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Las circunstancias que atraviesa el Sevilla animaban a afrontar con optimismo la tarea de sumar tres puntos que ponían en órbita al Athletic. Un padre y un hijo enfrentados por la presidencia, una afición desconcertada y un equipo en descomposición que ya va por el ... tercer entrenador conformaban un conglomerado que si no era una víctima propiciatoria, se le parecía mucho. Pero, claro, hablábamos del Sevilla y del Sánchez Pizjuán, un rival y un escenario malditos para el Athletic a lo largo de la historia; baste recordar que la de anoche es la victoria número doce de los leones en los ochenta partidos que ha disputado en ese campo. Así que era razonable temer que todas las catástrofes que está sufriendo el equipo andaluz no acabaran sublimando en una noche de resurrección. No sería la primera vez que el Athletic sale con la cara pintada de un escenario así.
Pero este Athletic va en serio, muy en serio. Lo pudimos comprobar desde el primer minuto. Los de Valverde no tuvieron contemplaciones desde la jugada inicial, aplicando una presión brutal que acabó por descomponer a un Sevilla que había saltado al campo con más miedo que vergüenza. Los rojiblancos volvieron a ser un equipo que sabe lo que quiere y, lo mejor, cómo conseguirlo. Querían los tres puntos y los buscaron convencidos de que al cabo de los noventa minutos estarían en su bolsillo. Corrieron más, disputaron mejor, ganaron todos los duelos y, en definitiva, jugaron un fútbol de gran nivel. ¡Qué pena que Nico no marcara en aquella jugada que inició con un taconazo!
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Sobre el césped pudimos ver las dos caras del fútbol. El equipo optimista que vive en una nube de ilusión porque consigue prácticamente todo lo que se propone, y el grupo atenazado por la responsabilidad, afectado por el vértigo que ataca a los que caminan por el precipicio. El repaso que le dio el Athletic al Sevilla en los primeros cuarenta y cinco minutos es de los que se recuerdan durante mucho tiempo. La jugada del gol fue el mejor resumen de lo que estaba sucediendo. Nico recuperó un balón cerca del banderín, reculó unos metros y se lo dejó de cara a un Ruiz de Galarreta desmarcado con tiempo y espacio suficientes para centrar a placer. En el área esperaban el envío cuatro compañeros: Sancet, Guruzeta, Berenguer y el goleador Vesga. La foto del gol no deja lugar a la mínima duda acerca de la intenciones del Athletic.
El festival hubiera sido de época si el Athletic llega a marcar en tres remates consecutivos en el primera jugada de la segunda parte. El larguero repelió el remate de Nico y el cuerpo de Badé se interpuso entre el balón y la portería cuando remató Sancet.
Pero el gol que remataba a un Sevilla que pedía descabello no llegó en el arranque de la segunda parte y en los minutos posteriores más de un aficionado rojiblanco empezó a escuchar misteriosamente las notas de `Recuerdos de la Alhambra' en la guitarra del gran Narciso Yepes. El Athletic también había brillado en el primer tiempo del partido de Granada, pero acabó frustrado por un accidente propiciado más por su desconexión que por el accionar del rival. El fantasma de los dos puntos regalados en Los Cármenes sobrevoló durante unos instantes por uno de los campos en los que el Athletic ha sufrido algunas de sus derrotas más lacerantes.
La fuerza de los desesperados que impulsaba al Sevilla y lo exiguo del marcador llevaban al partido a un escenario peligroso. Afortunadamente, esta vez no hubo desgracias ni accidentes. Al contrario, Paredes se estrenó con el gol que cerraba definitivamente el partido y lo que se anunciaba como un final de sufrimiento ante el previsible asalto kamikaze del Sevilla se convirtió en un merecido y relajante paseo para un Athletic que se pudo dar el lujo de ir repasando la clasificación sumando tres puntos más justo en la jornada en la que todos los resultados de los otros campos favorecían sus intereses.
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