Los que salieron al campo lo hicieron mentalizados para sudar la camiseta

Al Athletic le tocó enfrentarse a un equipo que milita tres categorías por debajo y juega en un campo de hierba artificial de esos que tienen más rayas pintadas que en Nazca. Ya se sabe lo que sucede en estos casos. Ambiente de gala y gradas supletorias para celebrar un evento que entrará de lleno en la historia local.

Lógicamente el equipo de casa suele encarar el partido con el espíritu de los grandes acontecimientos. Y qué decir si ya ha eliminado a un Primera y se siente con inspiración para escribir un cantar de gesta, como era el caso del Mancha Real, verdugo del Granada en la ronda anterior.

No debe de ser fácil para el entrenador del equipo superior tomar una decisión sobre qué hacer ante un reto de estas características. La lógica dice que le bastaría con alinear a los suplentes y a algunos del filial para solventar el asunto. Sin embargo, la experiencia recuerda que todos los equipos grandes se han dejado los dientes en una eliminatoria de este tipo. En la historia del Athletic se pueden leer unas cuantas páginas negras al respecto. Alguna bastante reciente, por cierto.

Marcelino optó por una solución mixta para confeccionar una alineación reconocible en la que convivían titulares habituales con meritorios y futbolistas que están saliendo de lesiones. Debía ser suficiente para solventar la papeleta y lo fue porque los que salieron al campo lo hicieron mentalizados para sudar la camiseta en un escenario alejado de los focos y el glamour. Hicieron bien porque les bastó con tomárselo en serio desde el primer minuto para ahorrarse cualquier sobresalto.

El partido se desarrolló según el guion habitual en estos casos. El Mancha Real saltó al campo acelerado, imbuido del espíritu de las grandes ocasiones, soñando con una sorpresa tan épica como improbable. Al Athletic le costó hacerse con la pelota e imponer al partido el ritmo que le convenía. El rival se movía a la velocidad de las películas mudas. La hierba artificial y las dimensiones del campo hacían el resto.

En estos casos, nada como despertar de su sueño al contrario devolviéndolo a la cruda realidad con hechos concretos; por ejemplo, un gol para enfriar su entusiasmo. A los de Marcelino les costó veinte minutos hacerse con el partido. En cuanto consiguieron enlazar cuatro pases seguidos llegó el estreno goleador de Nico Williams para dejar las cosas en su justa medida y encarrilar la eliminatoria.

A partir de ahí todo fue más sencillo. La efervescencia inicial del equipo jienense se diluyó como la gaseosa y el Athletic dobló su ventaja antes del descanso en una bonita contra de Nico Williams, lanzado por un buen pase de Vesga. Hasta ahí llegaron las aguas en Mancha Real.

A efectos de la eliminatoria sobró medio partido. El trámite se convirtió en un buen entrenamiento para el Athletic. Marcelino pudo ver a un Nolaskoain más entonado de lo que se podría esperar después de más un año de inactividad, Vivian tuvo los minutos que necesita para recuperar el ritmo de competición después de su lesión, Serrano y Zarraga dejaron pinceladas de su clase y todo el equipo, en general, demostró su profesionalidad anteponiendo la eficacia a cualquier frivolidad de esas que tan caras se suelen pagar en estos casos.