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Que el Athletic juegue en el Bernabéu vestido de blanco y el Real Madrid vaya de azul puede ser una señal que nos anuncia que el fin del mundo está más cerca de lo que pensamos. Si es así, esperemos que no llegue antes de ... dos semanas por lo menos. Tenemos cosas muy importantes que hacer estos próximos días, así que si esto se va a ir a freír espárragos, que por lo menos nos pille celebrando.
El fútbol moderno amenaza con acabar con la capacidad de asombro del aficionado que hasta ahora creíamos infinita. Poco bueno cabía esperar de un partido planteado con semejante código de vestimenta y finalmente poco bueno sucedió para el Athletic, que sumó una nueva derrota en este escenario y tiene que lamentar la baja de Yeray, que vuelve a dejar en un mínimo de efectivos el eje de la defensa.
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Javier Ortiz de Lazcano
Javier Ortiz de Lazcano
La verdad es que el partido se las traía para el Athletic. Si visitar el Bernabéu siempre es un trámite embarazoso, hacerlo a seis días de una final entraña una complicación añadida. Valverde se aferró a la corrección política anunciando un equipo dispuesto a discutir los puntos y, de hecho, cumplió su palabra puesto que la alineación que presentó muy bien podría pelear por el partido en el Bernabéu o en cualquier otro escenario.
Pero una cosa son las buenas intenciones y la profesionalidad de los protagonistas, que en absoluto se puede poner en duda, y otra la realidad de las circunstancias que rodeaban al choque. Así que fue un partido de 'sí, pero…'. El Athletic sí quiso pelear y buscar los puntos, pero siempre pareció que una fuerza invisible frenaba de algún modo su impulso.
Los de Valverde empezaron luciendo un buen estilo, manejando la pelota siempre en terrenos poco comprometidos, eso sí, y arrebatando la iniciativa a un Real Madrid incómodo sin balón e incapaz de salir de su parcela. Así transcurrieron los primeros siete minutos. Si la cosa hubiera transcurrido en un ring, habríamos estado contemplando a un púgil bailando y amagando alrededor de un rival que le esperaba clavado en el centro del cuadrilátero con la guardia alta. Pero el primer mandoble que soltó el púgil que estaba a la espera, puso patas arriba al bailarín. Y ahí se acabó prácticamente el combate, aunque el reglamento obligara a continuar hora y media más.
La lesión de Yeray fue una noticia peor que la misma derrota. El central se sentó en el césped con gesto desolado y sus compañeros le rodearon en un gesto de solidaridad. Todos eran conscientes de la trascendencia que puede tener una lesión ahora mismo.
Afortunadamente, fue un choque de guante blanco, así que no pasó nada más hasta el descanso. Y cuando los equipos regresaron del vestuario, todos empezamos a calcular cuándo empezaría Valverde a mover el banquillo, no ya para intentar cambiar el rumbo del partido, sino pensando en la final. El triple cambio antes de la hora de juego nos dio una pista sobre las intenciones del técnico.
Es verdad que por un momento el partido pareció abrirse por la prisa del Real Madrid en buscar un segundo gol que le pusiera a salvo de sustos de última hora, y por la rebeldía de un Athletic que trató de aprovechar los huecos que a veces le dejaba el rival a su espalda. Pero la ley del fútbol se dicta en las áreas y la potencia de fuego de la escuadra de Ancelotti es de sobra conocida.
Puestos a ver las cosas desde el lado positivo y pensando también en la Liga y en esa plaza para la Champions a la que sigue aspirando el Athletic, visitar el Bernabéu a seis días de la final no es lo peor que le podía pasar al equipo. Perder en el campo de Real Madrid se ha convertido en una triste costumbre, así que esos tres puntos se dan por amortizados en la contabilidad rojiblanca. Hubiera sido más comprometido tener que jugar este partido ante otro rival más asequible en condiciones normales. Y es evidente que la de ayer no era una fecha normal.
Fue una derrota que engorda una estadística pésima, pero fue una derrota que duele menos y que se olvidará pronto, si es que no está ya olvidada ahora que por fin se ha iniciado la verdadera cuenta atrás de la final.
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