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El Santiago Bernabéu no puede ser un banco de ensayo para casi nada, y menos para la final de Copa de la Cartuja frente a un Mallorca que, por supuesto, es bastante peor equipo que el Real Madrid pero que pondrá muchísimas más dificultades, así ... que no se debe hacer una lectura de cara a los del sábado próximo, al margen de que hubo noticias negativas, como la lesión de Yeray, aunque parece que el resto salió bien de salud, y que el resultado es malo, como todas las derrotas, por supuesto. Eso sí, en 101 partidos que el Athletic ha jugado en el domicilio madridista, es la primera vez que pierde vestido de blanco. Tampoco va tan mal la estadística.
Jugaron los de Valverde a medio gas, como si fueran conscientes de que no era conveniente derrochar demasiadas energías. Con la final a seis días vista, y aunque no lo pretendan, los futbolistas también saben que era necesario. Y al Madrid no le iba mal, porque los de Ancelotti no son de tirar de épica, salvo en la Champions, y el ritmo pausado del partido les convenía. Casi siempre encuentran un resquicio, el punto débil.
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Javier Ortiz de Lazcano
Con Nico Williams en el sofá de casa, para evitar males mayores, sustos y cualquier inconveniente, al Athletic le faltó una marcha en su juego. Fue significativa una estadística de esas que las televisiones sobreimpresionan durante el partido. Decía que, en la primera parte, los blancos –es decir, por una vez los nuestros–, habían atacado cinco veces por la derecha, tres por el centro y ninguna por la izquierda, la que ocupa casi siempre el pequeño de la saga, y no quiere decir que Berenguer se mostrara inoperante, sino que se dedicó a otros menesteres. Para eso, Nico es más vertical.
Saquemos conclusiones positivas. El Athletic no se cansó demasiado, y al contrario de los topicazos que suelta el comentarista televisivo que un día fue ídolo de la afición rojiblanca, que repite que los de Valverde quieren siempre llegar al área en los menores pases posibles, se dedicó a sobar la pelota, a correr menos de lo habitual y a bajar la intensidad en la presión. Cualquier día le escucharemos decir al citado comentarista, que el Athletic juega mejor con barro hasta los tobillos.
En fin. Estamos en la cuenta atrás, olvidémonos ya del Bernabéu, de la camiseta blanca por motivos comerciales del Real Madrid, de los goles de Rodrygo. Dejemos atrás el mal trago liguero, que no es para tanto en un lugar así. Recordemos, eso sí, que al margen de las payasadas de Bellingham cada vez que ve una cámara que le enfoca, no hubo refriegas ni malos rollos, ni risas en la cara del árbitro, ni simulaciones, ni provocaciones, el día en el que un futbolista dejó de jugar por sanción. Hagamos una raya que divida la Liga de la Copa, empecemos a preparar la maleta, con eso que llaman ropa de entretiempo, ya que en Sevilla se anuncian temperaturas moderadas para el fin de semana próximo, ni frío ni calor –menos mal que no toca en Semana Santa porque diluviaría–. Los que se quedan, que sigan engalanando balcones y ventanas, que seguro que ya han llegado nuevas remeses de tela rojiblanca, y entre todos, sigamos alimentando la ilusión, que no la euforia.
No es el momento de dar por ganado el partido frente al Mallorca. Estoy seguro, porque con alguno he hablado, que los jugadores del Athletic y su entrenador creen que se van a enfrentar al rival más difícil en el partido más complicado de la temporada, y se están preparando a conciencia para ello. Es hora de que a todos nos empiecen a revolotear las mariposas en el estómago mientras pensamos en La Cartuja, en esa oportunidad que se presenta, pero no es ningún regalo, así que mejor no pensar en lo que pueda pasar más allá del sábado. Vayamos partido a partido, que el de Sevilla es el más importante de nuestras vidas. Hubo otros y habrá más, pero de momento es ese, y ninguno más.
Por cierto, volviendo al Bernabéu. Es una pena que con el árbitro más criticado por Real Madrid TV sobre el césped, el Athletic no recibiera ningún favor reseñable. ¿Tal vez por vestir de blanco?
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