El partido que necesitaba Simón

El meta necesitaba un partidazo para reivindicarse después de unos choques un tanto decepcionantes. Y ya lo tiene. Ha pasado de ser considerado un guardameta con futuro a uno de presente y de los que da puntos. Es lo mejor que dejó la tarde a los visitantes. Sostuvo a su formación y firmó cuatro paradas de portero de élite.

El verano de 2018 era el cuarto cancerbero del Athletic: se marchó cedido a Elche. Tenía por delante a Kepa, Herrerín y Remiro. El primero se fue, el tercero rechazó la oferta de renovación y el alavés regresó deprisa y corriendo de su préstamo. Aunque arrancó como titular, pasó a la suplencia porque Berizzo mantuvo las jerarquías en cuanto Iago se recuperó. Tuvo que esperar a este curso para ser el número uno.

La grada de San Mamés le recibió con optimismo porque sus primeros duelos fueron buenos, aunque no excepcionales. Sin embargo, lo sucedido ante Valladolid y Atlético le dejó señalado. En el primero, se le escapó la pelota del empate castellano, y en el Wanda erró en un par de salidas por alto. «Lleva toda la campaña bien, pero ha tenido un par de partidos con dudas. Cuando se apuesta por un portero de 21 años, todos tenemos que tener paciencia. Todo esto es parte del proceso para que el día de mañana tengamos un gran portero», dijo ayer Gaizka Garitano.

El técnico reforzó su confianza en Simón con la titularidad ante el Espanyol, un partido en el que se esperaba una rotación con Herrerín. Ese día estuvo notable. Ayer alcanzó la matrícula de honor. La primera de sus grandes intervenciones llegó a los 16 minutos. Cazorla controló en la semiluna del área y golpeó en busca de la escuadra. Simón se estiró con decisión y repelió con las dos manos. Fue la intervención que más satisfecho le dejó. «Era la más complicada porque estos balones se mueven mucho y Cazorla le pega muy bien. Además si llegan a meter rápido el partido se pone muy cuesta arriba».

En el minuto 63, demostró ser un portero de acero. Gerard, el máximo goleador de la Liga, se presentó ante él. Simón mostró una de sus mejores cualidades. Con sus 190 centímetros tiene sangre fría para no irse al suelo y tapar mucha portería. Gerard buscó un zambombazo como solución. La pelota se estrelló en la cara del alavés, pero ni se inmutó. «Es que me ha pegado en la parte del ojo. Si me pega en otro sitio, igual me mareo».

Hubo más paradas decisivas. Llegó en el minuto 80. El Villarreal lanzó un córner. Albiol apareció en el segundo palo. A bocajarro. Cuando el Estadio de la Cerámica ya festejaba el gol, el portero reaccionó como un gato para rechazar la pelota sobre la línea.

Simón había generado dudas, pero esas paradas colocan sobre la mesa lo mejor que posee: importantes fundamentos técnicos, grandes reflejos, capacidad para volar en las estiradas y entereza para tapar portería sin irse al suelo.

El protagonista estaba tranquilo cuando generó algunas dudas y así seguía ayer. «Mi objetivo es ser el portero del Athletic. Sé que estoy haciendo las cosas bien. Todos los partidos no van a ser como el de Villarreal», avisó.