Tres puntos para brillar

También es verdad que el único gol de Osasuna llegó después de una intervención del VAR de esas que te dejan sin adjetivos aunque repases el diccionario. Entre el árbitro de campo y el de la pantallita se inventaron dos faltas del Athletic: una de Jauregizar en el centro del campo que el árbitro no vio a tres metros, así que no sería un error tan 'claro, obvio y manifiesto', que es lo que el VAR debe corregir según el protocolo, y otra de Nico Williams en el lateral del área, que, en todo caso, se debió pitar exactamente al revés.

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Decía Vicente Moreno que un empate hubiera sido lo más justo. Estuvo en su papel, pero cuando repase el partido comprobará que el marcador final no quedará como una de esas injusticias históricas que se recuerdan por generaciones. La mano de Unai Simón a la volea a bocajarro de Oroz estaba siendo la parada del partido… hasta que Sergio Herrera le quitó ese título repeliendo un remate de Guruzeta más cercano todavía, tras, esa sí, la jugada de la tarde que había protagonizado Iñaki Williams en la línea de fondo.

Se le puede conceder al técnico osasunista que hubo empate por el lado de los porteros, pero es que, sobre todo en una primera parte frenética, los ataques del Athletic siempre dieron más sensación de peligro que los de un Osasuna que tuvieron más ruido que nueces. Como méritos añadidos Valverde podría aportar que su equipo se rehízo con una gran personalidad de la puñalada trapera del gol, empatando rápido y volviendo a tomar las riendas del partido para prácticamente no volver a soltarlas hasta el final. Sin olvidar que, además, el Athletic perdió nada más empezar la segunda parte al futbolista que estaba dinamitando sistemáticamente el entramado defensivo rojillo. Sus compañeros también asumieron sin pestañear la ausencia de Sancet, y el mayor de los Williams, que había sido su socio preferente hasta el descanso, tomó el mando en las tareas de demolición de una defensa que solo mantuvo su solidez por el lado de un Nico Williams gaseoso, que empezó intentando gollerías y acabó desentonando en medio del buen hacer de todo el grupo.

Si la visita al Sadar siempre es complicada, este año lo es más porque Osasuna ha dado un paso adelante y es un equipo que exige mucho al que quiera ganarle. De hecho, hasta este sábado en su campo solo lo había conseguido el Betis, después de que cayera una torre tan alta como el Barcelona, sin ir más lejos.

Había que estar al nivel en el que está el Athletic ahora mismo para llevarse los tres puntos, y los de Valverde fueron fieles a sí mismos desplegando todos sus recursos en una interpretación coral con brillantes destellos de algunos solistas. Este equipo tiene muchos registros y Osasuna los padeció todos. Fue un Athletic bravo que no rehuyó el cuerpo a cuerpo, pero también un equipo afilado y preciso con el balón para golpear por las bandas y por el centro. Sin balón fue un grupo sólido y solidario, que apenas mostró fisuras. Y fue un equipo inteligente para marcar los tiempos y bajar el ritmo cuando le hizo falta. Fue, en definitiva un equipo que desplegó todos los argumentos que explican su posición en lo más alto de la tabla y le dan todo el derecho a soñar.