El ambiente en la isla, rebosante de turistas, es por el momento ajeno al partido contra el Athletic, los hinchas que han colgado banderas son contados y en los bares apenas se habla de la Copa
Si un extranjero pone un pie en Bilbao durante estos días, le sobra tiempo para suponer que algo se cuece. El color rojiblanco tiñe los balcones, las fachadas de las instituciones públicas y hasta el metro. Es complicado entablar una conversación en la que no ... se hable de Sevilla, la gabarra o se conjuren los interlocutores de que «esta va a ser la buena». Y casi imposible localizar una sola persona que no sepa que el sábado se juega la final de Copa. EL CORREO ha viajado 848 kilómetros hacia el Este y comprobado que ese fervor no hierve de igual manera. En Mallorca el rojinegro está todavía lejos de extenderse por la isla. Son pocas las banderas que asoman por los balcones y residentes y turistas parecen estar a otra cosa.
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Un paseo por el centro de Palma da pistas de por qué es tan difícil que la ciudad se vuelque de la misma manera que lo hace Bilbao. El Passeig des Born (la principal arteria de la ciudad) es una mezcla de culturas en la que el alemán, el inglés o el ruso se escuchan en la misma medida que el castellano y el mallorquín. Allí las típicas casas mediterráneas, bajas y con colores claros, se han convertido en el continente que alberga restaurantes dirigidos a extranjeros -'The best paella is here'- y tiendas de souvenirs impostadas, en las que incluso se vende alguna camiseta del Athletic (y sorpresa, ¡ninguna del Mallorca!).
Sin embargo, por mucho que los turistas abarroten esta zona, para la afición mallorquinista tiene un simbolismo especial. Es en este paseo donde se ubica la Fuente de las Tortugas, que en los últimos ascensos del club se ha convertido en punto de celebración. Es por ello que a pocos metros de aquí el Ayuntamiento de Palma instalará una pantalla gigante para seguir el partido. Esperan que se concentren unas 7.000 personas, aunque algunos hosteleros de la zona parecen no haberse enterado.
Es el caso de John Castaños, encargado del restaurante Ombu, emplazado en el lugar donde se colocará la pantalla. Por no saber no sabe ni cuándo es el partido. «No tenemos nada preparado, los sábados hay un mayor flujo de clientes por la llegada de turistas», anota. De hecho, todavía tienen sitios disponibles tanto para comer como para cenar. La fotografía es similar en otros locales de la zona. Alfonso Robledo, presidente de la Asociación de Cafeterías, Bares y Restaurantes de Baleares (CAEB) aclara que el centro de la ciudad suele ser ajeno a este tipo de eventos: «Quien acude es un turista de alto standing y la decoración de estos lugares, con un diseño cuidado, no casa con colocar una televisión para seguir el fútbol».
Aún así, precisa que en el centro urbano sí que hay locales que viven del fútbol. Son, por lo general, los dirigidos a los visitantes alemanes e ingleses. «En los hoteles ya se les está avisando de en qué establecimientos emitirán el partido. Y entendemos que irán con el Mallorca». Uno de estos bares será el Lennox, regentado por Leticia Muñoz, que explica que entre residentes y extranjeros esperan un gentío sin precedentes. «Tenemos a toda la plantilla movilizada y el doble de cerveza en stock que durante un partido normal».
Ahora bien, según explican desde la asociación de hosteleros, conforme uno se aleja del centro aumentan los establecimientos que «esperan este partido desde hace meses». Uno de ellos es la cafetería Pala's de Palma, convertida en sede durante estos días del Movimiento Mallorquinista (la asociación que aglutina a peñas y socios) con el objetivo repartir carteles y banderas por la ciudad. Con pósters con el lema 'Venimos del infierno para tocar el cielo' sueñan con convertir Palma en rojinegra. Pero, de momento, con escaso éxito.
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«Vamos a convertir Sevilla en la gran fiesta del mallorquinismo, aunque sabemos que las calles serán un infierno rojiblanco»
Javier Bonet
Teniente de alcalde de Palma
De la isla hasta Sevilla
En el local espera el presidente de la asociación, Sebastià Oliver, quien mientras conversa con este periodista reparte bufandas a los mallorquinistas que se le acercan. «La afición está muy ilusionada. Últimamente no estamos jugando nada mal y lo vemos posible», asegura mientras señala que ve un exceso de triunfalismo en Bilbao: «Aquí, por ahora, no tenemos preparado nada por si ganamos». Aún así, reconoce que le gustaría encontrar una ciudad más volcada con el partido y deja entrever que es necesaria una mayor implicación institucional. «Al final, las peñas y los abonados tenemos un presupuesto limitado y llegamos hasta donde llegamos».
Además del reto de teñir la ciudad de rojinegro, desde el momento en el que Sergi Darder eliminó a la Real Sociedad a penaltis afronta otro desafío: el de conseguir que los 20.000 hinchas con entrada lleguen hasta Sevilla. «Los barcos y los aviones regulares no son suficientes, por lo que en cuanto nos clasificamos nos pusimos a negociar precios con los diferentes operadores», explica.
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¿Y cuál ha resultado la opción más asequible? Pues la más rocambolesca: fletar barcos con los autobuses dentro. Llegar hasta Valencia y, desde allí, marchar hasta Sevilla. «Es un fastidio y algunos grupos se van a quedar sin disfrutar del ambiente. Llegarán al entorno de La Cartuja a mediodía, verán el partido y regresarán».
Otros aficionados, en cambio, han recurrido a la picaresca. Sale más rentable hacer una escala en Alemania y volar desde allí hasta Andalucía. Es lo que hará Xisco Román, de Alcudia, que ya estuvo en la anterior final que ganó el Mallorca en 2003 y ve en este partido la oportunidad para que «cientos de isleños se enganchen al equipo». «Aquí no se sigue como en Bilbao. Mi familia es de Dortmund y allí también se paraliza la ciudad cuando juega el Borussia», explica para lamentar de inmediato que «se sigue más al Barça y al Madrid que a los equipos de la isla».
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En cambio, el primer teniente de alcalde de Palma y concejal de Deportes, Javier Bonet, confía en que la ciudad se active de hoy al sábado. «Aquí se vive con mucha intensidad la Semana Santa y es por ello por lo que todavía no está teñida de rojinegro, pero las instituciones públicas nos vamos a volcar», adelanta. «En los últimos años, el club ha ido aumentando seguidores gracias a sus ascensos. Esperamos que esta final sirva como escaparate para atraer más», dice para después destacar que la nueva directiva estadounidense «ha hecho una apuesta importante por la ciudad y su cultura».
El edil espera que la fan zone que los aficionados del Mallorca tienen habilitada junto a La Cartuja se convierta en «la gran fiesta del mallorquinismo», aunque solo sea por el esfuerzo invertido en «conseguir que salgan y regresen a la isla 20.000 personas en 48 horas». Ahora bien, Bonet tiene claro que los miles de aficionados del Athletic que llegarán a Sevilla convertirán la ciudad «en un infierno rojiblanco».
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