Leyenda. Bochini posa con las camisetas de Independiente, su club de toda la vida, y el Athletic, que le premió con el 'One Club Man'. jordi alemany
Ricardo Bochini | One Club Man 2022

«Lo que te da tu gente no puede pagarse con plata»

«Nunca olvidaré lo que sentí en la cancha de San Mamés», asegura la gran leyenda del Independiente

Lunes, 9 de mayo 2022, 02:06

Las grandes leyendas del fútbol viven en un universo propio donde la veneración de los hinchas alcanza cotas desconcertantes. Una de las anécdotas más graciosas que se cuentan sobre Ricardo Bochini (Zárate, 1954) se produjo durante la boda de la hija de un dirigente de ... su club, el Independiente de Avellaneda. 'Bocha' llegó tarde a la ceremonia, como es su costumbre, e intentó pasar desapercibido entre la concurrencia. El cura, sin embargo, lo descubrió y no pudo resistirse a la tentación. Interrumpió en seco su discurso a los novios sobre el amor en la salud y en el dolor y se dirigió a los asistentes. «Un momento, por favor, porque acaba de llegar el mejor futbolista que he visto en mi vida. Un aplauso, por favor, a Ricardo Bochini».

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En la cafetería del hotel Meliá de Bilbao, con un chandal de su club, menudo y somnoliento, tomando un vaso de leche caliente a media mañana, sólo los dueños del secreto dirían que ese hombre es uno de los grandes futbolistas que ha dado Sudamérica, un mito de tal calibre que el estadio de su club y tres calles argentinas llevan su nombre, le han levantado una estatua y ha dado origen con su apellido a un adjetivo: bochinesco. Dícese del pase de gol mágico y letal, creado por la imaginación de un genio. La tarde anterior, Bochini había recibido en San Mamés el premio 'One Club Man' con el que el Athletic premia la fidelidad al club de algunos grandes futbolistas. Pocos lo merecen tanto como él, después de 19 temporadas, entre 1972 y 1991, defendiendo la camiseta de los diablos rojos. Su agradecimiento al club bilbaíno es total. «Han estado bárbaros. Nunca olvidaré lo que sentí ayer en la cancha de San Mamés», asegura a este periódico.

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- Vayamos al principio. ¿Qué recuerda de sus primeros pasos en el fútbol en las calles de Zárate?

- Nosotros vivíamos en un barrio muy humilde, Villa Angus. Le llamaron así porque había un gran frigorífico de carne. Mi padre trabajaba allí. Me crié con todos mis hermanos, siete varones y dos mujeres. También estaban mi madre, mi abuela y una tía. Todos juntos. Jugaba al fútbol con mis hermanos en la calle y en un campito de baldosas de baby fútbol que había cerca de casa. Y luego ya con diez años pasé al Belgrano.

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- A los 16 años, fichó por Independiente y se pasó un año yendo y viniendo de Zárate a Avellaneda. Una tortura.

- Me levantaba a las seis de la mañana. Tomaba el colectivo, que me llevaba hasta la parada de otro colectivo que es el que me dejaba en la estación de tren. Eran noventa kilómetros parando en muchas estaciones hasta llegar a Retiro. Allí cogía el 'subte' hasta Avellaneda y, al llegar, otro colectivo hasta el lugar de las prácticas. Practicábamos hora y media y vuelta a casa. Otras cuatro horas o más.

«Llevaba la pelota muy rápida en el pie, gambeteaba, daba pases, metía goles... Ese era mi estilo»

características

Ayudar a la familia

- Tenía que tener mucha afición y estar muy convencido de su futuro en el fútbol para hacer ese sacrificio.

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- Sí. Yo, además, tenía la ilusión de poder mejorar la situación de mi familia. Porque mi padre 'laburaba' mucho, pero ganaba muy poco. Pero lo más importante es que creía mucho en mi juego. Jugaba bien y hacía muchos goles. La gente venía a verme.

- Y eso no es fácil. El aficionado de Independiente pasa por ser muy exigente, muy exquisito. Usted ha dicho alguna vez que tiene «el paladar negro». Aquí diríamos paladar fino.

- Aprecian mucho el buen fútbol, es cierto.

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- Y usted se lo daba. Lo digo porque su paso al primer equipo, de hecho, casi fue por aclamación popular. La gente lo exigía.

- Lo que sucedió es que, dos horas antes de un partido de la Intercontinental contra el Ajax, nosotros jugamos un preliminar en el estadio. El campo estaba casi lleno y jugué muy bien. Marqué tres goles gambeteando a varios rivales. Y la gente se fijó mucho en mí.

