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Iñaki Williams suma y sigue en el Athletic. El delantero rojiblanco, que está viviendo una de sus mejores temporadas desde que debutó en el primer equipo en 2014, igualó este lunes los 407 partidos oficiales como león de uno de los grandes artilleros recientes de la entidad como es Aritz Aduriz. Está lejos aún de los 172 tantos que logró el 'killer' donostiarra en las diez campañas que vistió la elástica rojiblanca, pero su velocidad y olfato goleador le ha llevado a lograr 96 dianas hasta el momento, diez de ellas en el presente curso.
Y festejó tan señalada cifra de partidos a lo grande. Con capitanía, gol y un encuentro bastante completo tanto en ataque, por mucho que le faltó algo de acierto, y también en defensa para dejar claro que el mejor Williams está de vuelta. Porque, como reconoció él mismo, «los últimos partidos no había estado fino. La Copa África me había mermado físicamente». Es cierto que fue clave en la eliminatoria de Copa ante el Barcelona marcando uno de los goles que decantaron la balanza del lado bilbaíno en la prórroga recién bajado del avión, pero después no se había mostrado tan desequilibrante como en la primera vuelta.
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Hasta este lunes, que volvió a exhibir la chispa que le caracteriza. Con el brazalete de capitán por la ausencia en el once de Muniain y De Marcos, el mayor de los Williams ejerció como tal desde el vestuario. «Vamos, vamos chavales, con hambre, con intensidad», lanzó a sus compañeros instantes antes de saltar a La Catedral. Y una vez en el verde fue el primero en hacer gala de la garra que reclamaba.
Participó en casi todas acciones de peligro, pero sin olvidar la faceta defensiva. Lanzó un capote a Lekue para cerrar a un desacertado Savinho y taponar las subidas de Miguel Gutiérrez. Cedió la capitanía a De Marcos cuando el de La Guardia saltó al campo para sustituir al lesionado Lekue a la media hora de partido. Su papel, sin embargo, siguió siendo el mismo. Sus compañeros le buscaron una y otra vez conscientes de su capacidad de desequilibrio cuando está fino. Y lo vuelve a estar. Tanto que el técnico rival, Míchel reconoció que «es muy difícil de sujetar».
A los siete minutos, ya dispuso de la primera oportunidad para marcar tras una combinación con Guruzeta que no concretó. De hecho, erró varias ocasiones en la primera mitad que pudieron poner el encuentro mucho más de cara, pero finalmente tuvo el premio del gol en la segunda. Fue el tercero de la noche y el que terminó dando el triunfo para seguir soñando con la Champions. «En San Mamés somos una apisonadora», lanzó un Iñaki al que se le vio rezar cuando los servicios médicos atendían a un espectador indispuesto recordando lo sucedido en Granada. El mejor Williams ha vuelto para pelear por la Copa y Europa.
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