Fue uno de esos partidos que los inquilinos del sótano de la clasificación suelen perder y que los aspirantes a cotas altas no desperdician para sumar los tres puntos. Fue también uno de esos partidos que pueden estar jugándose dos días seguidos sin que se ... mueva el marcador. El empate a cero supo peor al Athletic que al Mallorca, aunque ninguno se podrá rasgar las vestiduras. Fue, en definitiva, otro de esos partidos que el Athletic ha jugado en los últimos tiempos, una nueva evidencia de que a este equipo le sigue faltando un hervor para dar ese último paso imprescindible que le incruste en el pelotón de los aspirantes. Si se siguen repitiendo estos partidos, el Athletic continuará a la cola de ese grupo de favoritos, haciendo la goma, como dicen los ciclistas, y quedándose descolgado a última hora, cuando se vislumbra la meta.
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Valverde podrá seguir diciendo que su equipo compite y que no es menos que nadie. Cierto, pero está visto que eso no basta. Hace falta algo más que competir. Los equipos que aspiran a algo, además de competir saben convertir el trabajo en puntos. Como ha hecho el propio Athletic en las dos jornadas anteriores, superando, por cierto, circunstancias muy adversas. Pero en Mallorca volvió a las andadas que todos conocemos. Queda por determinar si lo de Osasuna y Betis fue la excepción que confirma la norma que volvió a estar en vigor este domingo.
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Robert Basic
El punto se antoja un premio escaso para el Athletic no ya por sus méritos, que fueron mayores que los del rival aunque haya que sopesarlos con una balanza de precisión, sino porque al menos aparentó ser el equipo que más quiso hacer para ganar. A los locales se les vio muy pronto que se daban más que satisfechos con el punto, fiándolo todo a un golpe de fortuna en algún contrataque o en el balón parado.
Valverde se refugió en el viento para explicar el pobre desempeño de su equipo y achacó a la táctica del Mallorca la ausencia de inspiración de los suyos en ataque. Tampoco es novedad que el Athletic sufra un apagón cuando ataca en estático sin que la meteorología tenga incidencia alguna y en Son Moix los rojiblancos jugaron con las luces apagadas cada vez que rebasaron la línea de tres cuartos.
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Sancet y Nico Williams pudieron mover el marcador antes del descanso, pero no olvidemos que en el tramo final Vivian salvó el empate desviando in extremis un remate de Muriqi completamente solo en el punto de penalti. El delantero kosovar es, sin duda, el elemento más llamativo, y probablemente determinante, de este Mallorca que solo ha sumado dos empates hasta la fecha. Y de su posición en el campo se puede extraer una conclusión bastante atinada de lo que fue el partido. Muriqi apareció mucho más como defensa central de emergencia, sacando balones de cabeza en su área, que como delantero centro. Dice mucho no tanto del dominio que ejerció el Athletic sino del plan de partido de los locales, a los que la efervescencia inicial les duró apenas el primer cuarto de hora.
Cualquier equipo con un mínimo de inspiración en los metros finales se hubiera llevado el partido, pero las musas del gol le volvieron a dar la espalda al Athletic. Los destellos de Nico Williams no tuvieron la necesaria continuidad, y su hermano estuvo igual de intermitente. Como Sancet no tuvo precisamente el día más inspirado de su carrera, el ataque del Athletic se resumió en un quiero y no puedo de pases anodinos que hacían muy cómoda la vida a la poblada defensa local.
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El Athletic que deslumbró hace siete días remontando con cuatro goles a un rival de la talla del Betis, volvió a ser el mismo equipo correcto pero ayuno de esa chispa imprescindible para salir de la mediocridad. Fue, en definitiva ese equipo predecible que se presenta con una alineación sin sorpresas para hacer el fútbol conocido por todos.
El partido era uno de esos que los equipos con aspiraciones ganan sí o sí. Claro que también era uno de esos que los condenados a sufrir suelen perder por una tontería. El empate deja las cosas en el término medio, ni frío ni calor, ese estado de cosas en el que caben tanto las llamadas a la esperanza como los discursos del apocalipsis.
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