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No es fácil saber irse en el momento justo. En realidad, es todo un arte. Iker Muniain podía haber renovado, al menos un año más. Ni el club ni el entrenador iban a poner el más mínimo problema para ello. Después de quince temporadas en ... el primer equipo y siendo como es el segundo futbolista que más veces ha vestido la camiseta rojiblanca, digamos que se había ganado ese privilegio, que muchos colegas suyos han utilizado en beneficio propio. Por otro lado, la campaña que viene va a ser especialmente dura para el Athletic con cuatro competiciones. Las rotaciones serán una constante, de manera que Muniain iba a poder tener una participación similar a la que ha tenido esta temporada.
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Robert Basic
Que pese a todo haya decidido irse ha sido una decisión inteligente por parte del futbolista de la Txantrea. En todos los sentidos. Se irá 'in bellezza', como dicen los italianos, con el colofón del título de Copa y de la gabarra, es decir con su imagen en el palco de La Cartuja ya situada en la memoria del club en compañía de sus predecesores, Dani, Sáez, Etxeberria, Gainza... Y se irá por la puerta grande porque ha aceptado con deportividad su pérdida de protagonismo, algo que no ha tenido que ser fácil para él, ya que ha sido muy abrupta. Por momentos, descarnada. Fue titular en el primer partido de Liga y en el segundo ya desapareció del once, lo cual coincidió con el extraordinario despegue del equipo.
Ya la temporada 2022-23, la aportación del capitán bajó, pero se mantuvo en unas cifras importantes: fue titular en 19 partidos de Liga y el undécimo jugador en minutos. En este ejercicio, sin embargo, su aportación se ha derrumbado hasta ser anecdótica: tres titularidades en Liga y el futbolista número 19 de la plantilla en minutos. A Muniain, sin embargo, no se le ha visto ni un mal gesto. Es más, si algo quedó claro durante las celebraciones de la Copa -desde luego, así lo pareció- es que su relación con Valverde no se ha resentido, que hay complicidad entre ellos, algo que sería imposible si Muniain hubiera tenido un comportamiento desabrido anteponiendo sus interés personales a los del equipo.
Esta manera de despedirse le honra. Sólo tiene 32 años, pero eso es lo de menos por mucho que algunos se obsesionen con el DNI. Lo importante es que lleva dieciséis en el tajo y que ha sufrido dos lesiones gravísimas. Su condición física ya no resiste la prueba del algodón en un equipo como el Athletic cuyo despliegue energético es brutal. Muniain, sencillamente, ya no encaja, salvo que asuma un papel menor y se centre en 'hacer vestuario', como suele decirse. En esta situación, ha preferido dar un paso al lado y dejar su hueco a los jóvenes que llaman a la puerta. Sólo cabe decir 'chapeau'. En el momento debido, cuando no era fácil para él, cuando otros en su lugar se hubieran resistido de mala manera porque es muy duro aceptar la decadencia, Muniain ha sido un ejemplo.
El capitán rojiblanco no ha dicho nada sobre su futuro, pero lo lógico es pensar que seguirá jugando en alguna liga de menor exigencia. Su fútbol todavía puede ser vistoso y efectivo en algunos países como Arabia Saudí, Estados Unidos, Japón... Y, mientras tanto, disfrutará de un final de temporada en loor de multitudes, prolongando a su manera la resaca feliz del título de Copa. De repente, recuperará todo el protagonismo. El club ya ha anunciado un gran homenaje, un acto en San Mamés abierto al público. Será algo diferente, acorde a los nuevos tiempos, muy distinto a los homenajes clásicos, siempre dentro de una cierta sobriedad bilbaína, que el Athletic ha ofrecido a sus leyendas del pasado. Seguro que será un éxito.
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