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«Queremos que mejore porque es fundamental», retó Ernesto Valverde a Nico Williams el 8 de marzo tras las grises actuaciones del crack rojiblanco en ... las derrotas ante el Atlético y la Roma. Aquellas palabras se dieron la víspera de la visita a San Mamés del Mallorca y el extremo respondió con gol para firmar el empate frente a los de Jagoba Arrasate. Y poco después llegó su exhibición en la vuelta ante los italianos. Vio dos veces puerta, La Catedral se rindió a sus pies y se echó el equipo a la espalda. Como este domingo, pero con una diferencia evidente respecto al resultado. No se puede decir que contra Osasuna Nico se achantara, pero no hubo manera de penetrar en una poblada zaga que acabó por desesperar al jugador más desequilibrante del Athletic.
El pequeño de los hermanos pidió todos los balones. Quería ser protagonista, desatascar un duelo fundamental en las aspiraciones europeas de un equipo que no puede fallar en su próxima cita en La Cerámica (domingo, 21 horas). Sencillamente, no dio con la tecla porque lo tuvo muy difícil. Vicente Moreno, que seguro que ha visto en el último mes las estupendas actuaciones de Williams, la última con la camiseta de la selección española, se sabía la lección. En cuanto recibiera el balón, dos hombres debían salir a taparle. Eso y la poblada defensa sustentada en tres centrales fueron un muro imposible de derribar para el de Pamplona. Si superaba la marca de Areso, ahí estaba el físico imponente de Boyomo para negarle el espacio. Y si no era un solidario Torró o un multiplicado Catena quienes se encargaban de decirle que por ahí no.
Así que Nico apenas pudo ser diferencial. Estuvo muy cerca de desactivar el embrollo a la media hora. Controló de manera exquisita un envío largo y preciso de Nuñez y en dos movimientos se zafó de su marcador para labrarse una zona nítida de tiro. Sacó un disparo raso desde fuera del área, ajustado pero no lo suficientemente potente para sorprender a Aitor Fernández, que desvió a córner. Si los defensas le desesperaron, el portero suplente de Osasuna ante la baja por sanción de Herrera terminó por desquiciarle.
En la segunda mitad, tras un buen pase de Berenguer a Maroan cuyo rechace acabó en los pies del dorsal número diez, tampoco acertó a superar al guardameta formado en Lezama. Llegó forzado, pero el de Mondragón le cerró cualquier espacio y volvió a ganar la partida. Nico tendría una tercera oportunidad al aprovechar uno de los pocos desbarajustes de la zaga rojilla. Un buen eslalon le dejó un pequeño espacio para buscar portería, pero le pegó mordido al balón. Tanto, que acabó en saque de banda. Estaba claro que no iba a ser el día pero no por no intentarlo. Estuvo voluntarioso como su hermano, este más desacertado sin duda con la pelota.
Tenía razón Txingurri cuando en la rueda de prensa previa al choque aseguró que Nico «ha tenido margen para descansar» después de su periplo con La Roja, con la que «demostró estar en buena forma». Los más de 200 minutos disputados en dos partidos, uno completo y en el otro sustituido en la recta final de la prórroga, ponían en alarma al cuerpo médico, que debe dar gracias porque el partido se moviera del viernes al domingo para que el jugador más desequilibrante, con permiso del intermitente Sancet, recargara pilas. El habilidoso extremo cierra con sabor agridulce un marzo de ensueño con cuatro goles anotados, casi la mitad de los diez que lleva esta campaña. Por delante tiene dos meses para, como el pasado curso, ser diferencial y conseguir que el Athletic vuelva a festejar.
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