- Lo suyo fue llegar y besar el santo. Y no en un equipo cualquiera sino en uno campeón. Nada más ascender ganó la Copa Libertadores. ¿Cómo encajó siendo tan joven ese éxito repentino?

- Bueno, antes el jugador no tenía tanta popularidad como ahora con las televisiones y las redes sociales. El fútbol ahora es mucho más mediático. Sin comparación. Entonces no pagaban millones por futbolistas muy jóvenes, como nos pasó en Independiente con Agüero.

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- Se dice que el 'Bocha' nunca dio un pase atrás. ¿Cómo era su juego?

- Yo jugaba de 10 adelantado, de mitad de cancha para arriba. Llevaba la pelota muy rápida en el pie, gambeteaba, daba pases, metía goles... Ese era mi estilo.

- A lo largo de su carrera ha ganado muchos títulos -cuatro Libertadores, tres Interamericanas, dos Intercontinentales, cuatro campeonatos nacionales- y ha disputado muchos partidos inolvidables. El primero, supongo, fue el que significó su primera Copa Libertadores en 1973.

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- El desempate contra el Colo Colo. Lo jugamos en Montevideo. Ellos aprovecharon la ocasión para llevar allí al arriero que había salvado a los muchachos uruguayos del accidente de avión en los Andes. Le hicieron dar la vuelta al campo y el estadio se vino abajo. Entré faltando quince minutos y, aunque fallé una ocasión, me salieron bien las cosas.

«Se habló de que me quería el Boca y el presidente dijo que si aceptaba le quemaban la casa»

anécdota

Gol en Roma

- Mejor le salieron todavía unos meses después en la final de la Intercontinental con la Juventus.

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- Sí. El Ajax no quiso jugar porque no estaba dispuesta a viajar a América y la Juventus, que había sido subcampeón, se ofreció a jugar en Roma. Marqué el gol de la victoria.

- La negativa a viajar de los holandeses se debió a la dureza de algunos equipos sudamericanos, especialmente Estudiantes.

- Claro. Es que jugaban muy fuerte. Pegaban mucho. El partido contra el Milan en el 69 fue terrible. A Cruyff también lo sacaron una vez de la cancha con una patada con las dos piernas en la espalda.

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- Por cierto, a usted, gambeteador por antonomasia, ¿le pegaron mucho?

- Me tiraban, pero yo esquivaba ja, ja. Además, luego se fue bajando aquella dureza del final de los sesenta. Yo apenas he sufrido lesiones.

- Otro partido histórico fue el que disputó ante Talleres de Córdoba que les dio el título nacional en 1977. Pudo ser el robo del siglo.

- No sabíamos lo que nos esperaba. Las autoridades habían presionado al 'referee' en favor de Talleres. Terminamos el primer tiempo ganando 1-0. En el segundo, nos pitaron un 'penal' en un balón que pegó en el hombro de un compañero y, diez minutos después, marcaron un gol con la mano y el 'referee' se lo dejó cobrar. Fuimos a protestar y nos expulsó a tres. Nos quisimos ir del campo pero Pastoriza nos dijo que siguiéramos, y acabamos marcando un gol y ganando. Increíble.

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- El Athletic le ha dado un premio a la fidelidad por sus 19 temporadas en Independiente ¿Nunca quiso probar una aventura en Europa?

- Lo que yo tenía es curiosidad por saber si podía jugar a un buen nivel en Europa, pero esas dudas se me quitaron en aquella final contra la Juventus. Me puse a gambetear y a tirar paredes con mi amigo Bertoni y me convencí de que podía jugar perfectamente. Pero aquella época era muy diferente. No había tantos traspasos y tantos contratos millonarios. Yo, además, ganaba muchos campeonatos y estaba muy orgulloso de ello.

- Los presidentes de su club, además, no lo tenían fácil para traspasarle.

- No, no. Ja, ja. Una vez se habló de que me quería Boca y el presidente dijo que si aceptaba le quemaban la casa.

- Ha recibido el premio del Athletic, un club de cantera. También usted fue un futbolista de cantera y dice que eso da un plus.

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- Sin duda. Porque vos conoces a la gente. Es tu gente. El hincha de Independiente empezó a brindarme apoyo desde niño. Un cariño inmenso. Iban a la cancha poniendo sus esperanzas en mí, en lo que yo hiciera en el campo. Y tu tienes que responder a eso. Lo que te da tu gente no puede pagarse con plata.

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