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Con lo bonito que es el fútbol cuando lo protagonizan los jugadores y los aficionados, a ser posible ambos a la vez, como en la inolvidable gabarra del jueves, lo desquiciante que puede llegar a ser cuando en el centro del foco se ponen malos ... árbitros como Cuadra Fernández, sus colegas del día en la sala VOR y los redactores de los nuevos reglamentos. Entre ellos, en comandita, ensombrecieron este domingo un duelo igualado e intenso entre el Athletic y el Villarreal. Primero, con una expulsión rigurosísima de Comesaña en el minuto 46 -pisó sin querer a Prados, de hecho sin verlo, y vio la segunda amarilla-, y luego, ya en el descuento, con un penalti por manos de Yuri Berchiche que no hay por donde cogerlo.
Bueno sí, se lo puede coger por el lado de este nuevo fútbol absurdo y desnaturalizado que nos han endilgado como una condena. Resulta que un balón pega en la pierna de un jugador que se ha lanzado a tapar un disparo; el balón, que se va fuera, le toca fortuitamente en el brazo, que tiene en una posición natural -nadie se tira al suelo con los brazos en la espalda o cruzados sobre el pecho como la momia de Amenofis II-, y la jugada termina siendo penalti. Para comer cerillas, efectivamente, pero lo cierto es que así se deciden muchos partidos en estos tiempos líquidos.
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Javier Ortiz de Lazcano
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No se trata de discutir los méritos del Villarreal, que mereció el empate. Fue superior en la primera parte, tuvo dos ocasiones clarísimas para adelantarse, entre ellas un penalti que falló Gerard, y con diez jugó con personalidad, sin olvidarse de la portería de Unai Simón. Se trata de recordar el modo tan arbitrario y oscuro con que se puede llegar a decidir el destino de un equipo. Al Athletic, por ejemplo, ese penalti en el minuto 92 le aleja a cuatro puntos del Atlético ; es decir, le impide seguir dependiendo de sí mismo para entrar en Champions la próxima temporada. Ni más ni menos. El caso es que la fiesta, que arrancó con el pasillo a los campeones por parte de sus antecesores de 1983 y 1984 y del Villarreal, no pudo ser completa en San Mamés. Se la fastidió un intruso con malas compañías.
A los rojiblancos les tocaba volver al tajo, lo cual no era fácil después de una semana en la que han escuchado más veces el sonido del descorche de las botellas de champán o el de los cubitos de hielo agitados en sus vasos largos que el de los toques al balón en Lezama. Había que respirar hondo, coger fuerzas y dar una lección de responsabilidad. El Athletic lo intentó. Nadie podrá decir que los jugadores salieron a verlas venir. El problema es que se encontraron con un buen Villarreal que no tardó nada en dominar el juego plasmando su superioridad en el centro del campo.
Si los de Valverde se jugaban mucho, los de Marcelino también tenían un objetivo ambicioso ahora que el triunfo del Athletic en la Copa ha abierto las puertas de Europa al séptimo clasificado. Ya desde el principio, se fajaron bien los levantinos y llegaron combinando con muy buena caligrafía un par de veces. En el minuto 10 se encontraron con un penalti a favor tras un pisotón de Beñat Prados a Álex Baena. Que éste ya hubiera soltado la pelota y el pisotón no influyera en el desarrollo de la jugada ya no tiene ninguna importancia. El caso es que Gerard ajustó tanto el lanzamiento -Unai Simón asusta lo suyo- que envió el balón al poste. El Athletic se libró del 0-1 y en el minuto 14, volvió a librarse de nuevo tras un grave error de Baena. Aunque para errores los de Traoré. No dejó de ofrecerse e intervenir por la banda derecha a lo largo de la primera parte, pero terminó mal todas sus jugadas sin excepción.
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No pintaba bien el partido para los rojiblancos, que sufrían con las imprecisiones de Vesga y sólo vivían del trabajo colectivo y de la creatividad de Sancet. Aún así, tuvieron una oportunidad magnífica para irse al descanso en ventaja. Fue en el minuto 41, tras un pase de la muerte de De Marcos que Guruzeta no acertó a rematar. Le pegó al aire Tras el descanso, Cuadra Fernández cambió decorado. En un minuto dejó en inferioridad al Villarreal, que de repente se vio teniendo que activar el plan B para los casos de urgencia. Del 4-4-2 clásico de Marcelino pasó a un 4-4-1, con Sorloth como única punta.
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En ventaja numérica, y con la salida de Herrera en lugar de un desafortunado Vesga, el juego del Athletic consiguió ser más profundo. Y eso que Nico no era el de otras veces y su hermano Iñaki volvió a tener un día fallón. Como dicen ahora los jóvenes, parece que ha perdido 'flow' en el último mes. El caso es que Sancet hizo el 1-0 en el minuto 66, tras un gran pase de Herrera y una asistencia de cabeza perfecta de Guruzeta. La victoria no parecía peligrar, más allá de un par de sustos en una cesión de Berchiche a Unai Simón y en un disparo de Guedes. Y, sin embargo, Cuadra Fernández volvió a hacer aparición. Había visto perfectamente la acción de Berchiche -estaba justo al lado-, pero le llamaron de la sala VOR. Y vaya usted a saber qué vio en la imagen y qué reglamento tuvo que aplicar.
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