planteamiento inicial. Dani ocupó la misma posición que su compañero, pero es evidente que las características de ambos, y lo que se espera de uno y de otro, no tienen nada que ver.

Fue una noche negra, más oscurecida todavía por las lesiones de Herrera y de Dani García. Fue uno de esos partidos en los que lo mejor es escuchar el pitido final del árbitro y ver que el marcador refleja una goleada discretita, porque, no nos vamos a engañar, la cosa hubiera podido ser mucho peor. Vamos a ser positivos y recordar que el Athletic no tiene que volver al Camp Nou hasta el año que viene. El que no se consuela es porque no quiere.