La información de que el Athletic pretende a Álvaro Djaló como refuerzo para la próxima temporada, adelantada ayer por este periódico, ha generado el típico revuelo entre partidarios y detractores de la operación. En cualquier caso, se trata de un revuelo menor. Dentro del club, ... sólo lo han agitado los intérpretes más integristas de la filosofía rojiblanca, gente inmutable, ajena al tiempo que vive, que recuerda a esos soldados japoneses que seguían pegando tiros en islotes del Pacífico sin saber que la Guerra mundial había terminado. Son pocos, pero ahí están y el lunes ya dejaron su huella fósil con algunos comentarios de tufo racista. Que Djaló, como los ya fichados Boiro, Ogono y Gift, se pueda sumar a los hermanos Williams y a Adu Ares, parece molestarles por el lado del exceso. Les ocurre también en Francia a las huestes del Frente Nacional con la mayoría absoluta de futbolistas de raza negra en la selección. Uno o dos, pues bueno, qué se le va a hacer, si no hay otro remedio... Pero no pasemos de ahí, de la excepción. Esta es su mentalidad.
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Los que sí agitan el debate con ganas son determinados satélites de clubes rivales. De un tiempo a esta parte se da la paradoja de que los intérpretes más radicales de la filosofía del Athletic, los que más rápido acusan al club de saltársela, son con frecuencia aquellos que siempre la han atacado y la consideran una tradición anacrónica y excluyente. Es cierto que el club lleva años estirando con libertad creativa -digámoslo así- los límites de su filosofía y haciéndose alguna que otra trampa al solitario en momentos de escasez. No vamos a negarlo. Recordemos casos como los de Laporte o David López, riojano al que le bastó haber llegado a Osasuna Promesas con 19 años para fichar por el Athletic. ¿Pero qué problema hay con estos chavales de los que hablamos ahora? Djaló llegó a Vizcaya con cinco años y se formó en el San Miguel de Basauri y en el Begoña hasta los 17. Gift nació en Corella y ha venido a Lezama en edad juvenil. Boiro llegó a Navarra con cuatro años desde Senegal y lleva toda su vida deportiva en la cantera de Osasuna. Y Oyono nació en Barakaldo. Por cierto, ¿si los cuatro fueran blancos hubiera existido siquiera una leve discusión sobre su encaje en la filosofía?
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Habrá que ver a dónde llegan los más jóvenes, pero el de Djaló me parece un fichaje muy interesante. Decir estratégico sería quizá demasiado, pero tampoco estaríamos muy descaminados. Como le sucedía a Ruiz de Galarreta en otra posición, el delantero del Braga lo tiene todo para encajar como un guante en esta plantilla y en el fútbol que propone Valverde: regate fulminante, velocidad y gol. Hablamos, en fin, de un jugador con un perfil similar al de Nico Williams y que, además, también puede jugar por dentro. ¿Y alguien se negaría a fichar a Nico si estuviera en otro club y pudiera venir?
Llegados a este punto, pensemos, además, que el menor de los Williams está en el punto de mira de grandes clubes y que firmó su renovación con una cláusula asequible, en torno a los 55 millones. Es decir, que buscarle un sustituto, por si acaso, es obligado. Por no hablar de que Iñaki Williams va a cumplir 30 años en junio y que habrá un momento en que tendrá que empezar a repartir más los esfuerzos. Ojalá la operación se acabe realizando y no tengamos que arrepentirnos de no haberla culminado. La cifra que se maneja -en torno a los 15 millones- no parece disuasoria. Y menos en un club que no ha gastado un euro en fichajes para el primer equipo desde que en 2020 trajo a Berenguer y que la próxima temporada, salvo catástrofe geológica, tendrá unos ingresos apreciables por jugar en Europa.
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Ernesto Valverde no habla nunca en sus ruedas de prensa de los jugadores que interesan al Athletic. Hasta que el club no los ha contratado y presentado ni siquiera llega a valorarlos. El mercado de fichajes le da menos conversación en público que el experimento de Eratóstenes. Ahora bien, no hace falta ser ningún lince para asegurar que estaría encantado de contar la próxima temporada con un futbolista como Álvaro Djaló. Sería otra pieza importante que añadiría recursos y potencial al frente de ataque, una línea fundamental en el rendimiento del Athletic, la que, hoy por hoy, marca la diferencia.
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