UD Logroñés 0 (3)-0 (4) Athletic

El campeón de Copa se lleva un susto tremendo

El sofocón fue de infarto. Y lo cierto es que, en buena medida, fue merecido. Más allá de que el equipo de Valverde dominara el partido de cabo a rabo y tuviera varias oportunidades para adelantarse a los largo de 120 minutos eternos, su actuación fue decepcionante. Todo lo contrario que la de la UD Logroñés, que en ningún momento pareció un club de Segunda Federación. Si hablamos de defender, por ejemplo, los riojanos lo hicieron bastante mejor que algunos equipos de Primera. El Athletic no estuvo al nivel que ese rival requería y no porque no se tomara el partido en serio.

Valverde, de hecho, no quiso hacer grandes experimentos y, como anunció el viernes, sacó en Las Gaunas un once reconocible. Lo cierto es que no cabía imaginar otra cosa teniendo en cuenta que al entrenador rojiblanco este tipo de partidos, según confesión propia, le producen «pánico». Y el pánico, incluso el miedo, son incompatibles con cualquier tipo de frivolidad. De esta manera, diseñó una mezcla muy equilibrada de titulares -Agirrezabala, De Marcos, Paredes, Guruceta y Berenguer, que no deja de ser el sexto futbolista en minutos de la plantilla-, y suplentes habituales, pero todos ellos jugadores contrastados, como Nuñez, Adama, Herrera, Vesga, Djaló y Serrano.

El Athletic constató desde el arranque del partido que le iba a tocar picar mucha piedra ante un Logroñés muy motivado y con buenos recursos defensivos. De hecho, es el equipo que menos goles encaja de su categoría y en esta Copa eliminó al Eibar y al Girona gracias a que consiguió dejar su portería a cero en ambos partidos. Ayer lo logró hasta el descanso con un trabajo muy serio y afanoso de todos los futbolistas de Sergio Rodríguez, especialmente de los centrales Monreal y Moreno, perfectos en los quites y tapando los remates rivales. Habían salido todos a disfrutar defendiendo, como les había aconsejado su técnico, y bien que se les notó.

A los rojiblancos les faltó acierto para agujerear esa muralla. Herrera y Vesga no aportaban al juego la marcha suficiente y los delanteros no acertaron a poner la rúbrica a las jugadas de ataque, que se fueron sucediendo una detrás de otra, hasta sumar ocho o nueve, todas ellas sin consecuencias. Royo, de hecho, no tuvo que hacer ninguna gran parada. A Djaló se le fue por muy poco un remate en el minuto 9, lo mismo que a Herrera un zurdazo desde fuera del área en el 25. Vesga, Berenguer y Nico Serrano tampoco acertaron a dar el finiquito a buenas acciones colectivas, mientras Guruzeta apenas aparecía, siempre carente de suministro.

El partido era un monólogo del Athletic, pero el caso es que el Logroñés llegó vivo y coleando al descanso. Nájera, incluso, obligó a intervenir por primera vez a Agirrezabala en el minuto 45 con un tiro muy lejano. En la reanudación, todo continuó más o menos igual, lo cual era un grave problema para los de Valverde, cuyo dominio absoluto no terminaba de traducirse en ocasiones claras. Faltaba velocidad y claridad de ideas, que muchas veces son la misma cosa. Hubo tres buenas oportunidades, es cierto, una de Berenguer en el minuto 56 y dos de Guruzeta, en el 69 y el 73. Pero, en vista de la falta de acierto de los rojiblancos en sus centros al área o en sus remates, esa cifra no era suficiente.

El campeón de Copa necesitaba un caudal mayor y no lo consiguió. Ni siquiera cuando, a la hora de juego, entraron en el campo los hermanos Williams y Jauregizar en lugar de Djaló, Serrano y Herrera. Eran tres cambios que toda la hinchaba bilbaína estaba esperando como agua de mayo, pero no surtieron ningún efecto. Nico estuvo activo, pero desacertado, incapaz de superar la gran defensa con ayudas de los riojanos tapando las bandas. A Iñaki, de hecho, le secaron por completo. Lo peor de todo, en cualquier caso, es que el Athletic no supo encontrar en la prórroga ningún remedio a sus males. Su fútbol se fue haciendo cada vez más inocuo e impreciso, hasta llegar a ser irritante por momentos. Que en media hora sólo pudieron fabricar una buena ocasión -una de Nico en el minuto 114 que desbarataron entre Monreal y Royo- lo dice todo sobre las dificultades que tuvo el equipo de Valverde y su condena a una tanda de penaltis llena de morbo y con las gradas de Las Gaunas, a reventar, volcado con su equipo.

Por fortuna para el Athletic, sus jugadores pudieron imponer desde los once metros su mayor calidad, la que no consiguieron hacer valer, al menos lo suficiente para ganar, durante los 120 minutos anteriores. Los fallos de Walda y Sarriegi en el segundo y el tercer lanzamiento acabaron condenando a su equipo. Aunque Nico Williams mandó a las nubes el tercero, Berenguer en el cuarto y Unai Gómez en el quinto estuvieron impecables, como lo estuvo Vivián en el primero y Yuri, con mucha suerte, en el segundo. Vaya librada.