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Las luces de Navidad ya están encendidas, hace frío de fin de año, y hasta las películas de los sábados en Antena 3 han cambiado de sus habituales historias basadas en hechos reales a las de Papá Noel, que hace mucho daño en los cerebros ... de la gente. Pero todo esto indica, junto a los anuncios en francés o inglés que nadie entiende, de perfumes exóticos, y los primeros reportajes periodísticos sobre la lotería, que la felicidad está entrando por decreto en nuestras vidas, sin informes previos del consejo de Estado o del poder judicial. Felicidad y ya está, a la vuelta de la esquina, con fecha de caducidad, que no va más allá del día siguiente al de Reyes, cuando se descambian –un palabro que ha sido aceptado por la RAE, a qué extremos estamos llegando– los regalos que no sirven para nada.
Pero a los seguidores del Athletic, como a los de todos los equipos de fútbol, la felicidad les llega también por otra vía, la de los goles, la de los partidos ganados, la del buen fútbol. Y en San Mamés, con la Navidad a la vuelta de la esquina, la felicidad se desbordó a raudales, como en las películas de sobremesa, Todos estábamos sentados a una de esas mesas tan bien equipadas, como si fuera ese día de Acción de Gracias, que cualquier día importaremos, ya lo verán, y olíamos el pavo asándose en el horno.
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Javier Ortiz de Lazcano
Qué bien olía, la verdad, sobre todo desde que en la víspera nos levantáramos con la noticia de la renovación de Nico Williams, que hay días en que es mejor no salir de la cama, pero el viernes, pese a la lluvia, no era uno de ellos. Ya con un sentimiento de euforia, acudimos a San Mamés, y fuimos poniendo bolitas al árbol con cada gol. Roba Sancet, marca Guruzeta; roba Sancet, marca Iñaki, con la inestimable colaboración del Pacha Espino. Corre la banda Guruzeta como un extremo y remata Iñaki como un delantero centro, y pone la estrella en el abeto Nico, con los papeles de la renovación debajo del brazo, y un compás en su pierna derecha con el que traza la curva perfecta para superar defensas y portero, como si fuera el regalo a la grada, aunque la grada ya lo había recibido el día anterior en un reparto exprés, casi tan eficaz como el de los Reyes Magos.
Esa felicidad en el ánimo de la gente es totalmente irracional, depende de los goles que marque el Athletic, de los partidos que gane. Pero a quién le importa que sea así. El domingo, aunque caigan rayos y truenos, aunque el termómetro se desplome, será un festivo feliz. Los aficionados, con este Athletic tan regular, tan sólido, tan asentado, que parece que esta vez sí va camino de los puestos europeos, se pasarán la mañana repasando las crónicas, leyendo los artículos como este, pinchando los vídeos con el resumen de las mejores jugadas del partido, eso que ahora llaman 'highlights', y hasta escuchando los cortes con las voces radiofónicas de los cuatro goles, como soles.
El sábado fue un día feliz, lo será el domingo, y los próximos días hasta el domingo, cuando llega otro motivo para ser feliz si el Athletic gana en Granada, dando por descontado que no habrá un descalabro el jueves en El Sardinero, porque ya se sabe que la felicidad navideña dura lo que duran los turrones de múltiples sabores en las estanterías de los supermercados, pero la del fútbol lo mismo es permanente que se deshace de forma abrupta al primer desliz.
Imploremos porque la felicidad rojiblanca se prolongue lo máximo posible. No estaría mal que con la explosión de la primavera y el cambio de hora para tener más horas de sol, siguiéramos con la sonrisilla en los labios porque la tropa de Valverde sigue cumpliendo sus objetivos. Soñar es gratis, y de momento el despertador sigue sin sonar.
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