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Athletic-Osasuna, martes 21 horas.

La final de Copa, una simple cuestión de acierto

Sólo con una clara mejoría en la finalización de sus jugadas de ataque podrá el Athletic culminar mañana su objetivo

Lunes, 3 de abril 2023, 00:46

En la sala de prensa de San Mamés, sin disimular su decepción por el empate sin goles ante el Getafe, Ernesto Valverde aseguró que el partido contra Osasuna sería «distinto». Dado que no hay dos partidos iguales, aunque bien es cierto que algunos que viene ... jugando el Athletic en las últimas temporadas se parecen como gemelos univitelinos, nadie podía contradecir al técnico rojiblanco. Por supuesto que será distinto porque ni es el mismo rival ni, por supuesto, se darán las mismas las circunstancias. La vuelta de una semifinal de Copa es un gran acontecimiento cuyo resultado tiene un impacto enorme, de manera que hay que dar por seguro un ambiente volcánico en la gradas de la Catedral y una intensidad total por parte de los jugadores, obligados a darlo todo durante noventa minutos (o más) en los que jugarán media temporada (o más, también).

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Partidos como el del Getafe, que son importantes pero resultan inoportunos, un incordio del calendario, requieren de un ejercicio extra de motivación por parte de los entrenadores. Y es que existe un serio riesgo de despiste, de pensar más en lo que está por venir que en lo que tienes encima, en la ilusión del futuro que en la obligación inmediata del presente. Además, el hecho de que el técnico reserve futbolistas importantes pensando también él en lo venidero contribuye a acentuar el riesgo de distracción. Frente a Osasuna, por el contrario, no hay que avivar ninguna llama en el vestuario. El futbolista que no está motivado es que está muerto. Es más, si algún trabajo psicológico les espera en estas horas previas a Valverde y Arrasate es controlar el ansia de algunos jugadores, de manera que no lleguen al día D pasados de cocción.

36 goles

han sumado los rojiblancos, 22 de ellos ante Cádiz, Almería, Elche y Valladolid.

504 centros

ha fallado el Athletic esta temporada. Es de largo el líder de la Liga.

Que el partido será distinto, por tanto, es una evidencia. La duda es si lo será en una cuestión esencial para el Athletic: su acierto a la hora de terminar en condiciones sus jugadas de ataque ante un rival muy compacto y solvente en defensa. Este último matiz es básico vista la trayectoria de los rojiblancos esta temporada en lo que se refiere al gol, ese problema casi metafísico desde la marcha de Aduriz. Y es que en este tema se está produciendo un equívoco curioso entre los datos objetivos, fríos y sin contexto, y la percepción general, que es la de un Athletic al que marcar le cuesta un mundo.

Un dato engañoso

Veamos. La cifra de goles del equipo de Valverde, 36, es buena. De hecho, es el quinto de la Liga en esta estadística. Sólo le superan los cuatro primeros clasificados y el alegre y montaraz Girona de Michel. Ahora bien, si uno analiza este dato en profundidad se encuentra con una curiosidad muy relevante. Y es que resulta que 22 de esos 36 tantos los ha marcado el Athletic ante cuatro de los equipos del fondo de la tabla: Elche (4), Almería (4), Cádiz (8) y Valladolid (6). Una vez abierta la lata con un gol, y ya sueltos y con espacios, los rojiblancos han hecho escabechinas contra estos rivales de retaguardia débil. Elche, Almería y Valladolid, de hecho, son los tres equipos más goleados del campeonato. Contra los más serios y de mayor calidad, en cambio, el Athletic arrastra un grave problema. Aparte de que ha terminado once partidos de Liga (un 40%) sin marcar, en los siete que lleva disputados ante los cinco primeros clasificados (Barcelona, Real Madrid, Atlético, Real y Betis) sólo han hecho un gol, el de Oihan Sancet en Anoeta que no sirvió para nada.

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La conclusión salta a la vista. La energía y la velocidad en su juego le sirven al Athletic ante rivales pequeños y medianos, pero no le alcanzan con los grandes. Y no sólo ante los grandes sino tampoco frente rivales bien blindados, serios y concienzudos en su trabajo defensivo, como lo fue el sábado el Getafe, el Mallorca en San Mamés en el estreno liguero o lo ha sido Osasuna tanto en Liga como en Copa. Con serios problemas de calidad y creatividad para atacar por dentro, el Athletic es un equipo condenado a escarbar por las bandas y a tirar centros. Y, claro, aquí viene otra cuestión clave: porque resulta que la plantilla rojiblanca no sólo adolece de un goleador sino de buenos centradores.

Cuando los hinchas se desesperan ante una sucesión desesperante de centros horribles, y a los más viejos del lugar se les saltan las lágrimas recordando a Txetxu Rojo o Argote, no se están quejando de vicio. Sus lamentos están más que justificados. El Athletic es, de largo, el equipo de la Liga que más centros falla. Suma ya 504. Con decir que el Rayo Vallecano es el segundo con 459 está todo dicho.

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El objetivo de cara al partido de este martes, por tanto, no puede estar más claro. Por encima de otras consideraciones, por encima desde luego del duelo táctico y estratégico entre los dos entrenadores, el equipo de Valverde necesita un mayor nivel de acierto en la culminación de sus jugadas de ataque. Es así de sencillo. Si lo tiene, si está fino en los últimos metros y conserva su estabilidad en defensa, estará en la final. En caso contrario, se condenará. Este será el cara y cruz de una semifinal apasionante en la que San Mamés puede jugar un papel esencial. En la Liga no lo está jugando -el Athletic ha perdido la mitad de los puntos que ha disputado en casa-, pero ya se sabe que la Copa es diferente.

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