El brillo del Athletic, su lustre, pasa casi siempre por Nico Williams, acaparador de portadas, incluso se lo lleva también su hermano Iñaki, los dos protagonistas incluso de un documental para la gran pantalla, pero hay otros nombres en el equipo con menos presencia en ... los medios de comunicación, al menos en los de fuera de Bilbao, porque en el Botxo y sus alrededores sí que se les valora como se merecen, pero que llevan a cabo un trabajo descomunal, que es parte del éxito que ha acompañado al equipo durante 2024, que ha sido uno de los años más felices de las últimas décadas.
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Centrémonos en unos cuantos, empezando por Álex Berenguer, un futbolista que no es titular indiscutible porque los equipos solo pueden jugar con once futbolistas. En realidad, es un titular que no siempre aparece en el equipo inicial, pero que siempre cumple con su trabajo a la perfección. Salió para sustituir a Sancet, prácticamente sin calentar, porque la lesión del pamplonés obligó al cambio nada más comenzar la segunda parte. Trabajó a destajo en su parcela y cuando le tocó, se mostró implacable ante Herrera, primero para ser el más listo a la hora de saber dónde iba a caer esa pelota rebotada en la cabeza de un osasunista y después para poner la pelota en el lugar adecuado para darle los tres puntos al Athletic. Después se convirtió en un defensor más cuando hizo falta. Volvió a ser oro molido para el equipo.
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El otro goleador en El Sadar, Gorka Guruzeta, que lleva ya seis goles, de ellos cinco en la Liga, tal vez no está tan rematador –que no atinado– en la presente temporada, pero su labor volvió a ser fundamental para el equipo. No es un divo como suelen ser los goleadores, aquellos futbolistas que se relacional habitualmente con el gol, sino un jugador de equipo que además mete goles de forma regular, y eso para un equipo como el Athletic es importantísimo.
Además del oportuno remate de cabeza para empatar el partido cuando más apurado andaba el Athletic con el marcador en contra, tuvo la ocasión más clara de todo el partido, y no fue por falta de pericia propia sino por el acierto del portero rival. Pero el resto del partido peleó todos los balones de cabeza, abrió espacios a los extremos, oxigenó recibiendo de espaldas y corrió a disputar todos los balones que pasaban por sus inmediaciones. Cuando Valverde le dio descanso en los últimos minutos del partido, se fue al banquillo con la satisfacción del deber más que cumplido.
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Pero además, lo mejor del equipo es que también las figuras dan la cara, y aquí se puede retratar a Iñaki Williams, que en los últimos minutos estaba derrengado, jugaba con las medias bajadas para evitar calambres, pero seguía presionando a los rivales como si no hubiera un mañana. Iñaki es el primero a la hora de defender los córners y cualquier acción a balón parado, y se presenta voluntario cuando toca correr en dirección a la portería contraria. En Pamplona, además, dejó un regalito a los aficionados, que merecía acabar en gol, pero lo evitó Herrera. Esa acción por la línea de fondo fue una delicia. Lástima que no se culminara.
Pero lo mismo da, porque acaba 2024 y él, y todos los demás, principales y secundarios, fueron esenciales para un año inolvidable.
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